Chapter 8
Sangre y sexo
—¿Eres vampiro? —preguntó Juliet sintiendo la esencia de los genitales masculinos. Después de tragar en seco, como quien buscaba una excusa para salir de algo que ya se estaba arrepintiendo haber comenzado.
Elena, mirando desde arriba, entre Rey y Jul, decidió usar su mano derecha para apartar los cabellos rojos de la cara de su amiga y así poder acariciarle las mejillas hasta abrirle la boca por los labios. Misma que se llevó la mano entre los muslos buscando darse placer, retorciendo sus piernas y moviéndose en el lugar ante la anticipación de lo que vendría.
—No de los que chupan sangre y matan a sus víctimas, pero sí, te puedo asegurar, que es de los que chupan coños —agregó Elena con entusiasmo agarrándole el miembro desde atrás con los mismos dedos que había puesto dentro de la boca de Jul—. Cuando él empiece a chuparte te aseguro que querrás disfrutarlo todos los días…
El joven no podía hablar por sí mismo, tan solo miraba y anticipaba con ansias eso que tanto él quería que pasara. Las primeras veces eran las más excitantes
Juliet casi que sacó la lengua de su boca cuando Elena hizo que la verga de Rey le diera en la cara. Con una verga gruesa, venosa, dura y caliente, restregando su calor, olor y sudor por la piel del rostro, le era imposible dejar cerrada la llave de flujos vaginales. Tanto así que Juliet podía perfectamente estar mojando el colchón por la excitación que estaba atravesando el cuerpo en ese momento.
“¡Ah!” El golpe en la punta de su verga le hizo recuperar la calma y darse cuenta de algo que podía ser un problema. “Nunca le he chupado el coño a Elena como para que diga semejante cosa. Esto tiene que ser una indirecta. Tengo que dar todo de mí, hacer que Juliet pruebe algo que no se canse de repetir… la presión es abismal, pero me ayuda a estar aquí. No saber si voy a poder, pero lo tomo como un reto. Chupar es chupar, no creo necesitar más experiencia… pero, por si, o por no… mejor advierto antes de quedar mal parado.” Se dijo a sí mismo el chico cuya verga palpitaba en el lugar, con tal de hablar;
—Elena no está del todo correcta… —como quien quería justificarse en caso de que sus habilidades no fueran la gran cosa, pero un fuerte apretón de verga provocado por los nuevos músculos de la rubia le hizo reconsiderar la situación y agregar—
… También puedo chupar sangre y hacer que no duela.
Sin salida ni oportunidad a quedar mal o incumplir las palabras que alguien más había puesto en su boca, Rey estaba forzado a hacer realidad las mentiras de la rubia. Como quien quería hacer consciente de lo que estaba haciendo, Rey llevó sus brazos hacia atrás de la rubia hasta que le agarró las nalgas y con su dedo medio, sin lubricar ni precio aviso, invadió el culo de esta tan lejos como pudo llegar.
Ante el gesto, Elena guardó silencio, abrió las piernas y empino aún más la cola para mirar con sonrisa picaresca a Rey.
—Y… ¿Qué más puedes hacer? —agregó la rubia con tono ronroneante.
“Esta rubia está disfrutando de su castigo en vez reclamar perdón…” pensaba Rey, al escuchar la pregunta que Elena hacía con tanta naturalidad hacia una chica a pesar de que le estuvieran estirando el culo a punto de incluso abrirlo con un dedo. “Quiero follar y no puedo defraudar… ¿Qué puedo responder, para que estás dos pasen a la acción y dejen de hablar tanto? ¿Qué más puedo hacer?”
Cual si recibiera iluminación al mirar su verga, Rey respondió; —Que crezca mi lengua.
Siendo consciente de las implicaciones que tenían dichas circunstancias, la respiración de Juliet se descontroló al mismo tiempo que su boca se abría más, al punto de incluso dejar salir su lengua, como si por cada segundo que transcurrieran ella quisiera ser cogida por el joven ahí presente.
—¿De verdad?… ¿Podrías cumplir mis fantasías?… ¿No te es inconveniente hacerlo con alguien como yo, aun con este cuerpo? Te advierto, no solo es mi barriga que hace roscas cuando me siento, ni la carne blanda de mis nalgas o mis tetas caídas que apestan a rancio, también tengo el coño roto…
“Definitivamente, ¡¡¡quiero follar!!!! Si viviéramos en un mundo de gente muda. Pero la autoestima de ella está por el piso,
¿esa es la imagen que tienes de ti misma… si te pudieras ver de la forma en la que te veo ya me la estarías chupando, ¡te lo apuesto!”
