Reina Del Cielo

Chapter 16
El cielo


  Una vez dentro de la página, clic tras clic, Rebeka no se pudo detener. No era que estuviera totalmente decidida a vender el cuerpo de su novio por internet, pero si él lo podía hacer, por qué ella no podría. Además de la curiosidad que le picaba y era muy difícil de ignorar, como lo era exponerse a una situación tan novedosa como morbosa, ya que eso no se hacía todos los días. ¿Cuánta adrenalina y excitación le podría generar saber que todo lo que ella hacía sería visto por otras personas? Era como tener sexo en público o andar desnuda en un sitio donde alguien podría verte, como cuando se vestía en las mañanas.

 

   Entre mujeres desnudas, hombres con el miembro al aire y decenas de objetos sexuales, Rebeka finalmente pudo llegar a encontrar lo que quería ver: 

  

  [Cuentas más populares] 

 

  —Parece que aquí está —dijo ella.

 

Sentado al lado de su novia, Omar casi no podía mantenerse quieto sobre la silla en la cual estaba sentado. Después de todo, había visto porno estando solo, pero nunca se imaginó que lo haría estando con su novia al lado. Ver a otras mujeres desnudas cuando él tenía una pareja, era semejante a un acto de infidelidad. Aun así, él prestaba atención a la pantalla, tanto como lo hacía su novia.

 

  —¿Te molesta que yo vea a otras mujeres desnudas? —preguntó Rebeka con voz ronroneante.

 

  —No —respondió él. 

 

  —Es bueno que me digas lo que yo pueda estar haciendo y te haga sentir incómodo, así como te puedo decir a ti lo que me pueda hacer sentir incómoda.

 

  La única persona que podía detener a Rebeka en ese momento era Omar, pero si él no lo hacía era porque tal vez tenía la misma curiosidad sexual que ella. Después de todo, cuando se estaba caliente, los libros obscenos, las fotos y videos pudorosos, los comportamientos deplorables y situaciones incómodas podían resultar atractivos, tentadores e inclusos, deseables. Esas eran cosas que serían repudiadas completamente en una situación diferente, con un estado de ánimo completamente opuesto al de estar excitado. Después de todo, tal vez no es tan común en las mujeres como en los hombres, ya que la tristeza, la melancolía, el arrepentimiento y el sentido de culpa postcoital es debido al colapso de adrenalina y excitación que provoca el orgasmo. Ambos dieron a entender que mientras estuvieran lo suficientemente excitados, no se arrepentirán de las decisiones que tomaran.    

 

  Omar trago en seco y de cierta forma buscó pegarse más a su novia, al pasar su mano izquierda por encima de su hombro y comenzar a acariciarle.

 

  Rebeka trató de controlar su respiración y cerró el video que estaba reproduciendo, en el cual se encontraba una chica que no mostraba su rostro delante de la cámara, pero abría sus piernas para mostrar los labios menores y hurgaba con sus dedos en el interior de su cueva. Tras dejar semejantes imágenes de lado, la chica dio varios clics por el lugar hasta encontrar en la pantalla lo que le interesaba leer. Eso hizo que le surgiera un pensamiento:

 

   «Si abrirse de piernas sin mostrar la cara bastaba para ganar tanto dinero, lo que interesaba ahora era saber cuánto ganaría».

 

  En voz alta, Rebeka leyó la información que le interesaba:  

 

  «A continuación están enumerados los sitios web que están activos y son legales para registrarse como modelo. Si crees que son muchos y la indecisión no te deja elegir, no te preocupes, podemos ayudar a que puedas eliminar las dudas. En la barra lateral podrás reducir tus opciones de búsqueda. Si eres de un área en específico y te importa tu reputación, puedes elegir sitios cuyos videos son transmitidos solo al otro lado de la ciudad, país o incluso del planeta. También tienes la opción de elegir “ver los mejores sitios de modelos de cámara en la actualidad”, según la mayor cantidad de tráfico. Puedes ver cuál tiene el mayor pago relativo en porcentaje, es decir, cuánto vas a cobrar y también quien ofrece mejores privilegios, sin contar que tienen una puntuación exclusiva…».

