Reina Del Cielo

Chapter 15
Con las lolas al aire


   Bajo las estrellas, ante la presencia de una luna en cuarto menguante y tratando de evitar las calles con mala fama, Rebeka caminaba cruzada de brazos, para disimular sus pezones parados. No era que solo tratara de evitar enseñar algo que le pusiera en una situación difícil, sino que también esquivaba los callejones habitados por personas sintecho y las esquinas en las que se estacionaban los maleantes.

 

  Con tan solo un papel en la mano que llevaba apuntada la dirección de un hospital y el número de un cuarto, a altas horas de la madrugada, Rebeka caminaba por la próspera ciudad abarrotada por importantes edificaciones y construcciones. Sin nada en el estómago, las piernas cansadas y tan solo un poco de voluntad de seguir adelante, finalmente llegó a donde estaba su mamá.

 

  El hospital parecía una ciudad por dentro, con sus numerosos pasillos y las luces encendidas, era difícil creer que aún no fuera de día. Tal vez por esa razón era que estaba abierto veinticuatro horas y permitían visitantes a cualquier hora.  

 

Tras llegar a uno de los cuartos más aislados, en donde había más de diez camas consecutivas separadas por una cortina, Rebeka por fin vio a su madre y en vez de sentir alegría sintió pena en su interior. Mirándolo de forma positiva, al menos su madre, una de las únicas personas que le mantenía siendo una chica buena, no estaba muerta, pero ver a alguien que siempre fue gentil y amable con ella, ahí tumbada sobre la cama de un hospital, con la cara hinchada y una actitud moribunda, le rompió el alma. Tanto que le hacía desear no ser mujer con tal de buscar a quien había sido capaz de semejante cosa y dejarle el rostro en peores condiciones.

 

  «Es como si pudiera sentir su dolor en mí. Mi estómago se encoge y aprieta, es tanta la impotencia al no poder hacer nada», pensó la chica, tratando de respirar valor y retener sus lágrimas, usando una mirada seria.

 

   Lo que antes era una gran mujer, fuerte, carismática y trabajadora, ahora se hacía un pequeño bulto que se lamentaba con cada respiración. Entre los espasmos de un cuerpo adolorido, el nombre de “Rebeka” fue mencionando. 

 

  Respondiendo al llamado, le dijo: —Mamá— sin evitar llorar y correr a sostener la mano izquierda de su madre con sus dos manos, para apretarla tan fuerte como podía, como si esa acción estuviera sustituyendo un abrazo.

 

   —Aaah, mi niña, mi beba preciosa, eres tú. ¡¡Feliz cumpleaños mi niña!! Disculpa no haber podido llegar a la casa y que lo tuvieras que pasar sola. ¿Tienes hambre? ¿Te has bañado? ¿Estás bien? Mírate mi princesa… estuve tan preocupada por ti… —dijo la madre preocupada, con respiraciones entrecortadas, disimulando el dolor de su cuerpo con una sonrisa en su rostro. 

  

  —No te preocupes por mí —dijo Rebeka, como si quisiera desenredar el nudo que se le hacía en la garganta—. ¿Qué te sucedió, madre? ¿Por qué no me llamaste? 

 

   —Nada, nada mi corazón. No pude llamarte, no fue mi intención preocuparte… — contestó, como quien no le daba mucha importancia al asunto—. Lo importante es que estés bien. Me asusté tanto cuando vinieron las autoridades a informarme que te harían una interrogación. ¿Qué sucedió mi niña? 

 

   —Nada mamá, solo fue un malentendido. Ellos querían hacer unas preguntas con respecto a un teléfono perdido… —dijo Rebeka para preguntar con insistencia—. ¿Alguien te golpeó mamá? 

 

   —No mi niña, es que tú mamá es una torpe. Cuando las autoridades vinieron a hablar conmigo, salí despavorida a buscarte y sin querer me caí por las escaleras… eso es todo. Solo luce un poco feo, pero estoy bien. Debo quedarme aquí hasta completar las veinticuatro horas de observación, aunque, como todo salió bien, tan solo serían doce horas. Creo que ya debe venir la enfermera a darme de alta para poder ir para la casa. El trabajo... me dio unas vacaciones, así que no debes preocuparte. Estaremos un poco más de tiempo juntas Beky… 

 

  Para Rebeka, parte de lo que su madre le decía era mentira. Por alguna razón podía sentirlo, pero no tenía el valor de seguir haciendo preguntas. Si su madre quería esconder la verdad, en algunas partes, seguro era para que ella no se preocupara, ¿qué más podía hacer que confiar y aceptar algo que no podía cambiar o resolver? 