Elena, apuntando con su dedo índice, dijo;
—¿Qué te dije de ofenderte a ti misma en frente de los demás?
El joven miró extrañado el comportamiento de Elena hacia Juliet. Si se hubiera tratado de Samantha, la rubia le hubiera dado una cachetada, torturado o reprochado la acción. En cambio, las cosas malas que Juliet hacía o sus rasgos de inseguridad simplemente eran ignoradas o descartadas. Como si fuera a encontrar los mismos resultados alagando o criticando. “Sí, Elena dijo «deben de mantenerse neutral, ni adular mucho, ni mostrar desprecio» Ya entiendo, casi que se me había olvidado.”
La pelirroja afiló la mirada de sus ojos como quien esperaba
que Rey reaccionara o dijera algo, después de todos, muchas personas tienen la tendencia de decir; “tienes un cuerpo maravilloso y lindo, cuando ella se despreciaba en frente de ellos.”
Casi que, en un segundo, Rey pudo actuar natural siguiéndole la corriente a Elena cosa que le ayudo a no prestarle atención a Juliet. Aunque la palabra ‘roto’ sonara algo preocupante en el contexto que se había utilizada. Misma que dio muchos de que pensar, como; “¿Qué quería decir con roto? Tal vez Jul se refería a que no había podido disfrutar del sexo.”
—Elena, no puedo siquiera meterme un dedo por el coño sin que se sienta tan doloroso como un cuchillo. —se confesó la pelirroja, como quien esperaba encontrar reacción por parte de Rey—. ¿Cómo podría complacer a un hombre en la cama?
“¡Que uno de sus dedos le causa semejante dolor! Entonces,
¿esta verga gruesa y gorda…?” Se dijo Rey, mientras dibujo en su rostro expresiones de asombrado. Era compara la finura y delicadeza de una hoja en las praderas a la robustez de un árbol centenario. “Ella no podrá aguantar la vitalidad que tengo para poder mantenerla levantaba por un largo periodo de tiempo.”
No sabiendo qué decir, Rey estaba contra la pared dado que no podía ocultar su asombro.
—Ya te dije, —entro Elena, salir una risita burlesca dentro del tan tenso ambiente—. El sexo anal tiene muchos beneficios cuando deja de ser doloroso. Entre todos, no debes de preocuparte por quedar preñada.
—Está bien, —dijo Juliet como si fuera a tomar el tema con suma consideración—. Pero necesito tiempo. Muchoooo tiempo. Por ahora, solo me animo a ver si me la puedo meter en la boca.
“¡Finalmente! Caminar en territorio minado está valiendo la pena.” Se dijo Rey como quien podía ver la luz detrás del túnel. “Meterla en la boca, chupala, chupala, chupalaaa…”
Sintiendo cómo la verga se le hinchaba con cada latido al punto de comenzar a arderle, Rey no pudo hacer más que poner la mente en blanco para controlar sus ansias y dejar de actuar como un disco rayado.
—Uuuuu… ¿Te quieres portar mal? —preguntó Elena, haciendo que la verga de Rey se bajara lo suficiente como para que la punta quedara justo sobre los labios de la pelirroja.
“¡Chupalaaaa!”
Elena, sin dejar de sostenerle la verga, tomó a su amiga por los cabellos. Conociendo las intenciones sádicas de la rubia, cualquiera creería que esta pretendía hacer que la pelirroja se atragantara con la verga, pero no. Para sorpresa de Rey, la rubia agarraba los cabellos rojos y empujaba hacia atrás con tal de no dejar que Juliet se adentrará la punta del glande en la boca que ya estaba ansiando devorar carne. Para Elena existían otras formas de ejercer tus características sádicas, dar con tal de generar dolor o quitar con tal de también generar dolor. Tanto que los ojos de Juliet están tan encendidos que parecían suplicar, mientras que el animal descontrolado y fiero de Rey ya embarraba el suelo con un hilo de baba que soltaba de su boca.
“¡¡¡Rubia!!!”
La pelirroja se moría de ganas de chupar verga. Sus ojos eran dos aspiradoras que deseaban contentar a la boca que le esperaba. Tan llena de deseos y de gustos, Elena sabía que, si ella comenzaba, no se propondría parar.
—¡Nop! ¡Aún no puedes metértela en la boca! —dijo Elena con una sonrisa maquiavélica en su rostro—. Suplicar como una perrita… grita, di que te mueres de las ganas de metértela en la boca.
—Suplica, Juliet, dilo por lo que más quieras, —dijo Rey como quien no se esperaba hablar en voz alta lo que pensaba.
—¡Me muero de las ganas de que me metas la verga en la boca, lo quiero tanto y lo quiero ahora! —Grito Juliet ignorando que tenía la puerta abierta.