 

  —En lo personal me interesa saber quién paga más —dijo ella, para luego continuar leyendo el porcentaje de las ganancias totales con descuentos incluidos

 

        « Hercam              60%

           Foryou                 35% – 50%

           Elcielo                75% – 86%

           YouLust              75% – 85%

           Xloved                 50% – 70%

           Camsola              50% – 65%» 

 

  —“El cielo” parece ser quien paga más, por supuesto, no ofrece beneficios como un cuarto privado y también lo puede ver quien quiera, sin importar en qué lugar de la ciudad viva. ¿Qué crees mi corazón? ¿En cuál te gustaría estar? —preguntó Rebeka con voz seductora.

 

  —No sé mi amor, pienso que deberíamos detenernos aquí —dijo él, quien con su boca pronunciaba algo totalmente diferente a sus deseos, ya que tenía su miembro endurecido y lo sacudía dentro del pantalón de la escuela que aún traía puesto—. Pero, “El cielo” no parece ser una mala opción, a decir verdad. 

 

  —Mmm, veamos lo que hay ahí dentro. Me da curiosidad si existe alguien que conozcamos —dijo Rebeka, con una conveniente justificación en la punta de la lengua.

 

   Tan pronto presionó el botón de enlace, se vio un anuncio en la pantalla:

  {Bienvenid@ a El cielo. Si deseas acceder a nuestro contenido, primeramente, deberás ser miembro. La suscripción es gratuita y prometemos total discreción a nuestros usuarios.} 

 

  —Suscripción gratuita —dijo Rebeka.

 

  {[Nombre]: Yuno & Neo.  [Edad]: 21-21. [Correo electrónico]: … / [Contraseña]: Yuno&Neo1 ¡

 

  —¿Tú eres Yuno? —preguntó Omar, algo confundido. Desde su punto de vista, él creía que sería el único que vendiera su cuerpo en internet.  

 

  —Sí, no pienso dejar que hagas esto solo.  Somos dos y juntos haremos lo que sea necesario. A mí tampoco me molestaría que vieras a otras personas desnudas… —dijo Rebeka, con la intención de aclarar la situación

 

  Ante el comentario, Omar guardó silencio y aunque se sintió más aliviado de no estar solo en la situación, no le hubiera importado tomar toda la carga del trabajo. Por otro lado, Rebeka poco a poco avanzaba dentro de la idea que tenía creada en la mente, mientras que preparaba el terreno. Si ella estuviera sola, definitivamente no haría lo que estaba haciendo, pero el hecho de tener a su novio al lado, le daba valor para arriesgarse a explorar situaciones prohibidas.

 

  [Cliente, vendedor o ambos.]

 

 «Por un momento, en vez de cliente, leí “caliente”. Mejor le doy a ambos», pensó Rebeka, mientras le dio al botón de aceptar.

 

 {Si eres principiante y aún no estás decidid@, te recomendamos que leas nuestro artículo: “Cómo convertirte en un exitos@ modelo en línea.”}

 

  [No] Seleccionó con rapidez.

 

  Tras negar la última sugerencia, el sitio se abrió y mostró alrededor de siete columnas y siete filas, las cuales componían un total de cuarenta y nueve diferentes celdas, que eran pequeñas pantallas pertenecientes a diferentes personas. 

 

 —Guao… quedé sin palabras, este es todo un mundo de diferentes circunstancias al acceso de un clic —aseguró Rebeka, exaltada por lo que estaba a punto de hacer.   

 

  Después de todo, en cada pequeña pantalla se encontraba una personificación diferente de alguna situación morbosa que podía suceder en el presente. Mujeres y hombres aparecían solos o acompañados, con ropa, sin ropa, flacos, musculosos o gordos, penetrando o siendo penetrados, jugando con sus cuerpos dentro del baño, sala, comedor, cocina, azotea, patio, con otras personas involucradas o solos, disfrutando del momento. 