 

  «Es mejor para mí no negar lo que es obvio y conformarme con otras respuestas. Ella nunca me diría la verdad, si la verdad pudiera dañarme. Me hace pensar en que mis problemas no son nada comparados con los de ella… y ella aun así me da una sonrisa», pensó la chica, quien también tenía verdades que iba a esconder, con tal de no preocupar a su mamá, como que había sido rechazada en doce entrevistas de trabajo, que su novio se había tratado de suicidar o que había perdido su apellido. Esas eran cosas que tan solo hacían ver el lado negativo de la situación.

 

  Rebeka tenía la idea de preparar el terreno para contar que ya era mujer, que se había acostado con un chico y que este se vendría a vivir a la casa. Después de todo, esas cosas eran novedades con motivo para alegrarse, además; cambiar de tema en una situación como esa traería mejor provecho, y así, mientras esperaba a que la enfermera llegara, la charla entre madre e hija ocurrió.

 

  —Mamá, tengo mucho que contarte… tal vez es muy repentino para ti, pero… —Rebeka se llenó de valor y contó todo lo bueno sobre su chico y lo enamorada que estaba, mientras tanto, su madre escuchó.

 

  Tras ponerse las manos en el rostro, la madre de Rebeka estaba que saltaba de la felicidad, si no hubiera sido porque las costillas fracturadas no se lo permitieron.

 

 —Qué bien, hija mía, qué bueno… Encontrar a alguien que te acompañe en esta vida es una bendición. Menos mal que no la pasaste sola y estuviste en buenas manos. 

 

 Rebeka no esperaba semejante reacción de su madre, tal vez estaba feliz porque alguien le quería y hasta el momento, lo de no tener novio era tan solo un lado pesimista de una madre sobreprotectora que cuidaba de que su hija no se enamorara, ya que le podían maltratar y jugar con su corazón.

 

  De un momento a otro, entre comentario y comentario, el dolor se volvió menos presente tanto para la madre como para la hija y así se pasó toda una hora hablando entre ellas, hasta que una enfermera llegó a la habitación. La mujer era la verdadera definición del enfermo cuidado al herido, delgada, subida en años, con ojos hundidos y una nariz alargada.

 

  —Buenos días, veo que es su hija, se parecen las dos… —saludó la enfermera, mientras tomaba algún aparato para medir los signos vitales de la paciente. 

 

  —Me siento bien, ya pasaron doce horas… ¿Puedo ir a la casa, como me dijiste? —dijo la madre de Rebeka. 

 

  —No, dije que iba a ver si el doctor la dejaba irse después de estar en observación por doce horas. Pero no es el caso, aún te quedan doce más, unos cuantos análisis y alguna consulta con los especialistas. De nada nos servirá dejarte ir a la casa si después tienes que regresar peor de como entraste —dijo la enfermera, corrigiendo las palabras de su paciente—. Seguro que las dos han podido hablar por toda la noche, pero también tienen que entender que en esta habitación hay más pacientes que necesitan descansar para recuperarse. 

 

  Rebeka abrió los ojos en señal de sorpresa, pues se daba cuenta que eran casi las seis de la mañana y había estado cuchicheando de temas bien personales con su madre en un lugar tan poco apropiado. 

 

  —Lo siento mucho. No me di cuenta, perdón —le dijo Rebeka a la enfermera con actitud apenada, para después agregar a quién le pudiera estar escuchando—. Perdónenme…  

 

  —No te preocupes, me agradó mucho escucharlas… Ese chico, si es bueno, cuídalo mucho antes de que yo te lo quite, si es que me lo encuentro por ahí—dijo una de las ancianas que estaba en la cama de al lado. 

 

 —Tiempo sin saber del mundo exterior y de cómo los jóvenes se abren al mundo… mis hijos o nietos nunca fueron así de despiertos. Recuerdo haberles tenido que sacar a patadas de la casa para que hicieran vida social.

