erótica
Reina Del Cielo
Chapter 30
Los deseos de mis clientes
Al pie de un rascacielos que radiaba de luces rosadas, la trigueña pisó el inicio de una lujosa alfombra roja, que fue su recibimiento en un lugar tan concurrido, con individuos que caminaban por la acera y alguna pareja que comía en el elegante restaurante que colindaba con la calle. Al caminar sobre la alfombra y cerrar la puerta, las miradas de decenas de personas se centraron en ella.
Los ojos que la perseguían, parecían restar las voces y susurros que se escuchaban en el sitio.
Rebeka podía entender que su nombre había cambiado, pero ella no encajaba en el ambiente.
—Pueblerina —dijo una dama, que esperaba su transporte, acompañada de un sirviente. —Sin ofender, claro.
Rebeka agachó la mirada, al punto que se veía los pies y nada más. Lamentó no haber tenido el valor para cambiarse, quitarse el pantalón y ponerse un vestido que la hiciera ver menos tapada. Luego de eso, dio un paso hacia adelante e intentó disimular su incomodidad, sacando su teléfono para escribir. Sin embargo, la misma dama que le había hablado, decidió levantar su bastón y detener el avance de la joven.
—Si cuando caminas miras hacia abajo y todo lo que ves son tus pies o tu teléfono, si te enfocas en tan solo sentir el suelo o ver una pantalla, podrías estar cortando la presión de toda esta abrumadora y sofisticada sociedad que te rodea. Pero el hecho que quieras ignorar el lugar en el que ahora estás, no significa que el lugar te esté ignorando. Levanta la cabeza, resalta tus defectos ante los demás y así ellos verán lo orgullosa que estás de ellos. Deja de ser invisible y hazte ver. Es un consejo que te doy… pequeño retoño.
Tan pronto la mujer terminó sus palabras, el carro que había traído a Rebeka se marchó y dio espacio para que un carro aún más viejo llegara al lugar. Era tan antiguo, que tal vez ni siquiera contaba con aire acondicionado, así como tampoco tenía techo y las ruedas parecían las de un carretón.
Hasta el momento, Rebeka no había reaccionado a los comentarios o los había ignorado, pero nunca se había mostrado orgullosa ante eso que tenía o hacía y generaba críticas en los demás. Tampoco se había imaginado poder recibir un consejo tan profundo de parte de un extraño.
Después de seguir las palabras de la extravagante mujer, Rebeka guardó su teléfono, alzó la cabeza y respiró tan profundo como pudo. No era que estuviera buscando reconocimiento, pero actuaba como si quisiera verlo todo y que todos la vieran. En medio de la gran ciudad, ante los edificios que se unían con el cielo, la adrenalina corrió por las venas de la chica, a quien llamaron “pueblerina”.
Como era de esperarse, gracias a los lujos del hotel, Rebeka solo avanzó unos pocos pasos más y un mayordomo se acercó con la intención de enseñarle el camino en dirección al recibidor.
—Permítame, señorita —dijo el sujeto, con tono calmado.
El joven estaba vestido con traje y parecía hacer el trabajo con la mejor disposición, lo que le extrañó a Rebeka, pues si era una pueblerina y en verdad no pertenecía a semejante lugar, entonces por qué razón no le preguntaban qué hacía allí y tan solo la escoltaban.
Tras dejar que las cosas fluyeran, decidió avanzar por la entrada principal y tras pasar unas cuantas puertas, se encontró con una magnífica fuente, acompañada de un candelabro conformado por innumerables cristales que colgaban. En el recibidor había numerosas sillas y sofás cómodos, puestos de comida y por supuesto, una barra de bebida, donde las personas podían enfocarse en socializar.
Una vez llegó al recibidor, miró hacia los lados y reconoció algunas caras familiares en las áreas sociales. Sin darle mucha importancia al asunto, miró detrás del vidrio en donde se sentaba una recepcionista que lucía una sonrisa de oreja a oreja y esperaba a que le hablaran.
—Vengo de parte del sitio web “El cielo”.
La mujer ni siquiera alteró las expresiones de su rostro y después de teclear la información en el ordenador, procedió a darle una carta con una tarjeta magnética en el interior.
Ante la señal de la recepcionista, el mozo regresó al lado de Rebeka y tan pronto ella tomó la carta que se le daba, le sugirió que lo siguiera hasta los elevadores principales.
—¿A qué piso vamos? —preguntó Rebeka, tan pronto el elevador llegó y las puertas estuvieron a punto de abrir. Ella entendía que podía entrar y presionar el botón y que no necesitaba molestar a nadie.