Elena, al pedirle a Juliet que gritara, e hiciera ruido, tenía la intención de llamar la atención de Samantha. —Aún no es suficiente. —dijo ella—. Quiero sentir con mi coño que en verdad estás dispuesta a hacer cualquier cosa por chupar verga. Entrega tu boca al propósito, hacerte una tragadora profesional en el proceso. Ante él y yo, jura hacer cosas que nunca te imaginaste haber hecho.
Rey ya estaba poniendo los ojos en blanco, a punto de perder el conocimiento, dado que las palabras de la rubia ronroneaban justo en su oído, y aunque iban dirigidas a provocar a la pelirroja, el joven no pudo evitar caer en semejantes provocaciones.
Juliet no era Samantha, a ella no le importaba nada, sin pelos en la lengua, abrió la boca y puso las manos en frente de sus pechos como si fueran las patitas de un perro; —Rey, pienso servirte con esta boca mía. Es tuya para que uses, abuses y hagas de ella lo que quieras y desees. Lamerte completo con mi lengua, desde los oídos hasta chuparte los dedos de tus pies y manos, penetrar tu culo, lo que quieras. Todo lo que quieras.
Aunque Rey no pudiera cogerle el coño a la pelirroja, ahí estaba Elena, con el dedo aún metido en su culo hasta pasado la tercera falange. Ella también se notaba muriendo de excitación. Como ella era la que había propuesto los veneficios del sexo anal y se dejaba tocar la zona, era porque su orto estaba disponible. A pesar de haberse cogido a Sam, él no recordaba haber alcanzado a vaciar la leche de su verga bien dentro en las entrañas de alguien, aún.
Elena masajeaba de arriba a abajo el miembro de Rey por los cachetes de Juliet. Ella seguía pasándole la verga por la cara de su amiga quien a ese punto deseaba tan ciegamente tragar lo que tenía en frente, que se comportaba como un cardenal recién nacido que pedía por comida con la boca abierta.
—Te has portado bien —dijo Elena—. Ahora que lo suplicaste de una manera tan conveniente, puedes cometer todo lo que puedas tragar.
La rubia soltó los cabellos de Juliet y alineó el falo de Rey a la altura de la boca de su amiga. La pelirroja abrió su mandíbula y avanzó su cabeza con la intención de tragarse lo que más pudiera.
De empujón a empujón, Rey sintió como si su hierro caliente, al rojo vivo, se zambullera en agua fría, y vio cómo la boquita de labios finos tragaba más y más hasta que chocó con el cielo de su garganta. Ni Samantha ni Elena pudieron llegar a tanto cuando su verga estaba erecta, significante esto que Juliet tenía talento, o hacía todo lo que podía, dando el cien por ciento de sus capacidades orales.
Dejando salir toda una bocanada de aire junto con la verga de Rey, Juliet continuó con su degustación a pesar de que Elena no seguía sosteniendo la verga del joven. La pelirroja levantó su mirada y observó en dirección a los ojos del chico que se retorcía, con la carita angelical de una niña golosa. Dentro de su boca, aun sin que hubiera mucho espacio, ella lamia y chupaba con simultaneidad el dulce.
Rey abría y cerraba los ojos como si tratara de despertar de un sueño, desde su punto de vista, ver cómo entraba y salía toda la punta de su miembro de dentro de la boca en forma de ‘O’ de Juliet era comparable a la cogida de culo que le había dado a Sam. Loco por venirse, moviendo sus caderas con tal de seguir adentrando su verga en aquella boquita cuya mandíbula se estiraba al punto de parecer que se iba a desgarrar de por vida. Él regresó a la conciencia cuando la pelirroja se detuvo para preguntarle:
—¿Te gusta?
La rubia, no quería renunciar al dedo que tenía de Rey en el culo así que decidió prestarle atención a los pequeños pezones pertenecientes al fornido cuerpo que tenía enfrente. Cuál si estuviera chupando la teta de una chica, Elena, con su lengua y mediante fuertes succiones, endureció las tetitas de Rey para después darle mordidas y lamerles con pasión desenfrenada.
“Sus dientes no me hacen sentir incómodo, su lengua es maravillosa y sus labios indescriptibles. La mejor chupada de mi vida diaria yo.” Pensaba Rey con los poros de su cuerpo erizados, para agregar; —Perfecto… se siente de maravilla.
—¡¡Hey!! —reclamó Elena celosa—, Menos conversación y más acción.
El joven consciente de los sentimientos de la rubia que tanto se esmeraba, decidió retirar sus dedos de donde les tenía. Era un juego bastante peligroso al querer probar fuerza con ella, pero la situación lo requería de cierta forma. La estrella del momento era Juliet.