 

  —Ahh, es bueno ser joven, me hace recordar mis buenos tiempos… ¿Quién estaba buscando a un buen hombre, si aquí hay otro? 

 

  —No llegues a vieja, te lo digo. Todo lo que haces lo haces con dolores…

 

  Uno tras otro, surgieron comentarios de los pacientes que habían estado escuchando y fueron tantos que la enfermera se vio obligada a hacerles callar, pues eran la seis de la mañana y la habitación se estaba volviendo un gallinero.

 

  —¡Que hay más habitaciones! ¿No querrán despertar al hospital entero?

 

  Con una sonrisa en la boca, Rebeka aprovechó la situación para despedirse de su madre y dejarla descansar. Ya que como entendía, la enfermera estaba a punto de darle un medicamento para calmar el dolor, que le provocaba dormir. Más apenada que otra cosa, la jovencita siguió los consejos de la enfermera y de su madre, los que se refieren a que fuera a casa, se bañara, comiera algo y descansara apropiadamente.

 

   Rebeka inició su camino fuera del hospital, se movió de un lado a otro, llegó a la parada del tren y como era tan temprano, iba en dirección contraria a donde marchaban todos, por lo que alcanzó a montarse en un vagón vacío. 

 

  «¡Estoy exhausta! De vuelta a casa, sentada dentro del tren y mirando al techo. Me faltan dos paradas para llegar a mi estación… puedo ver la escuela por un efímero momento. ¿Ir? o ¿no ir?, es la cuestión. Debo confesar que estoy feliz, egoístamente feliz, todo me ha salido mal, pero al ver a los seres que más quiero en peores condiciones que yo, estoy forzada a ser fuerte. Cuando llegue a la casa debo de ver cómo le subo los ánimos al gato triste de mi novio. Tal vez una comida, un buen baño y sexo duro, le ayudé a pasar las penas, pero él no tiene más ropa que la que lleva puesta o ¿sí? También he pensado que mi madre se tomará unas vacaciones, lo que significa que estaremos bien cortos de dinero, así que Omar tendrá que usar mi ropa. ¡¿Cómo se vería?! vistiendo mis bragas y mi pijama, debo estar preparada para tomarle muchas fotos… ¿Qué no existe un momento en el que esté sola, que yo no tenga las intenciones de tocarme si es que no estoy triste?».

 

   Sin dormir por casi veinticuatro horas seguidas, Rebeka se bajó en su estación y aprovechando que aún no había muchas personas transitando de subida, se las ingenió para llegar a su casa lo antes posible. Milagrosamente nadie notó que no estaba usando ajustador y se le marcaban los pezones, por lo que las miradas sobre ella no fueron muchas.

 

  «Perfecto, ya llegué, sana y salva y sin ser violada, extorsionada o raptada…», se dijo, una vez estuvo en frente de la puerta. «Qué dolor. Hoy es el día en el que más me duelen los pies y raramente, en el que menos cosas pervertidas he hecho».

 

  Rebeka insertó la llave y abrió la puerta, tras lo cual fue inundada por un característico olor a hogar.  «Mmm, no puedo creer lo que me estoy imaginando».

 

  —Amor. ¿Acaso estás preparando el desayuno? —preguntó en voz alta.

 

  Tras dejar todo lo que tenía en la cocina, Omar salió disparado en dirección a su amada, tan feliz como nunca había estado. De salto en salto, el joven la abrazó y besó por todos lados, hasta que hizo una pausa y dijo:

 

  —Me tomé la libertad de prepararte algo, para llevártelo en caso que no te dejarán salir… pero mi corazón… te dejaron libre… 

 

Luego de mirarse, Rebeka podía decir que era un desastre. Se había ido con las autoridades como estaba al regresar del parque, con un par de chancletas en vez de zapatos, sin sostén por debajo de la blusa, con el pelo maltratado y toda la ropa estrujada. Anduvo por las calles de la ciudad y en el interior de un hospital así, pero a Omar no le importaba. Lo único que le interesaba era que estuviera finalmente en casa.

 

 «Denme un descanso», se dijo, tras cerrar la puerta y entrar hasta el comedor para ver lo que su chico le había preparado, ya que tenía hambre.