Apenas las dos puertas se abrieron, otra mujer estaba en el interior del elevador. Como vestía de traje, al igual que la recepcionista, Rebeka pudo inferir que era una empleada del lugar.
—Habitación VIP en el penthouse —dijo el sujeto.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó Rebeka, un tanto intrigada.
—El color de la carta que te dieron y la posición de la cinta roja, es deber de todo empleado memorizar el código secreto, para la correcta distribución de los invitados.
Mientras conversaban, entraron al elevador. La encargada de custodiar los botones del elevador asintió con su cabeza ante la información y tan pronto insertó una llave especial, accionó el interruptor para activar el último botón del piso “PH”.
—¡Qué seguridad! —Llena de valor para hacer un comentario, Rebeka terminó lo que había iniciado—. Escuché que estos edificios son territorio de la mafia.
Los dos trabajadores guardaron silencio. Para ellos estaba de más seguir hablando, aprobar o negar algo, que ni siquiera había sido una pregunta y no era parte del trabajo que debían hacer. Además, que no sabían si el lugar pertenecía o no a la mafia, como se decía. Pero algo sí era cierto, es que para construir un edificio tan lujoso, grande y exuberante como ese, se necesitaba la misma altura de cadáveres acostados.
«Todo se ve tan nuevo y brillante», pensó Rebeka, mientras veía al elevador subir de piso en piso. «Voy a aprovechar para mandarle un mensaje a Omar y decirle que todo está bien».
—Hemos llegado —dijo la señora encargada del elevador—. En la tarjeta se encuentra el número de su habitación. Que tenga una agradable estancia.
Ante la información, Rebeka guardó el celular y sacó la tarjeta magnética que le habían dado en la entrada principal y que, en efecto, tenía un número impreso.
Tras salir del elevador, vio todo un pasillo alfombrado, bien iluminado, con decoraciones y por supuesto, puertas colindantes con cuartos a los lados.
—Gracias —dijo Rebeka a su salida del elevador. Después pensó: «Hasta ahora todo ha sido muy profesional y en verdad no me puedo quejar. Podría trabajar de esta manera por siempre, pero no me debo dejar tentar. Esto es para poder alcanzar mis objetivos, no para que sea permanente».
Después de insertar la tarjeta en el interior de la puerta que le correspondía, un cerrojo que tenía una luz roja se puso verde y tras un sonido, el seguro de la puerta se abrió. La chica miró el pasillo desierto una vez más y se aseguró que no hubiese nadie siguiéndola, antes de entrar en el interior de su habitación.
Una vez que dejó que la puerta se cerrará, pasó el pestillo y se volteó en dirección al interior, las luces se encendieron, al parecer, producto de un sensor. La habitación tenía un gavetero justo detrás de la puerta, en el cual había espacio para poner varias cosas, un pasillo recto que colindaba con un balcón y del lado derecho, la cocina, el cuarto y el baño. Luego de dejar caer al suelo la mochila que llevaba en su hombro, se sintió motivada y más cuando se dijo:
—¡Manos a la obra!
Luego de sacar lo que había traído, ver con lo que contaba y organizar las cosas que venían incluidas en la habitación, a Rebeka le tomó unos veinte minutos preparar el cuarto y convertirlo en un estudio improvisado, similar al que estaba acostumbrada en su casa. Además de eso, se maquilló, cambió el color de sus cabellos y se desvistió.
«Escenario, listo, cámara, lista, ropa, lista e internet, listo». Rebeka hizo una última evaluación de todo lo que tenía, antes de dar clic en [Iniciar sesión] justo a las nueve de la noche.
—Buenas noches, hoy logré conectarme, pero como ven, es un lugar diferente. Debo decirles que Neo no estará hoy, así como tampoco lo hará mi camarógrafo ni mi maquilladora. Respecto a las circunstancias de mi vida actual, esta será mi última sesión de cámara. Tampoco seguiré posteando fotos privadas, videos o comentarios. En conclusión, mi cuenta será eliminada. Los mejores espectadores de porno en internet podrán entender, más que nadie, que mi contenido está sujeto a hacerse repetitivo y con el tiempo, aburrido. Es difícil de admitir, pero es así. No me queda mucho por hacer para mantener el misterio, la espontaneidad y la locura, que he estado vendiendo como contenido todo este tiempo. Por supuesto, las preguntas sobre quién soy, mi vida personal, en dónde vivo y qué pienso hacer, quedarán inconclusas de por vida. Antes de seguir hablando con ustedes quiero saber: ¿Alguien tiene las últimas sugerencias para hacer de mi partida, un inmemorable evento, como ningún otro?