Apenas fue descorchada, en sus ojos la rubia plasmo las expresiones de alguien que buscaba joder, pero no sin antes crear todo un camino de saliva al pasar su lengua por donde iba. Como quien advertía sus intenciones, ella le dio tiempo al chico para que le volviera a ensartar el culo, pero este siguió sin prestarle atención.
“Con tal de buscar atención esta rubia puede llegar a ser muy peligrosa.” Restregando sus pechos de pezones endurecidos por la piel musculosa, Elena procedió a arrodillarse detrás de Rey y prepararse para adentrar su cara entre las sólidas nalgas del joven. “¡Va a por mí culo sin discriminar!” Pensaba Rey un tanto preocupado por la situación.
El primer lengüetazo, por parte de Elena y Rey sintió como algo húmedo se deslizaba entre sus nalgas, cosa que le hizo dejar de sentirse muy preocupado. Después de todo, si se venía espontáneamente en la boca de Jul como mismo hizo con Sam, tendría que dejar de disfrutar a la pelirroja para pasar a satisfacer las demandas de la rubia.
Otro lengüetazo, mucho más profundo e insistente que el primero. “Con los antecedentes que tiene ella, cuando se dé cuenta de que su lengua no funciona, seguro pasara a meterme un dedo. Después varios e incluso la mano. No, Rey, definitivamente no puedes dejar que semejante acto sé dé lugar. Jul sigue chupándome rico, así como haces, lo demás no importa.” Se dijo sin poder negar que le encantaba sentir como dos bocas que siquiera decían malas palabras se rebajaban placenteramente a chupar verga, coños y culos por igual.
“Al menos no se siente tan intenso como para hacerme venir. Ese orgasmo de ayer tuvo que ser provocado por algo más…” Se dijo Rey, aliviado por no eyacular desprevenidamente como había ocurrido, aunque la rubia se estuviera empeñando y usando las mejores técnicas de sus dedos mientras le relamía los bordes del esfínter.
Juliet se detuvo para mirar lo tan entusiasmada que estaba Elena y preguntó:
—¿Qué haces?
El corazón de Rey se detuvo. Él, no podía identificar si lo que venía detrás de esa pregunta por parte de la pelirroja sería una reprimenda o un halago.
—Lo mismo que te hice a ti cuando estabas boca abajo en esta cama… ¿Te molesta? —La rubia respondió valiéndose de palabras fulminantes, como si señalando secretos ajenos, Rey se pudiera sentir más confidente a dejarse hacer y disfrutar cosas que otros pueden creer que son solamente de chicas.
—No —respondió Jul—. Es que quien prometió que haría todo con su boca fui yo.
“¡¿Ella también está dispuesta a llegar a tanto?!” Se preguntó el joven, pudiendo respirar tranquilamente. La carga de tener que prestarle importancia a su sexualidad o de verse obligado a explicar y justificar cosas, estaba fuera de sus hombros.
—Lo que dijiste me dio antojo, —respondió Elena, contenta de poder hacer y disfrutar lo que le gustaba, a la vez que disimulaba su plan fallido.
—Bueno, ya que vas a usar tu boca, ¿podrías ayudarme aquí adelante? —dijo Juliet.
En la conversación entre aquellas dos chicas arrodilladas a sus pies, Rey pudo percibir que el ambiente se sentía como si todos fueran algo más que simples amigos, pero… algo menos que una relación formal. Un sentimiento confuso de complicidad. Jóvenes en sintonía morbosa, lujuriosa y libidinosa que podían hacer y deshacer entre ellos con la confianza de amantes dispuestos a buscar y entregarse al placer. Algo que no tenía precio alguno.
—No seas perezosa Jul que no todos los días se le puede chupar el culo a un hombre sin que se sienta ofendido por su sexualidad —agregó la rubia quien siguió en lo suyo.
“Elena, maldita que eres.” Pensó Rey. “Ahora, ya ni quejarme puedo.”
Juliet, un poco más decidida y tras hacer el gesto de alguien a quien le dolía la mandíbula, se reincorporó en su tarea hasta alcanzar un ritmo conciso.
Rey se mantuvo de pie durante unos buenos minutos, pretendiendo estar muerto ante las ansias de una bestia. Elena, ya con la lengua que no le daba más incluso se chupó los dedos y los introdujo de una para mover hacia abajo y estimular el punto G masculino. Tercer intento de su plan fallido, y varios minutos sin ver leche, ni sentir los espasmos eyaculatorios que buscaba, la rubia perdió el interés y decidió gatear sobre la cama con su culo empinado con tal de demandar por la fuerza lo que se le antojaba. “Definitivamente, ayer fue algo especial,” se dijo Rey como quien juraba no probar fuerza con la rubia. “No me imagino teniendo un punto débil en un área tan vergonzosa, ni a esta rubia con el poder de hacerme venir cada vez que se quiera castigarme”.