 

  Rebeka volteó su rostro en dirección a Omar y le regaló una sonrisa pícara, ya que le había dicho abiertamente que no le incomodaba si él veía a otras personas desnudas. Pero le intrigaba más saber si, por alguna razón, estaba despertando en su interior algún fetiche con respecto a la situación; pues a veces ver da inspiración y también provoca intentarlo, con el fin de saber cómo se podría sentir lo que alguien más pudiera hacer en frente de ti.

 

  Intentar cosas nuevas no sería algo de lo cual Rebeka pudiera asombrarse, ya que sabía bien los gustos de su amado, quien había tenido como entretenimiento tomarle fotos y ahora podría ser el camarógrafo de diferentes escenas en las cuales su chica posaría con intenciones pervertidas.

 

   Aunque de pasar de tomar solo fotos a ser protagonista existen muchos pasos, Rebeka no quería preguntar, pero si deseaba saber qué provocaría más a su amado, independientemente de estar haciendo porno juntos.

 

 «Se calentará por el orgullo de que su novia sea lo suficientemente sexy como para que otras personas la quieran sin poder tenerle o pasará a sentir el aspecto humillante de que su trofeo fuese exhibido por toda la ciudad. Incluso, podría calentarle ser engañado por su chica. Claro, me refiero a que, si cree que ver a otras mujeres es engañarme, entonces que yo me deje ver por otros hombres es engañarle. Pero, lo correcto no tiene forma, ya que siempre está en constante cambio y ¿qué mejor manera de implantar un pequeño gusanillo del morbo en la cabeza de alguien que tocarle el tema mientras está excitado?».

 

  —Dime amor, ¿no crees que la competencia es satisfactoria para ti? Te imaginas clavándome tu cosa hasta el final, en frente de personas que tan solo pueden resignarse a mirar. ¿Acaso no te haría sentir más macho? ¿Te genera celos que me deje ver ante otro? —preguntó Rebeka, mientras acariciaba las piernas de su amado—. Tu amigo “aquí abajo” manifiesta interés en lo que puede llegar a pasar, no en el dinero que podríamos llegar a ganar. ¿No es así?

 

  A pesar de la incertidumbre causada por la pregunta y de todas las posibilidades que se encontraban en el camino, Omar podía negarse en cualquier segundo a seguir adelante, pues la excitación y el compromiso era muy grande como para que pudiera evitar pensar en forma racional, mucho menos para responder algo que no entendía de dónde venía. 

 

  —Mirándolo desde una perspectiva diferente, siempre y cuando ninguna persona te toque —dijo Omar titubeando, tratando de hacer lo mejor para poder sostener una conversación. — No veo diferencia en este tipo de trabajo o en el de ser un recepcionista, pero…

 

  Aun así, no podía ser muy fluido con sus palabras y parecía como si tratara de no quedarse en silencio por mucho tiempo. Era evidente que, entre dos preguntas, eventualmente respondería la que mejor encajará con sus sentimientos en el momento, no necesariamente tenía que ser la más correcta.  

 

 —Definitivamente, clavarte frente a otras personas que no puedan tocarte me haría sentir más en control. Darte nalgadas, ponerte la carne roja, hacerte chupetones en el cuello y marcar bien mi territorio. Con las más de mil formas que puedo hacerte mi hembra, me haría sentir más poderoso y seguro, en vez de celoso.

 

   La temperatura en el ambiente subió de forma exponencial, tanto así, que la casa estaba ardiendo en llamas. Tras saber que el calor no era de la casa, Rebeka tragó y continuó haciendo clic dentro de la página:

 

  —Entonces, si ves algo que quieras hacer para divertirte conmigo entre estas cámaras… déjame saber para hacerlo juntos. Se te da bien el trabajo de camarógrafo, así como el de macho caliente.

 

   Con la naturaleza desbocada entre sus piernas, que reaccionaba ante las palabras de su novio, Rebeka continuó con su investigación, mirando qué otro video podría ver.  

 

  [Recomendados. Nuevos. Estrellas. Más populares. Público. Privado. Mujeres. Hombres. Gay. Trans.] … La lista de cámaras al azar que era inmensa.