Por casi veinte minutos, la ventana de diálogo fue bombardeada por miles de comentarios y caritas con diferentes expresiones. Muchos estaban tristes por la noticia, otros enojados, pues no querían creer lo que les había dicho, mientras que algunos seguidores intentaban buscar una forma de negociar con lo que tenían, pero ninguno logró alcanzar su resultado deseado.
Finalmente, los llantos se quedaron a un lado y los usuarios compartieron varias ofertas para que Rebeka expusiera su cuerpo de forma pervertida. Un sujeto mandó las instrucciones sobre las diferentes posiciones que quería que la modelo hiciera en frente de la cámara.
[Espero no te incomode, si inmortalizo tu cuerpo y creo un modelo en tres dimensiones.]
—No me incomoda —escribió ella, aceptando la proposición.
Luego de poner la laptop en el lugar que debía, Rebeka procedió a pararse derecha, estiró su torso, echó sus hombros hacia atrás, sin dejar de mantener la espalda recta. De esta forma, dio una vuelta de trescientos sesenta grados en frente del lente de la cámara. Después arqueo su cuerpo ligeramente, puso los brazos hacia arriba y a los costados para, por último, dar varios saltos en el lugar. El propósito de los pequeños brinquitos, era hacer que sus pechos saltaran de forma natural. Después pasó a mostrar cada rincón de su cuerpo ante la cámara y terminó sacando los juguetes que había traído, para imitar las posiciones en las cuales debía tener un miembro en la boca o entre sus pechos.
La sesión era tediosa y mientras ocurría, Rebeka pudo notar cómo los seguidores se desconectaban en cantidades considerables, bajando a la mitad de los que usualmente se mantenían en línea.
«No es excitante, es genérico» se dijo la trigueña, tras lo cual un suspiro salió de su cuerpo, como justificación por las personas que se estaban yendo. Ella recordaba que cuando Omar le acompañaba en ese tipo de momento, donde las personas se machacan, él la hacía recuperar la confianza con palabras cálidas. «La misma actriz, tan solo un escenario diferente. Puedo decir que lo que hago se convirtió en trabajo. No me siento excitada. Tal vez, porque entre los nombres de los usuarios, no encuentro el de él. Parece que en verdad Omar no me está viendo. Si está junto a mi padre, no creo que sea muy sensato verme. Además, con la cabeza partida, un aumento de la presión arterial podría volver a provocar sangrado. Pensándolo mejor, es mejor si Omar no ve esto que estoy haciendo, por su seguridad».
De pronto, Rebeka percibió algo extraño. El juguete que se había metido le incomodaba en la entrada y la salida. Era indicativo de que su naturaleza no lubricaba el néctar, tanto como usualmente lo hacía, lo que la llevó a detener las penetraciones y sacar el objeto, para luego continuar sin él.
Tras dejar de mirar a la cámara, Rebeka vio en dirección al techo del lugar. «¿Cuándo nos alejamos tanto? No, esa no es la pregunta. Fui yo quien encontró la razón para venir, quien vio la oportunidad para alejarse… con la excusa de tener que trabajar y hacer dinero. Creo que Miguel me lo advirtió, no es bueno dejar que la ambición tome el control. Creo que me estoy preocupando sin razón, pero pasó como con mi madre… cuando más me necesitaba no estuve. Aun así, ¿Qué diferencia a la ambición de la necesidad? Esto es un trabajo. Es mi último trabajo. Tengo que poner mi mente de vuelta al juego».
De vuelta a la pantalla, pudo leer los mensajes.
«Los deseos de mis clientes son ver mis entrañas abiertas. ¿Están siendo considerados hoy? Sé que tengo que poner de mi parte, no les puedo dar lo que piden con tanta rapidez, pero tampoco debo seguirles aburriendo. Un órgano femenino sin el brillo del lubricante, es como ver a un hombre masturbándose con la carne flácida».
Rebeka enfocó la cámara a su barriga, se masajeó los pechos unas cuantas veces y se acercó a la pantalla un poco más, con tal que pudieran verla completamente.
«Aww, tengo que excitarme para poder mojarme. Siempre que he estado preocupada, insegura o triste, este tipo de cosas nunca estaban de más. Creo que estoy cambiando. Es la primera vez que me sucede esto, a decir verdad».