 

 A pesar de ser la hora del desayuno, Omar recién sacaba dos platos con una milanesa de pollo frita.

 

  —Bebé —dijo Rebeka—, si a esto le llamas desayuno, creo que debes dejarme la cocina. Mejor, hazme un café bien cargado… 

 

  —¡¿Acaso el pollo no es de tu agrado?! —preguntó él, con ingenuidad y preocupación en la mirada. 

 

  —Mmm, no creo que mi estómago pueda soportar tener que digerir la proteína de una pechuga de pollo en el desayuno. Déjalas para después. Pan tostado o clara de huevo, serán suficientes carbohidratos para darme energía en la mañana…

 

  —Bueno, pan con pollo, ¿qué tal? —preguntó Omar, se veía que tampoco había dormido y hacía todo lo que podía para disimularlo.  

 

  —Tendremos que ganar más dinero para poder darnos esos lujos, por ahora… las comidas deben tener un orden, si no, no nos alcanzará para terminar la semana. —Tan pronto se llevó a la boca un trozo de carne, cambió las expresiones de su rostro y miró a su novio con preocupación—. Además, ¿probaste este pollo? 

 

  Tras la pregunta preocupada de Rebeka, Omar procedió a tomar un trozo de pollo y también se lo llevó a la boca con la intención de saborearlo. Después de masticarlo algunas veces, le devolvió la mirada a su novia y ella ya no logró contener su risa.

  

   —¡¡¡Malvada!!! —exclamó Omar divertido—. Es el mejor pollo frito que he hecho en mi vida. Seguí la receta paso a paso… Casi me da un ataque al corazón. Este pollo era lo único que había en el refrigerador y ¡pensar que lo eche a perder! 

 

  —¡¿Qué receta?! Aceite, sal y a freír… —dijo Rebeka con tono burlesco, para luego comenzar a correr por la cocina, mientras que Omar la perseguía entre berrinches, hasta que le atrapó tan fuerte que no le dejó ir y con un carácter juguetón le mordió en el cuello dirigiendo sus intenciones a hacer cosquillas.

 

  A pesar de estar exhaustos y hambrientos, la persecución sacó a los niños juguetones que tenían en su interior. Por un rato los dos jugaron y saltaron de un lado a otro, como si el mundo no trajera preocupaciones consigo. 

 

  Pasando de lado el rato divertido, una vez estuvo el café y los panes tostados con el mismo aceite que se frio el pollo, el desayuno supo delicioso a los enamorados. Con tenerse el uno al otro era suficiente para vivir y olvidar los pesares del cuerpo, para sentirse rejuvenecidos y despreocupados. 

 

  —¿Qué sabes de tú mamá? —preguntó Omar, ya con mejor ánimo, después de todo, no valía la pena preocuparse por un futuro que aún no había llegado—. Aún estoy nervioso que pueda llegar en cualquier momento.

 

 —Entre hoy por la noche y mañana deben de darle de alta del hospital. Pero no te preocupes, está bien…

 

  Con la palabra “hospital” mencionada por parte de Rebeka, Omar dio un gran respiro, como si no pudiera creer lo que escuchaba. Tampoco quiso seguir indagando en el tema, debido a que su novia había enfatizado que no se preocupara, que todo estaba bien. 

 

  —Cuando terminé de hablar con las autoridades, pasé a hacerle la visita, antes de venirme para acá. Ella me dijo que todo está bien, que solo fue un accidente en el trabajo. Por cierto, en la interrogación desvíe las sospechas de mí, pero no de ti. ¿Por qué estás tan tranquilo? ¿Por qué no te han llevado? ¿Y por qué ellos sabían cuándo mentía y cuando no?

 

  Tras tomar un sorbo de café de la taza y haciendo una expresión de desagrado por el sabor amargo, Omar procedió a hacer uso del azúcar, antes de hablar: 

 

  —A ciencia cierta no estoy seguro, pero existe algo que se llama inmunidad ante el sistema. Por la posición que tiene mi padre, creo que sin importar los crímenes que cometa, aunque fuese desheredado, no podría ir a prisión ni a un hospital mental, debido a que ese evento generaría mala reputación a mi familia. El sistema de seguridad de la nación está controlado por una maquinaria utilitarista. 

