Chapter 17
Vídeo casero
El momento más esperado estaba tocando a la puerta y era ese en el que a Rebeka ya no le importaba seguir buscando y la calentura era suficiente como para llegar al orgasmo, con tan solo un roce indecente. Las respiraciones de Omar comenzaron a subir, mientras que su mano izquierda salió de donde estaba para bajar sobre el abdomen de su amada.
Para Rebeka era agradable no tener que hablar con Omar o desviar sus miradas de la pantalla, para que pudiera entender lo que estaba insinuando con sus movimientos. Después de todo, tenía sus dos manos ocupadas y el video que estaba viendo parecía prometedor. Ahora estaba necesitada de que su amado le tocará entre las piernas, en agradecimiento a que le estuviera masajeando el miembro.
Sentirle tocándole los labios vaginales entre sus piernas, no era ni remotamente tan agradable como se podía hacer sentir a sí misma. Los movimientos eran torpes y se podían comparar a lavarse la boca usando su mano izquierda, cuando normalmente se la lavaba con la derecha. Tal vez Omar sentía lo mismo y podía decir que no tenía tanta práctica ordeñando como él. Pero la magia del morbo hacía la diferencia. Después de todo, sentados, el uno al lado del otro, se estaban metiendo mano mirando un video obsceno.
Entre toque y toque estaban desesperados, por eso acercaron sus caras y sacaron las lenguas para dejar que hiciesen contacto la una con la otra, sin tener la necesidad de desviar sus miradas de la pantalla que tanto les embriagaba.
Aunque en el video aparecía una mujer siendo fuertemente castigada por las caderas de un gigantesco sujeto, apenas Rebeka miró a la cámara, surgió una idea que se le pasó por la mente. Su corazón de espectadora se aceleró y era por qué no sabía lo que iba a pasar si ponía en práctica su plan:
«Tal vez me diga que no o se corte el rollo en el que estamos. Después de todo, es una idea loca… pero, me encuentro entre volver a bajar el calentón o hablar en un momento como este…».
Luego de besarse con sus ojos abiertos observando a la pantalla, Rebeka movió el ratón y minimizó el video, para luego desplazar el cursor para salir del sitio web en el que estaba y abrir la cámara de videoconferencia. Tan pronto la aplicación cargo en la pantalla, pasaron a verse dándose un apasionado beso.
«¿Por qué no?», se volvió a preguntar, mientras que, con mucha lentitud, como si estuviera haciendo algo malo, bajó la flechita hasta el botón de grabar e hizo clic.
Omar estaba excitado, tanto que casi no tenía el control de sí mismo y ya ni le importaba lo que estaba en la pantalla. Tan solo le prestaba atención a colar bien profundo sus dedos dentro de las piernas desbordantes de su amada, que quedaban expuestas ante la cámara de la laptop, cuando ella corrió su silla hacia atrás.
Ahí estaba Rebeka, mirando curiosa lo que era su primer video íntimo con un chico. Era extraño verse desde otro ángulo, como si estuviera en tercera persona, captada por la cámara, seducida por el escenario y disfrutando del contexto de la situación.
«Mmm, no sabía que podía existir algo tan excitante», pensó, bien adentrada en su papel. «Verme en pantalla. Cómo los segundos de grabación aumentan, mientras me mete dos de sus dedos y busca quitarme la camisa para chuparme los pechos… es magnífico. No puedo controlarme…».
Ella abrió la boca, gritó en voz alta, sin sentir pena ni vergüenza. En frente del lente de la cámara, ante los movimientos torpes de una mano que se meneaba entre sus piernas, encorvó la columna y expuso más su cuerpo.
Con la intención de ser libre siendo quien era y sin ataduras de ningún tipo, sorprendió a su amado con un orgasmo. Al principio, Omar no entendía lo que estaba sucediendo, pero tan pronto se dio cuenta de los pequeños espasmos que sentía en sus dedos, infló su pecho altanero y soberbio. Luego mostró una sonrisa confidente y tras valerse de unos cuantos movimientos, se arrodilló frente a su chica, con la intención de succionar el alma que tenía entre las piernas, si era que podía hacerlo.