Después de sentarse sobre la cama, puso a un lado el vibrador que tenía sobre su clítoris, para usar sus manos y sobarse los senos.
«Depender de la admiración de otros no está resultando, no tiene la fuerza suficiente para mover mi corazón. Es mejor pensar en él», analizó Rebeka, mientras hacía sonidos húmedos y gemía, cada vez que se pellizcaba un pezón. «Voy a pensar en todas esas veces que estuvimos juntos. Recordar el sexo salvaje que hemos tenido, siempre me ayuda a ponerme de humor…».
La chica volvió a abrir sus piernas, mientras que con una mano mantuvo tapados sus labios mayores y menores ante la cámara.
Eso no lo hizo de forma intencional, tampoco tenía motivos para meterse los dedos, solo actuaba como alguien que simulaba ser tocada. Con los ojos cerrados, imaginaba que Omar la agarraba entre las piernas, con su fornida mano de hombre.
«Si tan solo mi mano fuese su mano y él la fuera quitando, poco a poco, hasta que me deje al descubierto por completo y con su fuerza me obligue a abrirme de piernas. Lo puedo imaginar viéndome expuesta, ahí en frente de mí, disfrutando de la vista, ignorando a la cámara, sin querer hacer nada. Pero yo soy quien tiene que romper el hipnótico hechizo de mis labios inferiores y sus ojos» pensó la chica.
Ante la cámara, los espectadores pudieron ver la captura de algo que no esperaban. Rebeka abrió sus ojos y miró a alguien que no estaba, tocó a una persona que no se podía ver y literalmente, fue amada por algo que no existía. Si era una actuación, parecía bastante real y bizarra. Sin necesidad de usar nada, Rebeka, la artista estrella, bajó con suavidad sus manos hasta tocar su abertura bien humedecida, dilatada y enrojecida, por la excitación que le desbordaba.
Con dedos juguetones, haló tanto sus labios mayores que se llegó a ver la oscuridad en el fondo de su agujero y aún más profundo de su vagina desbordante de fluidos, se observó el cérvix acercándose y alejándose, como si algo estuviera entrando y lo empujara hasta el final.
—Ah… ¡Oh! ¡Sí! —gritó Rebeka, quien, en su imaginación, tenía a Omar montado encima.
Abría los ojos y lo veía, los cerraba y lo sentía con más fuerza, tanto así, que casi no podía contener las ganas de venirse. Luego agarró con sus manos el cuerpo de Omar, quien era el único que podía hacerla feliz en ese momento.
Ante la situación, más usuarios se conectaron a la sesión de cámara, para ver en primer plano, cómo Rebeka mostraba los movimientos que ocurrían en la oscuridad de su agujero más íntimo, cómo subía sus dedos y tras halar hacia arriba, exhibía su encapuchado clítoris.
Con los movimientos circulares de su mano, la trigueña estaba a punto a venirse como le encantaba: por dentro y por fuera. Para lograrlo, se masturbó hacia arriba y hacia abajo, en el punto más encendido entre sus piernas, al tiempo que el animal salvaje de su novio, la penetraba con todas sus fuerzas, tanto así, que el pelo de él comenzaba a mojarse por el sudor, cuyas gotas rodaban por su nariz hasta caer sobre el pecho de ella.
Tras presionar su clítoris ante la cámara y hacer que su mano temblara, Rebeka sintió desde lo más profundo de sus entrañas la explosión de un orgasmo.
Los espasmos en el interior de su vagina también fueron visibles, junto a las contracciones del perineo y sus suspiros desesperados. Para los espectadores, el momento era mágico, aunque fue más especial, para ese sujeto que se proponía hacer un modelo en tres dimensiones, con la información que recién habían adquirido del cuerpo de Rebeka.
«Sigo viviendo de ilusiones… ¿Acaso me alejo más de la realidad con cada día que pasa?» se dijo, mientras veía como el cuerpo de Omar se desvanecía en el aire.
En el pasado, no había sido capaz de tocar las creaciones de su imaginación, pero, ahora mismo, esta fantasía la había hecho sentir mujer en todo el sentido de la palabra. Mientras que recuperaba su aliento, decidió no mostrar su preocupación a quienes le veían, ya que pensar en l tener un embarazo imaginario no era un juego.
Luego de regresar a la realidad, la joven se levantó sobre la cama buscando la laptop y tras incorporarse a una posición más cómoda, procedió a teclear palabras de agradecimiento a todos los que aún la estaban acompañando. Luego miró el reloj al costado de la pantalla y pudo ver que apenas le quedaba tiempo para que la sesión llegara a su conclusión.