Juliet seguía chupando mientras trataba de ignorar el comportamiento de la rubia zafada que seguro algo no muy bueno se le había ocurrido. Y así fue, porque Elena apartó la cabeza de la pelirroja para llevarse la punta de su verga entre las piernas justo en la entrada de su coño que escurría jugos.
En medio de la conexión de Rey y Elena quedaba la cara de
Juliet quien estaba arrodillada. Ella tal vez había perdido la punta del falo para mamar, pero no significaba que aún no le quedaba el tronco que parecía enterrarse y hundirse como una estaca en medio de las firmes nalgas de la rubia.
Los ojos de Rey se abrieron, para su corazón que no dejaba de ver escenas eróticas presenciar como la punta de su verga se clavaba en el coño de Elena mientras que Juliet le pasa la lengua por el tronco, se volvió toda una novedad.
Juliet se movía despacio, deslizaba su lengua en dirección al cuerpo de su amiga que se aseguraba de dejar sus piernas bien abiertas. De la verga, la pelirroja salto hacia un costado de los labios mayores del coño de Elena y luego subió hasta el culo de la misma para terminar escupiendo en este cuanta saliva pudo dejar ir.
En cámara lenta, Rey pudo ver cómo se deslizaba entre las nalgas de Elena el líquido blanco viscoso que salió de la boca de Juliet. La baba acarició el anillo carnoso y se deslizó sobre el miembro duro y venoso dejando un rastro de humedad para continuar con la intención de querer llegar a caer sobre las sábanas de la cama. Pero la pelirroja fue rápida e hizo un descenso majestuoso y delicado con tal de atrapar con su lengua la saliva condimentada que antes había dejado ir.
Tan pronto se le escuchó tragando, justo sobre el clítoris de la rubia, la pelirroja hizo su tarea de recogida al mismo tiempo que se esforzaba en provocar una sensación que Elena seguro deseaba que nunca se terminase. Rey abrió su boca, cerro los ojos y pudo sentir con su verga como la rubia buscaba placer con sus caderas, meciéndose delicadamente, con tal de cabalgar y frotar más seguido las paredes de su vagina, al mismo ritmo que la lengua de su amiga le pasaba por el clítoris.
Con intenciones de satisfacer las demandas de la rubia en cuatro, Rey estiro su mano y le tomo de los cabellos para avanzar su miembro hasta que no dejó espacio para que Jul pusiera su cabeza.
Ante el constante bombeo de un hombre excitado que chocaba sus caderas contra las nalgas de su pieza, Juliet, con restos de fluidos embadurnados del sabor de tres partes privadas dentro de la boca, se desplazó hasta llegar a besar los labios de Elena. Misma que se encorvó y subió la cabeza para recibir el contenido que la pelirroja le llevaba con su lengua.
Entre besos, gemidos y embestidas los tres cuerpos terminaron retorciéndose sobre la cama por un buen tiempo. Quien más comenzó a disfrutar del momento fue Juliet. La pelirroja pasó a sentarse contra el respaldo de la cama con las patas bien abiertas, mientras que Elena le chupaba el coño y recibía la verga de Rey. Las pieles de los tres chicos parecían de porcelana por el sudor que les empapaba, y la habitación, en un principio fría como el invierno, ahora estaba caliente como si fuese verano. Las sábanas eran agua y las embestidas junto a los gemidos, música con la cual se retorcían las dos sirenas.
“Ahora sí, este coño estaba bajo mi control y dominio. ¡¿Ya no dices más rápido, no es así?!” Se decía Rey orgulloso de sentir como los músculos vaginales de la rubia le apretaban el miembro como si se estuviera viniendo intensamente.
Con las piernas que le temblaban y sin poder controlar la respiración, Elena dijo entre gimoteos;
—Juliet… Aaah, deja que Rey te la meta… ahhh… ahhh…
—No, que voy a llorar del dolor… —dijo Juliet repleta de dudas y ansiedad, cambiando la cara de quien disfrutaba de las cosquillas que recibía en su coño.
—Jul, nada… me hace venir más fuerte… que las lágrimas de alguien a quien se están cogiendo. —Repuso Elena, apretando las sábanas de la cama y tensando las expresiones de su rostro lloroso de felicidad y éxtasis.
Rey se quedó petrificado, no conocía ese lado de Elena, puesto que creía que con lo que le estaba dando era suficiente. La situación en verdad era delicada, pero nada que no pudiera resolver.