 

  —¿Una máquina utilitarista? —preguntó Rebeka sorprendida.

 

  —Sí, una que determina el valor de la conducta junto al carácter práctico de los resultados con respecto a sus cálculos sobre individuos que integran la sociedad o algo así —respondió Omar— Es un concepto complicado.  

 

  —No lo puedo creer, parece ficción.

 

  —Es información pública, al menos la parte de cómo trabajan las autoridades, no es que aparezcan datos sobre la inmunidad de ciertas personas en específico. Pero, si fuese positivo castigar a un inocente, la máquina pondrá en la balanza el criterio que haga más feliz a la mayor cantidad de personas. En eso consisten las elecciones, en cambiar, junto al presidente, el modo de operación de la máquina.

  

  —Es mejor dejarlo así —interrumpió Rebeka, tras presagiar un dolor de cabeza—.  La política no es que resulte en nada. Con el dolor que tengo en mis pies, lo que necesito es un buen baño, un masaje… y aunque quisiera quedar rendida en la cama, preferiría invertir mi tiempo en buscar una manera de hacer dinero, en vez de preocuparme por problemas que están fuera de mi control. Como verás, al final del día, estas milanesas de pollo frito son toda la proteína que tendremos para llenar nuestros estómagos.

 

  —¿Acaso no piensas ir a la escuela? —preguntó Omar, mirando al reloj, ya que aún quedaba tiempo.

 

 —No fue mi culpa que las autoridades me tuvieran hasta altas horas de la madrugada porque les dio la gana, tampoco que ahora esté cansada, ni que no tenga dinero. Nada es mi culpa y a la vez lo es, por ende, soy responsable de las consecuencias y pienso aceptarlas. Ahora necesito ideas para ganar dinero antes que nos quedemos sin un techo para vivir.

 

  Omar guardó silencio por un momento, lo que hizo que Rebeka levantara su dedo y apuntara en su dirección. 

 

 —Te dije que ni se te ocurriera robar o hacer algo ilegal nuevamente, aunque tengas “inmunidad”, las cosas tienen un límite y te necesito a mi lado… ¿Qué fue lo que dijiste sobre la máquina?  

 

Confundido, Omar repitió lo que había dicho:

 

  —Es información pública. 

 

  —El internet es de dominio público. ¿Y si busco trabajo ahí?    

 

  —No es una mala idea, porque para trabajar en internet no necesitas hacer una entrevista… si así fuera, puedes crear información falsa. 

   

Luego de dejar el baño y el masaje para más tarde, Rebeka se terminó el café que tenía en la taza y con algo en mente, se dispuso a buscar su laptop tan rápido como pudo. El corazón le saltaba y no era de la alegría, sino de la idea que le había entrado en la cabeza.

 

Cada noche que se sentía sola o triste, tenía deseos de masturbarse, cada vez que se veía perdida y sin salida, se entretenía buscando temas morbosos para leer y despejar su mente, cuando tenía curiosidad sobre algo, buscaba en internet y por alguna razón terminaba mirando videos e imágenes inapropiadas. Pero, sobre todo, así no quisiera aceptarlo, era humana, así como también lo eran esos que habitaban el mundo en el que vivía. 

 

  El punto era que, aunque se expresaban de formas diferentes, todos actuaban en base a las mismas necesidades y el placer era una de esas necesidades. 

 

 Tan pronto subió a su habitación, bajó con rapidez y se sentó justo al lado de su amado en la mesa. Luego de abrir la laptop, hizo clic en el buscador y usando sus dos manos tecleó. 

 

   {Trabajos más pagados en línea, desde casa}

 

 ¿Si ya Rebeka conocía la respuesta, por qué tener que buscarla desde la computadora delante de su novio? Precisamente porque él tomaría un papel crucial en la decisión que ella debía tomar. Después de todo, era su novio y ella no quería perderle. 