Después de pedir alguna sugerencia, se encontró satisfaciendo los deseos de esos que buscan placer en los fetiches. Entre las fantasías que no le incomodó cumplir, estaba rasurarse en frente de la cámara.
[Hubiera sido mejor verte rasurando a otra chica, pero como hoy estás sola… con eso me bastará.]
«¿Por qué no?» se preguntó, mientras buscaba entre los utensilios del baño, algo con lo cual cortarse los vellos. «Supongo que ya es tiempo y si puedo hacerlo ahora, me ahorro el trabajo de realizarlo después».
—¿Acaso es mejor si llevo la cámara al tan lujoso cuarto de baño con velas o continúo en la cama? —Con la intención de dejar que los espectadores decidieran por ella, buena parte de las respuestas apuntaron a que sería mejor el cuarto de baño y quien propuso la oferta, no estuvo en contra.
Luego de tomar la cámara y caminar desnuda, Rebeka procedió a cambiarse de lugar. La habitación del hotel, aunque tenía mucho lujo, poseía un diseño bien sencillo. El cuarto de baño tenía la misma anchura de la habitación, pero estaba dividido por una pared de vidrio y una puerta.
Una vez que la chica estuvo bien acomodada en el interior de la bañera, procedió a tomar la maquinilla de afeitar que tenía en la mano, se humedeció la zona íntima rápidamente y se untó crema de afeitar sobre la piel, para así suavizar sus vellos púbicos.
Ante el lente de la cámara y con su sensualidad innata, con cada pasada de la afeitadora, Rebeka inició el proceso de quitarse toda la espuma con la cual se había cubierto la piel. Una vez que todo quedó despejado de crema afeitadora y ya no tenía vellos, se abría los labios superiores y al mismo tiempo, se inclinaba hacia adelante para inspeccionar visualmente el área y poder pasarse la cuchilla nuevamente.
«Verme así me gusta mucho. Doy gracias que no me salen vellos en los pies. Una vez que me afeito, me da placer y se siente bien. Es como si volviera a ser una bebé, además que así le gusta más a Omar» pensó Rebeka, mientras se masajeaba el área. «Hace tiempo que hago esto, pero recuerdo cómo al principio me daba comezón después de afeitarme. Ahora, la picazón me da si no lo hago».
Tan pronto como el agua se marchó por el tragante, Rebeka se valió de una toalla para secarse la zona. Una vez quedó bien escurrida, procedió a esparcir una porción de una botella de aceite corporal, para luego masajear su pubis, como último paso del procedimiento correcto para afeitarse.
Con su mano hizo movimientos circulares que poco a poco descendieron y se tocó el clítoris por un momento, La chica pudo darse cuenta que no sentía mucho placer, pues la zona más erógena de su cuerpo, carecía de sensibilidad en el momento.
«No sé si pueda llegar a un segundo orgasmo», analizó, al tiempo que disimuló con rapidez la situación y ocupó su mente con otras cosas, como organizar lo que tenía a su alrededor. «Menos mal, ya va siendo tiempo de terminar la sesión».
—¿Acaso tienen una última petición? — preguntó Rebeka, fingiendo estar animada, para luego leer los comentarios. —A ver, a ver… [Orínate el rostro] ¿De qué forma?
[Acuéstate en el suelo de la bañera, levanta las piernas y deja salir el contenido de tu vejiga sobre tu cara.]
—Mmm… No tengo razón para decir que no —pensó Rebeka, tras leer en voz alta las instrucciones proporcionadas por el usuario que publicó la oferta. — Después de todo, estoy en el baño, dentro de la bañera y ahora que lo pienso mejor, hoy me toca lavarme el cabello. Pero no tengo camarógrafo y no sé si el ángulo de la cámara sea el más adecuado.
[No importa]
Con la intención de terminar su última sesión de cámara, tan rápido como pudiera, colocó la laptop en la mejor posición que pudo, se acostó sobre su espalda, de manera que logró levantar las piernas, tanto así, que su columna quedó encorvada.
Rebeka podía ver el comienzo de su hendidura de mujer, así como también el techo y sus piernas extendidas. La posición era incómoda, el hueso de su cuello le dolía al ser presionado contra el suelo, también le costaba mantener el equilibrio y respirar al mismo tiempo. Aun así, tan pronto puso sus pies contra la pared no tuvo que preocuparse por caerse.
