Chapter 7
Tres + Juliet
A Rey le costó encontrarse con el techo estrellado que pertenecía a la habitación de Sam. Intentando recuperar el aliento, él respiró tan hondo como sus pulmones se lo permitieron y estiró su cuerpo adolorido entre las sábanas. El resultado de ofrecerse a dos chicas traía toda una gama de nuevas sensaciones. Como, por ejemplo; siempre se despertaba bien descansado, con una erección mañanera y la vejiga llena, pero no era el caso. Su verga aún no se levantaba, ni tenía urgencias de ir al baño y podía jurar poder seguir durmiendo por días. Con la boca reseca, él movió su cuello de un lado a otro con tal de aliviar el dolor en su nuca y aclarar las ideas, de porque se sentía tan mal si había pasado el momento más maravilloso de toda su vida.
No le llevó mucho tiempo ni esfuerzo encontrarle lógica al asunto. Con la maratón de sexo hasta perder el conocimiento que tuvo en la noche previa, no era de extrañar que su miembro viril se sintiera muy hinchado y doloroso como para levantarse por felicidad. También, su cuerpo estaba tan deshidratado por la cantidad torrencial de sudor que dejó salir a través de sus poros sin recordar tomar agua. Y no dormir en su cama simplemente no se sentía igual.
“Nada a lo que no me pueda acostumbrar”, se dijo bastante optimista, para agregar. “Ahora, ¿cómo me levanto sin que ellas se despierten?”
Mirando hacia abajo, Rey podía ver cómo sobre su pecho descansaban dos cabezas. A la derecha estaba Elena y a la izquierda Samantha. Sin mencionar que podía sentir cómo sus piernas y manos también estaban atrapadas en una posición poco favorable e incómoda. Ignorando el sudor y el intenso calor que provocaba el contacto de piel con piel, él temía que si ellas se despertaban, tal vez se propondrían continuar lo sucedido en la noche previa, más ahora que sus cuerpos habían sufrido ciertas transformaciones.
“No estoy preparado para otra pelea”, se dijo. “¡Ah! Sus tetas son inmensas, y sus piernas se sienten más pesadas, ¿he creado a dos monstruos? Puro músculo, maquinarias engrasadas y listas para tener cuantos orgasmos se propongan. Pero… ¡No me arrepiento! ¡No existe montaña que, con dedicación, pasión y mucho trabajo duro sea imposible de escalar! Una retirada estratégica. Necesito un respiro, tal vez un baño, comer y tomar mucha agua”.
Entendiendo que no podía provocar a las dos hembras, con el propósito de recuperarse y al menos pasar por el baño en la ecuación, Rey se volvió intangible sobre la cama. Era un truco que aún no dominaba, pero le sirvió para hundirse entre las sábanas y llegar al suelo. Una vez en el piso, se arrastró como pudo y en silencio atravesó la pared más cercana para salir del cuarto y llegar al pasillo sin necesidad de usar la puerta o hacer ruido.
Con un suspiro de alivio y fuera del peligro, Rey ya no tenía por qué preocuparse, así como también podía contar con el tiempo para prepararse.
Tras darse un relajante baño de agua fría y curativa, la cual aprovechó para tragar hasta aliviar su sed, el joven no tuvo que utilizar sus poderes para ocuparse de los achaques de su cuerpo adoloridos. Una vez terminado el baño, para él comenzó el proceso de tener que aprender a dominar el nuevo tamaño de su verga. Entender que no podía sentarse descuidadamente como antes porque podría aplastarse los huevos y su miembro podía tocar el agua del escusado. Que tenía que cuidarse de girar su cuerpo muy brusco cuando hubiera algo al lado. Y que no existía manera de emplear su ropa interior, ni los pantalones o shorts. Tener que andar desnudo le dejo impactado de cierta forma. Tanto que le hizo encarar una interrogante, “vestirme o no”, antes de salir de su habitación. Pero, en pleno proceso, las palabras de Elena: “No seas cobarde”, le vinieron a la cabeza.
“No quiero hacer que mi verga regrese a su tamaño originar, así de grande parece dar mucha buena suerte, además, ¡¿qué más da tomar riesgos?!”, se preguntó envalentonado, optimista y bien carismático. “Ciertamente, puede ser una falta de respeto para Juliet y Arte. Ellos no saben mucho de la situación, pero ¿qué mejor manera para poder explicar que ya pueden ver porno en internet o comprar juguetes sexuales y ser más ‘libres’ si así se les da la gana?”.