 

  «Ufff», pensó Rebeka. «De cámara en cámara, se me baja la temperatura al tener que buscar qué podríamos tratar de escenificar juntos. Hay tanta variedad de opciones en oferta que puedo ver, que no me ayuda a decidirme. A pesar de lo bien estructurado que está el sitio y de lo fácil que es de usar, no veo nada que capte mi atención al cien por ciento».

 

  Entre los cientos de cámaras, Rebeka seguía bajando y bajando, mirando las ventanas abiertas de la página, al menos con la intención de esperar a que Omar diera una respuesta o compartiera su punto de vista con ella sobre algo que le llamara la atención.

 

 —¿Te gusta alguna? —preguntó Rebeka, un tanto frustrada.

 

 —Mmm —dijo Omar, quien estaba pensativo, como si tuviera un mal sabor en su boca. — Hasta ahora, no veo nada que me interese mucho. A decir verdad, cada vez que miraba porno, pensaba en ti antes de tener la urgencia de terminar. No me tomes a mal, ver tantas partes íntimas de mujeres diferentes en verdad llama mi atención, pero no lo suficiente como para sentir lo que siento contigo. 

 

  —Tal vez sea eso, porque hemos visto mujeres… Podemos explorar la parte masculina para tener inspiración sobre lo que deben hacer los actores hombres. 

 

Dado que quizá en la parte de hombres estaba lo que Omar buscaba ver, Rebeka buscó ese contenido.

 

   Justo en la parte superior, donde estaban las diferentes opciones para separar el contenido por secciones, se encontraba el botón que presionó. Tan pronto la página cargó, hizo un cambio de color, de rozado a azul y ahí estaban ellos, igual que las mujeres. Videos en alta calidad, pero el contenido era algo rústico, repetitivo y con falta de espontaneidad. 

 

  «No es que ninguno sea físicamente feo», pensó Rebeka. «Tienen cuerpos decentes, incluso esculturales y bien trabajados, con miembros de todos los tamaños y colores. Están solos, acompañados, en varios sitios, con juguetes, pero no tienen mucho sentimiento. Es como si fuera un trabajo por obligación. Incluso los diálogos son monótonos y carentes de propósito. Si pudiera describirlo, diría que están desgastados por la rutina… Ahora que lo pienso, el cuarto más popular era el de la mujer que hurgaba dentro de su zona íntima. La calidad de ese video era cinco veces menor que la de estas cámaras y aunque existen mujeres haciendo lo mismo, no se sentía igual. Diría que ese video era de una chica que se grababa con tal de verse después o enviárselo a alguien especial, mientras que estas personas se graban con el propósito de hacer dinero… las mujeres y hombres aquí son actores… experimentados».

 

  En la pantalla de la laptop apareció una notificación que parecía ser el momento más esperado por todos en la mañana, pue, se trataba de la cámara más popular y estaría transmitiendo justo alrededor de esa hora.

 

   Rebeka dio clic y fue dirigida para una pantalla en la cual se podía ver a un hombre, pero a diferencia de los demás, este sujeto estaba bien vestido y arreglaba su cámara un tanto más alejada de forma que captará la habitación en la que se encontraba. Tan pronto pareció dejarlo todo preparado, se volvió a mirar en el espejo y se marchó por la puerta de entrada.

 

  El cuarto se veía bien, con una cama de sábanas rojas y almohadas blancas. No existían gaveteros bajo las lámparas de noche y se podía ver un espejo detrás de la cama. En una repisa había lo que parecía ser una hilera o cubitera, que tenía en su interior una botella y dos copas. El lugar estaba diseñado para tener sexo. «Tal vez era un motel».

 

  Tanto Rebeka como Omar no entendían la situación, pero tras revisar la ventana de diálogo se dieron cuenta muchos mensajes comenzaron a aparecer.

 

  {“Este hombre si tiene agallas,” “Va a intentarlo de nuevo,” “En verdad temo por la pobre chica de hoy, pero voy a pagar porque le rompa el chiquito sin permiso,” “Pagaré porque le ponga la cara roja,” “Yo pagaré porque la tire de los cabellos.”}

 

  «Por los comentarios, parece que se trata de un grupo que observa cómo actúa una pareja en su relación sexual natural: Voyerismo… y pagan porque el sujeto haga cosas que la chica no tiene idea. Después de todo, él puede hacer tanto dinero como su chica aguante…».