—Te hice venir con mis dedos… —dijo Omar, exaltado por la gloria de haberle provocado un orgasmo a su novia usando tan solo dos de sus dedos—. ¡Ríndete a sentir el poder de mi lengua!
«Es fascinante cómo los hombres, tan pronto se vienen, tienen la habilidad de caer pasmados», pensó Rebeka, enternecida por lo que veía. Estaba sobre la cama, después de pasarse el resto del día en lo que era una maratón de sexo y no dudaba haber perdido peso, aunque su piel se veía más lisa y brillante.
Luego de voltear el rostro, con sus cabellos húmedos por el sudor, Rebeka observó a su novio: «Mírale, tumbado a mi lado con su miembro todo flácido. Parece un saco de papas… ¿Cuántas veces lo hicimos? ¿Seis? ¿Siete? Aunque con cada ronda queda con su cosa más hinchada que al principio, mi zona también comenzó a perder sensación con el roce… Aun así, siento que puedo continuar…».
Rebeka observó la cara inocente de su novio entre sus pechos y sintió cómo su estómago vacío comenzó a sonar.
«... Mmm, dicen que en la naturaleza varios insectos hembras se comen al macho después de tener coito. Este sería el momento perfecto. Se ve tan delicioso. Si me lo pudiera comer y después vomitarlo cada vez que lo necesite, sería mío para siempre y de nadie más…»
Rebeka se pasó la lengua entre los dientes.
«Tal vez, estas intenciones que tengo de morderle, se marchen apenas coma algo».
«Siento que no me voy a dormir, perdí el sueño… ¡Quería hablar más con él! Además de seguir haciendo cosas pervertidas, pues no es que su miembro sea necesario en todo momento… Bueno, a pesar de no haber dormido por aproximadamente treinta horas, aún sigo sin tener sueño, aunque estoy tan cansada como si me hubiera pasado un tren por encima. ¿Pero qué hago? Estoy aburrida…».
Con esa pregunta en mente, Rebeka pestañeó tres veces, mientras miraba el techo de su habitación.
«Primero comer… después tratar de hacer dinero… ¿¡Porque no repasó el video que hicimos juntos, tal vez sea lucrativo!? ¡¿Quién quita que me vuelva millonaria y salga de la pobreza?! Bueno, de todas maneras, mañana no tengo escuela ni pienso hacer entrevistas de trabajo».
Con poca energía y malas intenciones, Rebeka se la ingenió para salir de donde estaba sin despertar a su novio, bajar las escaleras e ir a alcanzar la laptop. Casi se le olvida que tenía hambre, pero el estómago le comenzó a sonar como nunca y gracias a que tenía una pechuga de pollo al alcance, pudo controlar el hambre que le atacaba.
Tras morder la carne, mientras usaba sus manos para organizar la cocina, colocó la mesa y las sillas en su lugar. Después limpio los fluidos seminales que estaban en el suelo con un paño, junto a un pequeño lago de sudor.
Seguro que el líquido había quedado ahí, porque se le había escurrido de sus piernas cuando Omar dejó de darle por atrás y se separó de ella. En ese momento, se bajó de la silla en la cual estaba encaramada para agacharse y lamer el miembro de su chico que aún estaba erecto.
Con el semen ligado con fluidos vaginales que aún estaba en el suelo, Rebeka no pudo evitar sentirse atraída a tocarlo con sus dedos, sentir la textura, olerlo y probarlo con la punta de la lengua. El líquido estaba frío y le resultó desagradable, pues parecía clara de huevo regada en el suelo. Quizá sintió eso porque no estaba lo suficientemente excitada. Sin más, escupió lo que tenía en la boca y pasó el paño por el lugar.
Con todo organizado y la mitad de la pechuga de pollo en su estómago, Rebeka tomó la laptop y se fue para la sala. Una vez conectó el dispositivo al cargador, se quedó mirando un archivo de video sin abrir dentro de una carpeta.