Como mismo, el más fuerte del grupo toma el papel de una brújula que guía a los miembros de su manada, Rey sentía la obligación de dar el ejemplo, aunque no fuera el líder oficial. Tampoco era que él quisiera enfrentarse a la insoportable mirada peleonera de Elena, o arriesgarse a que Sam se sintiera incómoda. Estas dos de seguro iba a lucir sus nuevos cuerpos con el más profundo orgullo de sus vidas.
Cual si viniera al mundo por primera vez, el joven de ojos blancos se dirigió a la cocina, proponiéndose preparar el desayuno para oficialmente comenzar el día. Uno que prometía estar cargado de sexo y peleas sobre la cama, contra hermosas chicas, sintiéndose invencible, motivado y preparado.
Tomando los ingredientes del refrigerador y calentando las hornillas, Rey no pudo dejarse influencia por la incertidumbre que se asomaba una vez la motivación se marchaba de su mente triunfadora.
“¿Por qué no ponerme un delantal?” Rey se preguntó con
mirada titubeante en dirección a la prenda que colgaba. “Protegerá a esta verga mía que choca con todo. También, esto tiene el propósito de proteger al cocinero de cualquier mancha, suciedad o hasta quemadura… está justificada. No me quiero salpicar de aceite caliente la verga, aunque mi cuerpo pueda sanar cualquier herida, es mejor evitar las sensaciones incómodas.”
Apenas coló la cabeza por el agujero superior y se hizo un nudo confidente en la espalda, Rey sintió el peso del delantal y tras confirmar que podía moverse libremente partió los huevos y los vertió sobre el sartén para revolverlos tan rápido como podía mientras el calor los cocinaba. Una vez la sustancia se volvió amarilla, Rey agregó otro sartén y tiró en este varias tiras de tocino, colocó pan en la tostadora, sacó del refrigerador queso y jamón. Cortó cebolla, añadió sal, papas y finalmente terminó con un batido de leche con chocolate.
Un espléndido desayuno para cinco personas terminó sobre la barra que dividía la cocina de la sala. Aunque Arte no estuviera y Juliet no confirmará su participación, Rey siempre hacía de más para que nadie se quedará con hambre. El olor de un omelette de huevo relleno con jamón, queso, cebolla, acompañado de tostadas, tocino, papas fritas sazonadas, batido de chocolate y café con leche hizo tanto para Elena como para Samantha que fuera imposible seguir en la cama.
En el pasillo se abrió la puerta colindante al cuarto de Samantha. Rey notó a dos zombis, despeinadas, desarregladas, sin ropa, con los ojos hinchados y rojizos, caminando en dirección a la mesa.
“¿Acaso esas dos continuaron toda la noche sin que me diera cuenta?” Se preguntó Rey al ver cómo las bestias temerarias aún parecían no tener mucho interés en cazar, para agregar en voz alta.
—Buenos días, bellezas durmientes… el desayuno está servido.
Restregándose el rostro de mirada arrepentida con sus manos, Sam devolvió tímidamente el saludo, así como también lo hicieron sus pechos y el resto de su cuerpo cansado, que procedió a tomar asiento en uno de los banquillos.
—Qué envidia ser hombre —dijo Elena de mala gana viendo cómo Rey brillaba y resplandecía de energías tan temprano en la mañana.
Apenas se sentó, igual de desnuda que como vino al mundo, la rubia siguió lanzando una seria de quejas. Ablando del frío que hacía en la casa mientras se envolvía con la cobija que había arrastrado hasta el lugar, de todo lo que era muy brillante, de cómo le dolían las piernas y de lo hinchado que le había quedado el coño, también agrego; —… ¿Por qué no nos esperaste? Podíamos haberte ayudado en el desayuno… ¿Por qué te levantas tan temprano? Debería ser ilegal. ¿Por qué haces todo esto? ¿Nos quieres engordar? Quiero tomar algo frío, pero que no sea agua.
¡Ahhhh! ¿Por qué tiene que existir el cansancio?
Rey guardó silencio con una discreta sonrisa en sus labios. Las quejas de Elena no eran nada nuevo y hasta que ella no se llevó un trozo de comida a la boca, no dejó de quejarse por todo, como ya era usual. La rubia que siempre se levantaba de mal humor tenía que comer para poder regresar a su personalidad encantadora, el hambre era lo que le causaba tener tan mala actitud en las mañanas y ya todos lo habían notado.