—¡¡No!! ¡¡no!!
—¡¡Si!! ¡¡Si!! —agregó Elena. —Además, con una verga como esa, no tendrás que preocuparte con que se te cierre el coño en un largo tiempo.
“Juliet está indecisa, y aunque no sea correcto, tengo que ponerme de parte de Elena para poder cogérmela. Después de todo, es deber de un hombre complacer a las mujeres.” Pensaba Rey quien dijo en voz alta; —Te aseguro, que no va a doler tanto como piensas.
—¿En verdad? —indagó Juliet con la cara ilusionada.
Ninguno de los miembros de la casa podría poner las palabras de Rey en duda. Nunca estaban equivocadas, eran casi como los mandamientos dados por un dios, como en los libros religiosos.
—Ja, ja, ja —se carcajeó Rey pudiendo saborear con su boca la continuación de un momento maravilloso al alcance de su verga—. Dejando de lado que no tengo ninguna experiencia en el uso de esta habilidad, solo te puedo decir que procedamos con el sexo y que, aunque te duela al comienzo, después podrás crear mucha tolerancia…
“¿Con que esto es lo que siente Elena cada vez que trama algo? Mantén la calma, respira confidente, no dejes que el corazón te delate. Si no actuó extraño, ella nunca podrá darse cuenta de que esta sería mi primera vez.” Pesaba Rey, evocando el sentimiento que tenía en el pasado cuando algún médico o enfermera, sin experiencia alguna, trataba de sacarle sangre de las venas ocasionándole mucho dolor. “Mantente calmado. Por favor. Calma y confidencia.”
Ante el silencio, los ojos de Juliet se movían con inocencia, ella quería creer en las palabras del joven que le miraba y brindaba seguridad, pero entregarse al dolor no era fácil. Además, estaba hablando un hombre, alguien que no tenía idea de si iba o no a doler. Aunque él no tenía por qué aprovecharse de ella, ni mentirle, los tres en ese cuarto ya habían llegado a tanto que era imposible dejar que la codicia y la lujuria hablarán a través de labios honrados.
—No tienes mucho que perder, —dijo Elena enternecida sobre las sábanas—. No existirá otro hombre que caiga entre tus manos como él. Y, seriamente, Jul, ¿cómo es que no puedes levantar tu coño y gritar querer que te cojan toda cuando alguien tan lindo, educado, masculino y fornido como él te habla con semejante tono de seguridad? Rey, parece que tendrás que poner más empeño.
—No, —intervino Jul—. Tienes razón, semejante cuerpo y verga son una cena para reinas. Me pienso dejar coger y no pasar por alto esta oportunidad. Pero si me duele mucho, y digo para, es para… Por favor.
—Uffff… Quiero ver. —dijo Elena haciéndose a un lado, dejando a Juliet con sus piernas abiertas en frente de Rey.
“¡¿Funcionó?!” Se preguntó el joven perplejo en el lugar.
Allí estaba ella, la pelirroja del grupo, tendida contra el respaldar de la cama, desnuda y sudada. Rey veía que cada vez que Juliet respiraba, intencionalmente ella hacía que sus pechos se levantarán con tal de no respirar con su barriga, haciendo que la tensión sexual se incrementara entre ellos dos.
“Está tan hermosa que me la quiero comer de un bocado.” Se dijo Rey excitado.
Sin control, el joven se hacía ver como un tren que prometía descarrilarse, tanto así que soltaba humo blanco por las comisuras de su boca con cada exhalación.
—Entonces, ven aquí. Haz lo que me dijiste que me ibas a hacer. —dijo Juliet, abriendo aún más sus piernas y usando los dedos de su mano derecha para abrirse el coñito tan lindo y delicado que en color casi que le hacía juego con sus cabellos.
Teniendo que reprimir el desenfreno de querer meterle la verga de una a Juliet con tal de mantener su palabra, Rey no tuvo más remedio tumbarse sobre sus manos en la cama. Con su boca era la única manera que tenía para anestesiar la zona. Teniendo que quedar con sus nalgas al aire para acercar su cara entre las piernas de Juliet, él pudo adivinar como a Elena, le brillaban los ojos, ya que iba a quedar con algo con lo cual entretenerse por otro rato. Ignorando lo que pudiera hacerle la rubia, Rey se centró en el olor que provenía de la delicada raja de Jul, tan intenso como para hacerle olvidar cualquier prejuicio o racionalidad.