Era el video que había hecho, su primer video casero.
Tras reunir el valor y darle doble clic, abrió el archivo y al no estar tan excitada como al principio, se arrepintió de la idea, tan pronto escuchó el primer grito siendo penetrada. En menos de un segundo, movió el cursor del ratón y cerró la ventana.
Luego de golpearse la cara con la mano abierta, se hizo una pregunta: «¿Debo borrarlo?»
«Sí, busca otro tipo de trabajo», pensó, luego de respirar bien hondo. «No me agrada que las personas vean este lado mío. Será darle más motivos para que hablen de mí y seguir ensuciando la reputación de mi familia. Tal vez si mi rostro y mi voz no se viera o escuchara en casi todo el video… pero si lo subo así, estoy segura que no pasaría mucho tiempo antes que alguien me reconozca por la calle o en el metro y me haga sentir vergüenza de lo que hice. Además, si llego a estar con Omar, estoy segura que la situación podría no ser bonita».
Tras mirar a su alrededor, como si se estuviera asegurando de que no estaba siendo vista por nadie, buscó en la cómoda los audífonos, tras conectarlos en su laptop y bajar el volumen, dio clic izquierdo en el archivo cerrado.
En la pantalla sé abrió una ventana de opciones, Rebeka movió el cursor sobre el botón de eliminar, pero la mano le tembló y el corazón se sintió raro antes de dar clic derecho.
«Sería una lástima eliminarlo…», pensó, mientras reflexionaba sobre el tema. «Si no lo voy a subir, podría tenerlo para uso personal. Mmm ¿Mi cara? Déjame ver una cosa. Tal vez exista un buen editor de video, aunque si le quito mi rostro perdería mucha sustancia, a decir verdad, después de todo, la magia y el morbo, es la inocencia de nuestros rostros jóvenes».
Fue directo al buscador en línea y se propuso buscar una lista de programas.
[¿Cuáles son mis opciones?] Tras presionar el botón de aceptar, cientos de iconos distintos aparecieron. «Ahora, ¿cuál de todos es gratis? Mmm. ¿Puedo obtener el mejor con un periodo de uso de prueba?».
El reloj de la pared hizo que los segundos se convirtieran en minutos y luego en horas. Rebeka se mantuvo ocupada explotando al máximo el tiempo de prueba de la aplicación, que tenía unas cuantas horas de vigencia. Después de todo, si hubiera tenido que estudiar, tal vez hubiese luchado con su fuerza de voluntad para no quedarse dormida en los primeros cinco minutos, pero como lo que estaba haciendo la entretenía, el insomnio se hizo su compañero.
«Perfecto, unos cuantos videos instructivos, seguir paso a paso las indicaciones y ya tengo el mejor video editado que puede haber. Creo que todavía me queda tiempo para seguir trabajando. Corto por aquí, corto por ahí y por allá. Aún mejor, es bueno que el rostro de Omar no se vea, pero aún me quedan cuarenta y dos minutos de acción. Para ser honesta, siempre he creído que mi pelo es aburrido, qué tal si, ¡me cambió el color!… azul, verde, amarillo, rosado. Deja ver que filtros tiene…».
Viendo los cambios de estilo y cómo le quedaban los diferentes colores, Rebeka eligió el que más le gustaba.
«Me quedo con el cabello de color rosado. Ahora, va mi rostro. Quiero dejar mis ojos expuestos con una máscara que combine con mi color de pelo y me cubra hasta la nariz», se dijo.
Tan pronto Rebeka aplicó el filtro en el video, se mostraron las escenas que podían resultar poco creíbles en el montaje. En una de esas escenas estaba atragantándose hasta la garganta con el miembro de su novio.