 

  Omar guardó silencio cuando vio el «Top tres de categorías encontradas por el buscador»         

     # 1: Industria pornográfica: Video Cámara & edición.  

     # 2: Industria cibernética: Programador & desarrollador de contenido informático /Marketing. 

     # 3: Industria de accionistas: Monedas virtuales, acciones de empresas, arte digital.

 

  «¿Acaso el amor es permitir que tu novia sea de alguien más y seguirla queriendo? Todo depende de la moral y los principios de esa persona, aunque es bien conocido que la necesidad provocada por el dinero logra corromper los principios y la moral de las personas», pensó Rebeka, mientras miraba a su amado, que parecía indeciso ante la situación.       

 

 Sin pensarlo dos veces, haciendo como que tenía curiosidad, Rebeka abrió el primer vínculo y fue dirigida a una página en donde necesito hacer clic en varias advertencias de contenido de adulto para poder ver la información que aguardaba a ser vista. 

 

  Omar siguió guardando silencio, como quien caminaba en territorio explosivo y que en cualquier momento estaba expuesto a pisar una bomba que terminaría con su vida: 

 

  —¿Y si vendo fotos y videos míos para hacer dinero? —preguntó Omar, con una mirada seria.

  

  Rebeka se quedó pensando si responder sí o no. Definitivamente, no respondería con un monosílabo cuando tenía en mente que podía decirle a su novio cuáles eran los pasos a tomar por ambos y lo que realmente era considerado prostituir sus cuerpos en línea. Después de todo, decisiones prematuras o saltar hasta el final del proceso, podrían resultar en consecuencias indeseadas, arrepentimientos o resentimientos innecesarios. Para Rebeka era más seguro tomar pequeños pasos que no ponían en peligro el amor que se tenían el uno al otro, que arrojarse a ser juzgada por no ser una buena novia o terminar juzgando a su novio por no actuar de manera apropiada. Si ella quería centrarse en normalizar algo que no era común para las parejas, uno de esos pasos era tener una discusión previa con respecto al tema, no decir que sí o que no, ante una idea descabellada. 

 

 «Después de todo, es mejor estar segura que él tiene el conocimiento de lo que implica vender nuestros cuerpos y las consecuencias que podría traernos. Aunque se dice fácil, a veces el corazón y la mente nos engañan con un falso sentido de seguridad, tan fino como el cristal de una bombilla», pensó Rebeka, quien se proponía dar el consentimiento adecuado ante la situación y después ir avanzando poco a poco. 

 

 «Podríamos comenzar por crear una cuenta y ver a otras personas haciéndolo, para luego intentar una escena real sobre lo que estaremos haciendo, mientras nos decimos el uno al otro lo que nos hace sentir bien y lo que no, sin pensar en el dinero. Trabajar en lo que te gusta no tiene por qué sentirse como trabajo y si puedo alcanzar un orgasmo cada vez que trabajo… Ufff. Tal vez después, podríamos empezar compartiendo una foto inocente y poco a poco, aumentar la temperatura con respecto a las escenas sexuales que podrían ser subidas. Al igual que usar fotos que tengamos guardadas, crear relaciones y aceptar ideas de los clientes. Oh, cielo santo, en verdad existen tantas formas de adentrarse en el mundo de la pornografía en línea, pero antes, regresando al tema, debo solidificar las bases fundamentales de nuestra relación para que se mantenga en pie, pase lo que pase. Después de todo, el propósito es mantener una buena comunicación sobre cada cosa que quiera intentar y hablar, saber cómo esto me hace y le hace sentir».

 

  Miles de pensamientos pasaban por la mente feliz y optimista de Rebeka, pero aún no se había decidido a responder a la pregunta de Omar. Esa respuesta no era tan importante como confirmar si en un futuro los dos llegarían a sentirse seguros y cómodos ante la distancia que tomaba recorrer el camino que probablemente tome meses o años, no días o semanas. Con decir que sí, ella estaría saltando directamente hasta el final y con decir que no, tal vez se estaba arriesgando a no dialogar lo suficiente y cerrar la única oportunidad que tenía para obtener dinero fácil en una sociedad abarrotada por consumidores de pornografía. Así que Rebeka se decidió a continuar con el primer paso al decir: 

 

  —Mejor hablemos sobre el tema después, primero, veamos que hay dentro de páginas como estas y que hace quien gana más dinero. 

 

Tras entender que la oferta propuesta estaba bajo consideración, Omar guardó silencio y clavó sus ojos directo a la pantalla de la laptop.