Por otro lado, era la primera vez que Samantha se veía avergonzada, caminando con la espalda encorvada y escondiendo la mirada. Era más usual verle con un comportamiento recto y actuando como si se sintiera la dueña del mundo. Pero, era fácil para Rey entender que la trigueña estaba considerando si arrepentirme o no de todo lo que había sucedido el día anterior y hacía lo mejor para no huirle a la situación.
Aun así, la actitud de Elena hizo que Rey y Sam se dieran una discreta sonrisa de complicidad, mientras que la rubia se bajaba el segundo vaso de chocolate y ya empezaba a reír.
Rey, dejando de lado el comportamiento de las dos, aún anticipa que estas harían un gesto de sorpresa ante los cambios que sus cuerpos habían experimentado solo que aún no se habían dado cuenta.
—¡Ahhh! ¡Qué frío! —exclamó Elena porque el agua del vaso helado con el cual estaba tomando buches de batido se escurrió y en vez de caer en sus piernas como siempre hacía, ahora le caía sobre las tetas.
Rey, con confidencia en su mirada se dispuso a quitarse el delantal una vez terminó de fregar los trastos antes de sentarse a comer. En primera fila él, pudo ver como Elena se miraba las tetas, cambió la dirección de sus ojos a los pechos de Sam y después miró la verga de Rey como quien conectaba varios puntos y hacía memoria.
—¿¡De verdad!? —preguntó Elena, tan feliz que los ojos se le aguaron de lágrimas—. ¿¡Es esto real!?
El chico asintió con la cabeza mientras pasó a sentarse en la mesa, cosa que le hizo pensar; “Desayunar viendo semejantes tetas es un placer que pocos pueden tener.”
Samantha, dejando de lado su comportamiento avergonzado, enderezó su espalda y sacó sus pechos mostrando en sus ojos el mismo asombro de Elena. La trigueña, con sus manos, se aguantó las tetas, las levantó tan arriba como pudo y casi que mentalmente confirmó uno de sus deseos más reprimidos. Eran tan grandes como para poder chuparlas ella misma.
Aunque la trigueña actuaba en cámara rápida con respecto a satisfacer su curiosidad, al fino ojo de Rey no se le escaparon las acciones.
“Tocándolos, con sus dedos explora la elasticidad, textura y lo que pueden llegar a sentir. Los pezones, así como las aureolas son significativamente más grandes. La carne es más músculo que grasa cosa que les deja firmes y paraditos, pero también que se muevan y reboten con gracia y delicadeza… no puedo creerlo, ahora soy yo quien es el animal hambriento. Debo controlarme, ya sé. Mejor cierro los ojos, así no podré ver…”
—¡Puedo trabajar para ti usando mi cuerpo! —exclamó Elena, con la cara de una gatita mimosa y satisfecha.
¡Pam! Contra la mesa golpeó la verga de Rey producto a las palabras que no se esperaba escuchar por parte de la rubia.
—¿La puta de Rey? —preguntó Sam algo sorprendida sin dejar de amasar sus nuevas tetas.
Rey se mantuvo firme en el sitio, se rascó la garganta y disimuló que nada pasaba.
—No se trata tan solo de ser puta, es también sobre Juliet, — continuó Elena—. Si ella no ha salido a desayunar con este manjar, me costará mucho que diga que sí a salir del cuarto y juntarse a nosotros en una orgía. Pero, estoy segura de que, si le enseñamos nuestra nueva figura, la pelirroja querrá formar parte del grupo, socializar, y tal vez… más.
—¿No me digas que aún recuerdas lo que dijimos ayer? Yo no estaba hablando en serio —agregó Sam.
—Pues yo sí, —dijo Elena poniéndose las manos a la cintura, como quien no quería hacer muy obvia la situación, para agregar—. Y con el estómago lleno, este cuerpo y la verga de Rey, las ganas de ¡disfrutar la vida no me faltan!
—Rey… tal vez Rey no quiera. —Insinuó Samantha casi que titubeando.
—¿Rey? —Elena preguntó con una mirada fija sobre el tercer jarro de chocolate que aguantaba con sus dos manos—. ¡¿Te cogerías a Juliet?!
—Si ella lo permite… —Rey hizo una pausa, él estaba aguantando sus palabras y haciendo lo posible por mantener su respiración calmada—. No veo porque no.
—Promiscuo —sentenció Sam, ella ya no se tocaba las tetas y regresaba a su postura encorvada.