Curioso por cómo sabía, Rey cerró sus ojos y pasó su lengua por los labios vaginales empapados en saliva y sudor, pero no otros fluidos. La palabra que podía describir el sabor de aquella concha era ‘deliciosa’. Hasta el momento, él nunca había degustado una combinación entre dulce y amargo como ese, aferrando sus manos a las caderas de Juliet mientras que esta se negaba a hacer más que tan solo gemir temerosamente mientras se aguantaba las manos.
Aunque la pelirroja hacía lo mejor para abrirse el coñito, Rey pudo confirmar que lo tenía superestrecho y poco elástico, tanto que incluso su lengua pasaba trabajo para entrar. Sin siquiera transcurrir mucho tiempo, Juliet comenzó a sesear de dolor ante la invasiva entrada de una lengua que se restregaba por entre las paredes de la raja, acariciándole los bordes y buscando y clítoris entre los labios vaginales.
“Estuve equivocado, aumentar la proporción de sus músculos no le va a hacer más delgada como a Elena y Samantha.” Se dijo Rey quien, dejando la excitación de lado por un momento, pudo confirmar que Juliet no tenía ovarios al abrir sus ojos y ver lo que era una pequeña cicatriz en la barriga de ella. “No es que tenga el coño roto, sino que nunca lo tuvo desarrollado del todo. Antes de nacer, ni la vagina o el útero se le formaron correctamente y los ovarios tuvieron que removerse para aliviar el dolor. Desde entonces ha estado usando dilatadores vaginales para poder mantener relaciones sexuales…”.
Nuevamente, tras un poco más de tiempo, Rey volvió a bajar y meter lentamente su lengua al interior. “En que problema me he metido, pero… nada que no pueda resolver con tal de follarme a esta pelirroja todos los días.”
La cara de Juliet cambió, por alguna razón ella no sentía el dolor que esperaba sentir. Sintiendo lo que nunca imaginaba, ella resopló y gimió varias veces. La pelirroja abrió los ojos y bajando su cabeza pudo ver como aquel chico tenía la lengua totalmente dentro de su coño, pensó en detenerle, pero el placer no le dejó. Cosa que empezó a moverse como una perra encelo, restregándose contra la cara que tenía para disfrutar.
Degustando la entrepierna chorreante de líquidos vaginales, Rey se dejó enloquecer con el sabor que podía sentir. Chupaba, lamía y mordía aquel coñito con locura desaforada que no recordaba haber experimentado, mientras Juliet le apretaba la cabeza con más fuerza. Ella se puso a gemir mientras dejaban que el chico le penetrara con su lengua hasta alcanzar el orgasmo que tanto había deseado.
Sintiéndolo todo tan placentero, como su coño se llenaba y las paredes eran acariciadas. Lo maravillosa que eran las sensaciones fuertes que le provocan las constantes penetraciones y los chupones que le dejaban seca. Juliet no pudo dejar de preguntar;
—¿Cómo es que esto que me enloquece tanto?
La respuesta que le paso por la cabeza fue una locura, pero le era imposible dejar de pensarla al mirar a la cara de él. Era sangre, mucha y no muy brillosa. Semejante a la del periodo que les bajaba a sus amigas, misma que parecía estar alimentado las características vampíricas de Rey quien con su saliva anestesiaba y sanaba el himen que se regeneraba contantemente.
—¡¿No puede ser?! —dijo Juliet tapándose la boca, dejando que las lágrimas brotaran de sus ojos—. Me arreglaste.
Rey respondió con una sonrisa brillante de sus ojos.
Elena, por otro lado, con su lengua estaba entretenida recorriendo el esfínter de aquel culo lampiño en el cual acostaba su cara. Ella, como chica que era, decidió comenzar la chupaba dulcemente, el anillo de carne y de a poco se propuso adentrar la punta de su lengua con el propósito de provocar una pequeña apertura. Los gemidos de Juliet se volvían intensos y largos, la rubia no estaba equivocada, pero tampoco se había imaginado que la pelirroja podría estar disfrutando tanto del sexo oral proporcionado por Rey, cosa que le calentó aún más y llevo a la impaciencia. Levantando su cabeza por encima de Rey, Elena vio como los dedos de su amiga se desaparecían entre los cabellos de chico que presionaba su cabeza contra el sexo de la pelirroja, como para penetrarla mejor y más profundo con su lengua.
El dedo pulgar de Elena comenzaba a jugar con el esfínter del chico acotado sobre su verga, mismo que se levantó y tras crear un camino de besos le comió las tetas a Juliet. Ya con todo su dedo gordo en el interior del culo del chico, la rubia comenzó a masturbarse ante la tan excitante escena con la parte de atrás de su puño. Con su mano en el medio haciendo como si fuera una mini verga, la rubia dio embestidas cuál su fuera un chico puesto que le provoca el sentir el interior de un hombre mientras se presionaba el clítoris en el proceso y ver comer a este el coño de su amiga.