 

   Rebeka decidió abrir otras ventanas para seguirse entreteniendo junto con su novio, hasta que después de esperar por unos minutos, finalmente, entró alguien a quien Rebeka pudo reconocer. 

 

 «En verdad no quiero destruir el ánimo de la mañana, pero esa persona me ayudó. Como mujer, tengo que devolverle el favor, aparte de simplemente arruinar a la competencia», pensó, tras fijarse en la pantalla más de lo normal.

 

«¿Será que Omar también pudo reconocer a la mujer que se mostraba en el video?» aunque yo tardé un par de minutos en reconocerla

 

— ¿No es quien vino junto al otro sujeto a recogerte para interrogarte? Luce como quien no sabe absolutamente nada con respecto a la situación. 

 

 «Incluso hasta mi novio la pudo reconocer. Pobre mujer necesitada…», pensó, tras mover sus ojos en forma circular. «Pero puedo entenderlo, el sexo es como un remedio para lidiar con un día de trabajo estresante».

 

  Engatusada por su amante, la mujer tenía la mirada característica de alguien inocente e inexperto. Era de esas chicas que harían cualquier cosa por creer en el amor falso que sus novios juraban tenerles y eso era exactamente lo que los consumidores de porno buscaban obtener en ese momento: el valor que existía en la corrupción de un cuerpo delicado, sin experiencia y puro, como el de aquella mujer.

 

Luego de voltearse, Rebeka hizo contacto con los ojos de su chico y tras unos sutiles movimientos de su mano se las ingenió para sacarle el miembro del pantalón. Omar meneó sus caderas hacia atrás y adelante en la silla, sin darse cuenta de lo excitado que estaba, para después facilitarle el exceso a su chica. Estaba atrapado en la pantalla, tal vez no podía notarlo, pero sí podía sentir la excitación de lo que estaba viendo.

 

  Rebeka mantuvo sus ojos en la bandeja de mensajes y reía porque no estaba equivocada, ya que también sentía el morbo hipnotizante de lo que podía llegar a pasar. «En este mundo de tantas ofertas, las personas viejas, aburridas, se vuelven catadores de exquisiteces. No se conforman con cualquier estrella de porno con un cuerpo sensacional, sino que antes de elegir qué ver, examinan, valoran, comparan e identifican lo que van a consumir, según el nivel de inocencia, delicadeza, incredulidad, nostalgia y gusto, que pueda provocar la escena. Sin importar cuál fuese el escenario, la perversión que se estuviera haciendo, la mirada y los gestos del actor cuentan tanto como el trabajo. Algunos actores son buenos en imitar esos gestos, pero nunca es igual, la mirada de alguien inocente que haría todo lo que su pareja quisiera, aunque no supiera lo que sucedería y estuviera llena de inseguridades, en comparación a la mirada de alguien agotado por la rutina del trabajo».

 

Mientras la mujer de la pantalla recibía los besos y caricias de su amante, tenía unas cuantas prendas fuera y había quedado sobre la cama. Con la cabeza entre las piernas de la chica, el sujeto se las ingenió para levantar la camisa junto al sujetador que le cubría el torso, de modo que los pechos le quedaron al aire y se le desparramaron por los lados. Con la boca abierta, los ojos cerrados, las piernas levantadas, la mujer estuvo recibiendo un exquisito oral por parte de su compañero, quien observaba a su víctima de abajo hacia arriba, con mirada de pícaro. Si él quería hacer las cosas que le pedían, tenía que asegurarse que estuviera tan excitada, que no se pudiera negar. 

 

  Rebeka tomó su teléfono y se decidió a marcar al número de la estación en la cual había sido retenida. De operadora en operadora y haciendo referencia en que tenían la intención de reanudar el caso, pero que con quien se sentía cómoda hablando era con la oficial que le había acompañado, obtuvo el número que deseaba.

 

  —¿Acaso vas a hacer lo que creo que vas a hacer? —preguntó Omar. 