—Samantha, ya hablamos de esto. No me hagas tener que repetir lo que te hicimos ayer. Mente abierta por favor. Después de todo tú fuiste quien dio la idea, no te quieras echar para atrás ahora que no estás excitada y te atormenta el cargo de conciencia por haber disfrutado de algo que debías. —Poniendo el vaso en la mesa después de pegar otros buches de contenido frío, la rubia continuó—. Aaahh, haz lo que quieras, solo no agües la fiesta… en cambio, yo, tomó un baño con agua curativa y me pongo manos a la obra. Rey me esperas en tu cuarto, no te pierdas, te necesito para este plan maestro que tengo…
Tras la orden de Elena el joven asintió con su cabeza. La rubia sonaba muy segura de lo que decía, al mismo tiempo que separaba en un plato aparte del omelette junto con un vaso de café negro, los cuales procedió a dejar en frente de la puerta de Juliet.
El sonido de la puerta del cuarto de Elena se sintió, al parecer ella verdaderamente iba a tomar un baño.
Sam se quedó mirando al piso, pensativa. Dado al incómodo momento, Rey decidió actuar natural y ponerse a recoger la mesa y acomodar los platos. Pensando en si ponerse de pie o no, la trigueña se las ingenió para dejar que sus cabellos le taparan las tetas y después de acumular valor fue que se dispuso a ayudar a recoger los platos con Rey.
—Sería bueno si también me doy un baño —dijo Samantha con voz que casi se le escapaba.
“Con ese cuerpo debe de sentirse más incómoda por andar desnuda.” Pensaba Rey mientras de reojo miraba las voluptuosas caderas y los significativos pechos nuevos que Sam tenía. “No creo que sean los cargos de conciencia por lo que hicimos ayer, más bien la pena de tener un cuerpo tan llamativo al que no está adaptada. Necesita tiempo…”
—¿Qué crees? —preguntó Sam de forma insistente, esta vez con más fuerza.
Saliendo de su estado mental, Rey dijo que sí sin siquiera saber a qué estaba respondiendo. No era que él hubiera prestado atención a las primeras palabras de la trigueña, pero tampoco quería quedar en evidencia.
Entendiendo que Elena era una puta, y ella era la única que estaba dispuesta a amarle como en los tiempos de antes, Sam necesito respirar profundo dado que le dolía no ser elegida. Era obvio que la boca de Rey se hacía agua por pensar en comerse a Juliet, y que él le prestaba más atención a los temas sexuales. Sintiéndose culpable porque estaba queriendo a Rey para sí misma, y tal vez, en cierta forma, ese sentido de pertenencia le volvió egoísta, decidió marcharse, pero no sin antes decir;
—Me encanto cuando abriste la puerta de mi cuarto mientras yo me estaba tocando, lástima que no lo hubieras hecho antes.
Abriendo los ojos Rey se volteó y, a punto de pedir explicaciones e indagar sobre el tema, vio cómo Sam se marchaba por el pasillo. Con cientos de preguntas, más confundido que en un principio, él se quedó boquiabierto en la cocina mirando el inmenso trasero que se contoneaba de un lado a otro, hasta que desapareció.
Siguiendo las palabras de la rubia, Rey entró a su habitación y se tendió sobre la cama que nunca pensó haber dejado abandonada por toda una noche. En su cabeza tenía muchas dudas, más, la espera le estaba impacientando y la impaciencia le hacía preguntarse aún más cosas;
“¿Acaso Samantha…? ¿Ella…? ¿Elena…? Pero, también es promiscuidad. Estar con tantas personas a la vez, al final es no estar con nadie. ¿No sé decir que no?... Puedo ir a donde está Sam y quedarme con ella, pero también puedo dejar que ella venga por sí sola y seguir a Elena. Estoy pensando con mi verga, hacerlo con tres chicas diferentes en menos de dos días es algo que no puedo rechazar. Pero, si sigo así, en dónde quedan mis valores, estándares, principios y moral… ¿follar o no follar? ¿Una, o varias a la vez?”
Rey salió de su mundo de pensamientos porque sin darse cuenta, de tanto concentrarse, se vio envuelto en las imágenes que sus afinados sentidos le daban. La casa se volvió todo un mundo, en el cual podía escuchar como Elena salía de su habitación recién bañada, con un distinto aroma a flores.
Mientras que la rubia caminaba con sus pies ligeros, una que otra gota caía al suelo y se rompía en pedazos. Las bisagras de una puerta se movieron, paso a paso, ella caminó hasta tocar, por segunda vez, la puerta de Juliet.