«Auch, el filtro no se ve bien cuando le hago un oral, tampoco cuando me beso los pezones. La máscara es una mala idea, mejor elimino más escenas, para así no tener que quitar la máscara…». Los ojos de Rebeka resplandecían con el brillo de la pantalla, junto al sonido del frenético clic que se podía escuchar. Si editar podía compararse con arte, lo que ella estaba haciendo era la mejor edición de todas. «Mmm, un total de veintidós minutos parece estar bien. Espero que no se me escape ningún detalle con esta vista cansada que tengo. Según los videos instructivos, con lo que más debo tener cuidado es con los espejos o diferentes objetos que puedan dar un reflejo de mi cuerpo o rostro. Aunque no sea nítido, alguien podría verlo, usar una aplicación para descubrir mi identidad y otra para localizarme».
Luego de mirar los cuadros del escenario, se dio cuenta que no existían objetos que reflejaran su cara y pelo real, lo que le evitó más horas de edición.
«Si el hambre no lo despierta, no creo que estos sonidos le hagan despertar, no sé para qué uso audífonos», pensó, al mismo tiempo que le dio reproducir al video resultante de tanto esfuerzo.
Tras reproducir desde el inicio, Rebeka no solo se sintió feliz y ansiosa, sino que, después de poner tanto esfuerzo y tiempo en crear algo, estar satisfecha con el resultado le despertó un sentimiento exquisito de disfrutar.
«Ja, es emocionante ver algo que hiciste. Literalmente sabes lo que piensa la artista, sin mencionar que también puedo recordar lo que viví en carne propia. Lo caliente que estaba, lo pervertida que me sentí al inicio del video y durante el tiempo que estuvimos en el comedor hasta que nos fuimos para el cuarto y me tumbé sobre la cama. Lástima dejé la laptop sobre la mesa».
En el video, estaba con los pechos afuera y Omar arrodillado en frente, dándole la espalda a la cámara, saboreando la vida entre las piernas de una mujer.
Con tan solo unos minutos con sus piernas bien abiertas, Rebeka ya se apoyaba al espaldar de la silla y subía más y más su cintura, al punto en que Omar quedó casi cargándola, con las manos en sus nalgas.
Junto a los movimientos de la cabeza del chico, sin perder el equilibrio sobre la silla, Rebeka comenzó a acariciarse los pezones y después se llevó los dedos hacia abajo con la intención de abrirse tanto como pudiera su vulva. Si Omar le iba a chupar tan duro como lo estaba haciendo, siempre era mejor que le chupara justo sobre su botón del placer bien expuesto.
Con sus pies apretó la cabeza a su amado y asustada de perder un colosal orgasmo, comenzó a gritar como una loca.
—Ahí, ahí… no te detengas, más fuerte… sí.
Rebeka adelantó el video por diez segundos, para no tener que escucharse diciendo semejantes cosas que le resultaban vergonzosas.
En la siguiente escena, Omar siguió afanado en su tarea hasta que ella quedó totalmente expuesta ante el lente de la cámara, en su punto más vulnerable, donde no podía decir o hacer nada, tan solo aferrarse a lo que la sostenía y sentir los escalofríos eléctricos que le daban latigazos por el cuerpo.
En el video, Rebeka se agarró los labios inferiores con suavidad mientras soltaba pequeños suspiros al posar sus nalgas de regreso a la silla. Ella trataba de impedir que su amado siguiera atacando un punto que recién se había vuelto “muy” sensible al tacto, mientras que dejaba al descubierto sus pechos parados y deseosos de recibir cariño. Como Omar no los estimulaba porque estaba ocupado quitándose la ropa salvajemente, ella se preocupó por autocomplacerse.
Luego de presionar la barra de espacio de su laptop, hizo pausa en esa sección del video.
«No es necesario que elimine esta escena. Aunque mi cara se puede ver enrojecida de excitación, es difícil que alguien me reconozca, pues con el pezón derecho en mi boca, mis cabellos me tapan el rostro», pensó, tras acomodarse sobre el sofá, pues ver la imponente espalda de su amado la hacía reaccionar.