 

 —Si, pero si quieres te dejo ver un poco más… hasta que él se la meta, si te interesa…

 

Tras pensar en que tal vez podría ser una sugerencia con segundas intenciones, que podría ser una trampa por parte de Rebeka, él guardó silencio y luego agregó: 

 

  —Si nos vamos a decir el uno al otro lo que nos hace sentir incómodos o no, no creo que tenga sentido que me esté cuidando, si me estás probando en este tipo de situaciones. ¿Es así?  

 

—Claro que no tiene sentido. Actuar, pedir y hablar con segundas intenciones no nos ayudará en nada —respondió Rebeka, con los ojos de alguien que miraba un pasado desagradable de recordar.

 

 —No creo que tengas que esperar a que se la meta, si quieres arruinar a la competencia, debes impedir que el mejor momento ocurra. Nosotros podemos hacerlo mucho mejor que ellos, también te puedo romper el chiquito sin permiso…

 

 Con la respuesta de su novio y la temperatura subiendo, Rebeka marcó el número que le habían dado, antes que se arrepintiera de hacer un buen acto, por estar haciendo cosas indecentes.

 

  En la bocina de la laptop se pudo escuchar como el timbre de un teléfono comenzó a sonar.

 

  Al principio, la uniformada ignoró el hecho de que estaba recibiendo una llamada, pero debido a la insistencia, decidió tomar el dispositivo para ver quién era, aunque el sujeto no estaba de acuerdo con esa acción, ya que, si una persona se preocupaba por otras cosas en medio del sexo, garantizaba que se le bajara la excitación. Sabiendo esto, mejoró los movimientos de su lengua y aumentó la agresividad de sus chupadas, con la intención que el placer que su chica sentía fuera más fuerte que la curiosidad de ver quién le llamaba.  

 

 Por otro parte, Rebeka, no tenía deseos de hablar. Tan pronto vio que la uniformada pudo agarrar su teléfono, colgó y se dirigió a donde estaba la aplicación de mensajes para capturar fotos con la cámara. Los pechos, las piernas, el trasero y el coño de la uniformada fueron enviados como fotos independientes, luego la cara del sujeto que le estaba haciendo un oral y, por último, un mensaje a la bandeja de conversación con las sugerencias.  

 

 Luego de abrir los ojos como platos, la uniformada miró a todos lados de la habitación, hasta que hizo contacto visual con la cámara. 

 

  —Para —dijo la mujer, cambiando el tono de su voz. 

 

  El sujeto pretendió no escuchar y con mucho más afán se prendió entre las piernas de la chica, pero ella repitió la misma frase y luego marcó un número en su teléfono. 

 

  Tanto Omar como Rebeka se podían imaginar lo que iba a suceder, mientras que tan solo unos pocos usuarios lograron descifrar las expresiones de la víctima. En cinco minutos, se escuchó como alguien tocó a la puerta y cuando el sujeto que estaba arrodillado entre las piernas de la uniformada se detuvo, ella gritó tan alto como pudo.

 

  De una patada, la puerta que estaba siendo captada por la cámara fue derribada. Con una pistola que apuntaba y rastreaba como si fuera un perro hambriento, entraron a la habitación un grupo de funcionarios policiales, gritándole al hombre, que se había quedado tan perplejo por la situación, que ni siquiera estaba escuchando lo que se le decía. 

 

  Rebeka regresó su teléfono de vuelta a la mesa. En la esquina de la pantalla donde se mostraba la cifra que representaba la cantidad de observadores, los números subieron desde los cuatro dígitos hasta los seis. Rebeka fue la única con la intención de abandonar la sala de video que estaba viendo y entrar a otra. Así como los miles de espectadores, su amado y ella estaban ahí para buscar porno, no para ver cómo apresaban a un individuo, aunque el proceso entrara en la categoría morbosa de “pillado”. 

 

 De clic en clic, finalmente encontró algo que parecía agradarle.

 

   Con el miembro de su amado en la mano, Rebeka amplió el video de la pantalla y se retiró lo que llevaba puesto debajo de la falda, ahí donde estaba sentada.