Con la intención de vaciar su vejiga, Rebeka intentó concentrarse en cómo se sentía orinar. Buscó que le dieran ganas, lo que le tomó casi un minuto y si no fuera porque abrió la boca para satisfacer su curiosidad, tal vez el chorro amarillo que se convirtió en lluvia, no hubiera salido.
No era mucho el contenido de su vejiga, como para desperdiciarlo, por no saber cómo apuntar adecuadamente, pero con unos cuantos ajustes de su cuerpo y presionando los músculos de su abdomen hacia adentro, Rebeka logró acercar su cara al chorro que salía de forma irregular. Luego sacó la lengua y tan pronto como las primeras gotas hicieron contacto con su cara, cerró los ojos con fuerza, hasta que terminó.
La chica logró contener, al menos, medio buche de orina entre sus mejillas, pero no se dignó a cerrar la boca, con tal de dejar que se saliera. Escupió las últimas gotas de contenido que no se resignaba a tragar y se reincorporó a mirar a la cámara con el torso y los cabellos mojados.
—¿Qué tengo que decir al respecto? —leyó Rebeka en voz alta. — Se siente rico mientras está caliente, pero sabe asqueroso y ahora que se está enfriando, creo que me arrepiento de haberlo hecho. Uy, me cayó un poco en los ojos y me están ardiendo. Ahora tengo olor a pipí en la boca y espero que mi pelo no quede oliendo feo después de lavarlo. Bueno, fue un placer. Esta es mi despedida, espero les gustara la sesión. Voy a tomar un baño.
Con un sentimiento de orgullo por haberlo logrado hasta el final, la chica se despidió con su mano, mientras se inclinó a tocar su computadora, con cuidado de no embarrar nada.
Justo antes de darle al botón de terminar la sesión, en el cuadro de diálogo, una persona posteó una oferta con el pago de una suma significante de dinero, solo que este no podía ser obtenido hasta que se cumpliera la condición.
[No apagues la cámara…]
—Tanto dinero por tan solo dejar la cámara de la computadora encendida —dijo Rebeka, en voz alta, para luego analizar: «Después de todo, pasar la noche en este hotel, me costará un cuarto de la mitad de las ganancias. Un poco más de dinero nunca sobra…».
[No tienes que hacer más nada, tan solo pon la cámara a un lado y olvídate de ella hasta que termines de hacer todo lo que tienes que realizar. Apaga la pantalla y quita el volumen para que no te distraigas.]
La petición sonaba razonable, desde el punto de vista de Rebeka, era igual que terminar la sesión. Después de afirmar con su cabeza, procedió a quitar el volumen y apagar la pantalla de la laptop, para ponerla en un lugar en el que se viera el baño y el cuarto.
—Ahora sí, me despido de todos. Termino mi sesión… para siempre, Yuno&Neo.
Con el cuidado de no escurrir el orine de su cuerpo al exterior de la bañera, abrió el grifo del agua caliente y tras dejar de ser la artista que era, tenía la mirada de una chica cualquiera.
El cansancio la hizo llenar la bañera de agua caliente y acostarse en ella, mirando el techo como quien se desconecta de la vida. Después de todo, tal vez no había tenido una larga jornada de trabajo, pero si era un largo y extenuante día lleno de disgustos y también debía regresar a casa lo antes posible.
«Qué lástima, luego de tener toda la noche paga en este hotel de lujo ¿Por qué no se me ocurrió traer a Omar? Sin tener al amor de mi vida a mi lado, podría tener todas las comodidades que tengo ahora, pero confirmo, que no sería feliz en lo absoluto. Escapar de la realidad, abandonar mi vida actual… dejarle la casa a mi padre y venir a aquí con él, es tentador».
Como si le hubiera entrado el diablo en el cuerpo, se puso de pie en la bañera y tan rápido como le fue posible, se enjabonó el cuerpo, lavó sus cabellos y tras aclarar la espuma, tomó la toalla para secarse antes de salir.
Con la mirada en el suelo, salió del cuarto de baño secándose los cabellos, como si tuviera la necesidad de llegar a la casa tan rápido como pudiera. Tan pronto levantó la cabeza para localizar su celular, solicitó los servicios de un taxi que la regresara a su hogar y se quedó congelada en el lugar.
Un sujeto que no conocía, estaba sentado en una silla y con su cuerpo bloqueaba la única puerta de salida.
—Hola ¿Qué tal? Estuviste espectacular esta noche.