«Ahí estaba excitada a mil. El audio suena asombroso, tanto que se pueden escuchar mis gemidos, también el sonido de mi respiración acelerada. Ahora recuerdo que cuando me estaba tocando y él me veía, se sintió súper rico. Verle de frente, notar sus ojos tan atentos, su rostro tan expresivo, sus manos tratando de no masturbarse, su miembro temblando y goteando, fue tan excitante. Casi tanto como verle en el video de espalda, como una bestia hambrienta a punto de devorar a un conejo. Como un cazador que con su lanza apuntaba a la presa que pretendía atravesar».
En el video no se podía ver la cara de Omar, pero el cuerpo fornido del chico mostraba cómo miraba a su chica, como si quisiera comérsela, excitado y al borde de explotar, por el sentimiento de anticipación.
«En esta parte del video sentí cómo me iba a venir de nuevo» y pensó Rebeka en las tantas veces que había tenido un orgasmo detrás de otro. «Ahí, cuando finalmente renuncié a tocarme, fue que dejé de sentir los latigazos orgásmicos y me sentí preparada para satisfacer su hambre de carne».
En el video, sin que Omar se acercara, Rebeka comenzó a mover su mano con ganas, como si tuviera que preparar su vagina desesperadamente, para recibir el miembro viril que había esperado tanto. En la pantalla pudo ver entre las piernas de su amado, como se dio varias palmadas sobre el clítoris y tras hacer varios movimientos circulares con sus dedos, pasó a abrir sus labios mayores, luego hurgó hasta encontrar los menores y también abrirles.
Rebeka se colocó los dedos en la entrada de la fuente y comenzó a pasarles al interior, como pidiendo permiso. En frente de su amado y de la cámara que le grababa, sintió cómo su interior hervía desbordante en fluidos y volviendo a ser quien era, se escucharon sus gemidos de placer.
«Mirar esto me da vergüenza, pero más vergüenza me da escucharlo… ¡yo creía que estaba gimiendo en mi mente!», pensó.
—Omar ¡se siente tan rico! —dijo en el video, tras sacar poco a poco los dos dedos, Con los fluidos que bajaron hasta su “chiquito” aprovechó para que, con su otra mano, pudiera pasar a adentrarse un dedo al interior de su apretado esfínter de carne rosada y comenzar con el bombeo de los tres. Dos por arriba y el último en la entrada baja. Primero despacio, como teniendo la intención de sentir cómo se deslizaban dentro, disfrutar el contacto de cada pliegue y roce. Luego rápido y así hasta que nuevamente, no pudo evitar encoger sus piernas y apretar sus dedos, a pesar de saber que tenía la misión de estar expuesta ante la cámara.
Omar, de espalda en la escena, ya no se podía controlar. Se observaba cómo se alejaba dando pequeños pasos, de modo que llegó a meter la llave de su naturaleza por la cerradura de la puerta que se le abría entre las piernas de Rebeka sin fallar, en su primer intento.
Como si fuese un hilo que insertaba en una aguja, el imponente, grande y venoso miembro, entró en Rebeka, con la velocidad de un abrir y cerrar de ojos. En cuestión de segundos, Omar agarró las piernas de su amada y se convirtió en una máquina de coser, ya que quedó cabalgando a su chica como una bestia desesperada que metía y sacaba su miembro, casi que tres veces por segundo.
No pasó ni un minuto y dentro de Rebeka se podían ver fluidos blancos espesos saliendo hacia el exterior, mientras que eran salpicados por Omar, quien azotaba la carne entre las piernas de su chica.
«Viendo el trasero y su espalda de macho contraída, mi chico en verdad quedó súper sexy. Estoy orgullosa. Ufff, verle cómo me aguanta con sus brazos, cómo se mueve mucho más fuerte. Ahora que le veo doblando mis piernas para ponerme las rodillas en el pecho y recuerdo cómo lo sentí entrando hasta el fondo y golpeando el tope en mí. En verdad se movió tanto, que ahora que me fijo, incluso la mesa en donde estaba la laptop también se movía. Por otro lado, me escucho contenta de no tener vecinos cerca».