Juliet estaba consciente de lo que sucedía, con sus ojos podía ver como Rey, aun con las mejillas embarradas de sangre, le estrenaba el coño, mientras que Elena le penetraba, con saber dios cuántos dedos. Todo en una memorable escena mágica qué nuca podría olvidar.
“Ya, no es que le quede más sangre por descargar,” se dijo Rey, contento por su trabajo de reconstrucción. “Ahora, tiempo para que yo sea feliz.”
Con la idea de continuar follando, el joven se propuso subir sus caderas hacia arriba también como escapatoria a las agresivas embestidas de la rubia. Él no quería decir nada por qué no se sentía con el derecho, pero su culo ya no podía seguir aguantando los movimientos veloces e intensos del dedo que sé salía de control. Prefería él buscar con su verga el sabor de la pelirroja, la euforia del momento, la tensión sexual de profanar dl hueco virgen de una chica corpulenta. Cosas que nunca había sentido antes. Por primera vez él quería romper algo lindo y delicado, violarlo, mancharlo y contaminarlo. El morbo que le provocaba saber que sentía por penetrar a una chica indefensa que estaba siendo amada prácticamente por dos depravados.
Evitando acelerarse a los acontecimientos, Rey optó por lamer uno de los pezones, meterlo en la boca, chuparlo y por último morderlo hasta perforar la carne de un lado al otro.
Juliet veía sangre, ya no solo entre sus piernas, sino que, también cayendo de sus tetas, pero no sentía dolor alguno. Tan solo placer. Muchas preguntas le invadieron la mente, aunque la excitación le impedía arruinar el momento.
Elena, por otro lado, mientras deslizaba su otra mano hasta llegar al paquete de Rey, comenzó a agarrarlo, una y otra vez, y término ordeñándolo como si ella quisiera que el joven le diera de su leche. Los movimientos de aquella paja eran simultáneos a los de la penetración del dedo.
Con esto, Rey aprovechó para cambiar de teta, chupar y
morder el otro pezón, hasta hacerle sangrar. Nuevamente, él regresó hacia el coñito de la chica y le bastó unos segundos, valiéndose de suaves movimientos, para llevarla a otro orgasmo tan duro y violento como el primero.
Juliet, no pudo evitar explotar en un grito sordo. Con sus manos rodeó la cabeza del chico, mientras que sus piernas temblorosas se cerraban y abrían.
—Jul, dale, siéntate arriba de Rey. Métete toda esa verga que quiero jugar con tu culo. —Propuso Elena un tanto cansada de tener que estar haciendo varias cosas a la vez, sin éxito de poder sacarle la leche a la verga.
Juliet sonrió con una mirada perdida, tal vez hacía unos minutos se hubiera negado rotundamente, pero ahora que tenía las tetas perforadas y el coño abierto sin sentir dolor, tan solo un hormigueo excitante, era otra historia. Ella, empleando las piernas que aún le temblaban, se dispuso a obedecer los comandos de la rubia. Entre varios movimientos, la pelirroja se situó encima del chico, sin poder dejar que sus rodillas descansaran sobre la cama. La verga erecta quedó justo debajo del pequeño orificio.
La pelirroja se apoyó de sus rodillas con las manos, para poder agacharse sobre Rey sin perder el equilibrio. Ella tenía que poner mucho esfuerzo, pues aún sentía que sus piernas no se habían repuesto del todo repuestas y estaba a punto de ceder.
Elena, encontrado otro entretenimiento de su agrado, se vio a sí misma aguantando la verga de Rey, con dos objetivos en mente; uno era restregar por todo aquella raja, y el segundo para impedir que el trozo de carne se desplazará de lugar cuando la pelirroja decidiera sentarse.
Las gotas de sangre se escurrían de las tetas de la pelirroja y caían sobre el pecho desnudo de Rey. Y aunque Juliet nunca hubiera sido penetrada por una verga, en su mirada ella no tenía dudas ni se preguntaba si sería placentero o no. Ella era prisionera del deseo, de las ganas de clavarse una estaca de carne entre las piernas. Con esto se dejó caer haciendo que el inmenso falo de carne se le enterrara entre sus labios vaginales. Un poco más de peso y por fin el glande pudo desaparecer al interior de su vagina recién formada, otro paso y golpeo contra el cuello cervical y por último empujo el útero hasta desplazarlo, pero aún quedaba carne por insertarse.
—Ahhhhhh, shssss… Uuuy —Comenzó a gritar Juliet con cada sensación nueva que podía experimentar al abrirse en dos.