Por varios minutos, se pudo escuchar el exquisito sonido que hacían la carne de Omar chocando con el culo de su novia.
«Esta es la escena en donde nos desesperamos y cambiamos de posición, ya que para venirme por tercera vez necesitaba que me tirara del pelo y me diera nalgadas». En efecto, lo que Rebeka pensó fue la proposición de su amado, que le respondió:
—Ponte en cuatro sobre la silla. Te voy a dar por atrás mientras te jalo el pelo y te respiro al oído—dijo Omar.
«Ufff, esas palabras que me dijo» pensó.
En el video, ella se puso de pie sobre la silla para voltearse y pasar a poner sus rodillas sobre esta superficie, de manera que su pecho quedó reposando sobre el espaldar de la silla, y su cola bien empinada, a la altura de la cintura de su amado.
Omar la penetró enseguida y en medio de cada violenta embestida, aprovechó para darle nalgadas. La piel de las nalgas de Rebeka comenzó a adoptar una tonalidad rojiza, mientras que, de nalgada en nalgada, le jalaba los cabellos.
Tal vez no se veía en el video, pero Rebeka recordaba haber tenido que morderse el dedo producto del dolor tan placentero, al sentir cómo su interior se llenaba de carne gruesa y jugosa, mientras que cada azote le ayudaba a no venirse y disfrutar más del momento.
El sonido de aplausos provocado por el chocar de la pelvis de Omar contra su amada, se escuchó de forma constante y rápida, al mismo tiempo que Rebeka encorvaba su espalda a más no poder y tras mirar al techo, gritó tan alto como pudo.
«Si dejo de lado mis gritos, veo cómo tiemblan las nalgas de Omar al dar esas estocadas con las fuerzas de su alma, eso es suficiente para deducir que también se vino. Ufff, recuerdo cómo mi interior se llenó por un torrencial líquido hirviente y cómo su miembro se seguía moviendo dentro de mí».
Sentada sobre el sofá en el que estaba, Rebeka logró llegar al final del video que, cortado y editado a más no poder, duró alrededor de doce minutos. El video era vergonzoso, pero ver a su macho desde otro punto de vista le hizo no poder dejar de ignorar la incomodidad que le provocaba tener su entrepierna llena de fluidos.
Para Rebeka, el cansancio y el hambre se hicieron tan grandes que ya no la dejarían concentrarse en el trabajo. Pero, ahora el producto de tanto esfuerzo estaba terminado, no tenía que trabajar ni concentrarse. Con la pantalla en negro, recordó que su chico aún estaba durmiendo, lo que le hacía pensar en subir al cuarto y molestarle, con tal de demandar por otra ronda. Aunque tal vez sería demasiado para Omar, puesto que, en su lugar, ella no pretendía hacer más que tumbarse y disfrutar.
«Si con mis propias manos puedo aplacar estos deseos que me invaden, podría dejarle descansar un poco más…», pensó, quien ya tenía las piernas abiertas, estaba con manos a la obra y sabía que le tomaría menos de cinco minutos alcanzar un orgasmo.
Luego de recordar las escenas principales del video y sabiendo la manera perfecta de tocar sus teclas, terminó con las piernas abiertas, la laptop a un lado y su mano ya cansada sintiendo los placenteros espasmos que le dieron la bienvenida. La sensación no era tan intensa ni se prolongaba tanto, pero si tenía los mismos efectos de aclarar la mente y le bastó con eso.
—¿Acaso te estabas tocando sin mí? ¿Estás viendo porno a mis espaldas? —preguntó Omar, quien bajó como un gato por las escaleras.
La escena era irrefutable, Rebeka se había quedado dormida con las piernas abiertas y las manos en la masa.
—Sí, cariño… —dijo Rebeka con una risa, de las que tiene alguien cuando despierta de un sueño placentero y agregó: —Me ensucié un poquito… ¿Puedes limpiarme? Es que estoy muy cansada. Usa tu lengua por favor, esa parte está muy sensible y cualquier otra cosa se puede sentir no tan bien.