—Jul… se te enfría el desayuno. —Pum, pum, pum… Unos cuantos toques más en la puerta por parte de Elena—. Ábreme, entiendo que tal vez no quieras comer… pero si podemos hablar… puedes confiar en mí… además… te tengo una sorpresa. Rey siguió en su mundo, con su audición espantaba a las preguntas invasivas que no tenían respuestas y atravesaba la puerta. Afinando sus oídos, él se llevó una sorpresa. Juliet estaba llorando en el rincón más lejano de su habitación, al lado de la tasa de baño, encogida de pies y manos. Ante la insistencia de Elena, Jul se vio obligada a tirar de la cadena, secarse las lágrimas, levantarse y abrir la puerta simulando que nada había pasado.
—Aww, ¿estuviste llorando otra vez? —dijo Elena tan pronto se abrió la puerta y fue recibida por la pelirroja.
A Rey le resultó impactante darse cuenta de que Juliet pasaba la mayor parte del tiempo encerrada en su cuarto llorando y sufriendo en silencio. Tal vez por esa razón quería evitar, dentro de lo posible, cruzarse con algún otro miembro de la casa y usaba pastillas para dormir.
Precisamente por ser descubierta, la mencionada no pudo seguir actuando natural y dejó de sostener su respiración en frente de quien le hablaba.
Rey, quien escuchaba todo, sintió cómo su corazón se le encogía. Tanto que estuvo a punto de también llorar. Él podría haber sido el vencedor de mil batallas, el sobreviviente de incontables muertes, y un temerario héroe, pero que alguien a quien consideraba se estuviera sintiendo mal le afectaba de tal manera.
—No llores, no te sientas mal… mira que… Rey quiere cogerte, —dijo Elena valiéndose de un tono cálido y gentil.
En su cama, Rey se golpeó la frente con la mano y cuál si estuviera gritando al techo con la otra le pido explicaciones a Elena, aunque esta no le pudiera escuchar. “¡¿Qué maneras son esas de consolar?! ¡¿Estás loca mujer?! Ya, Juliet no me va a mirar con los mismos ojos nunca más…”
Entendiendo que tenía que recuperar su estado de concentración para poder escuchar, Rey respiro de forma tal en la cual se forzó a calmarse.
—… Espero que no le convencieras para que estuviera conmigo por pena. Él no cogería conmigo, nadie cogería conmigo… mírame, soy un asco, soy horrorosa… no sabes cuanta envidia les tengo a ustedes que comen todo lo que quieren y no engordan. Hasta parece que la comida se te fuera para las tetas, las piernas y el culo —dijo Jul casi en lágrimas y de forma histérica.
—Yo cogí contigo y no fue por lástima. —dijo Elena.
—Si… pero eso… fue diferente… —Respondió la pelirroja tartamudeando, como quien no podía pensar en dos cosas a la vez—. ¿Desde cuándo tienes el abdomen tan definido y ese cuerpo? ¿Cuánto tiempo estuve durmiendo?
—Samantha se muere por chuparte el coño… —dijo Elena, ignorando las dos últimas preguntas de Juliet, pero dando la vuelta en el lugar—. Sí, ella lo dijo ayer. Que en el grupo uno de nosotros quiera coger contigo puede ser casualidad, como bien piensas, dos… Mmmm, puedes dejarlo como coincidencias, pero tres. Juliet, somos tres en esta casa que queremos cogerte y chuparte la raja hasta que se te seque… pero ¡mi dios! Te prometo que no podrás sentir nada más que la INMENSA verga que tiene Rey.
Al parecer, Elena estaba haciendo gestos con sus manos cosa que no permitió que Juliet se pudiera quedar callada.
—Imposible que Rey tenga la verga así de grande… “Hasta la pelirroja me tenía chequeado…” Se dijo Rey.
—Nunca dije que fuera de forma natural, así como estas tetas que tengo ahora y quiero estrenar —insinuó Elena, haciendo que Juliet tragara.
El delicado y elegante sonido de una mano que acaricia el cuerpo ajeno se hizo escuchar. Elena, suavemente al principio, recíproco los movimientos de la pelirroja solo que con la intención de desvestir el cuerpo que tenía enfrente para luego darle un fuerte apretón en los pezones. Con empeño, la rubia le pasaba los dedos sobre las aureolas hasta que se endurecieron y el sonido fue diferente.
La respiración de aquellas dos se agitaba y Rey podía jurar que ambas tenían sus ojos bien abiertos. Una mano se abrió camino y comenzó a tocar hacia abajo, el final fue llegar entre las piernas en donde se podía escuchar el contacto de dedos contra una superficie húmeda.
—Puedo creerte… —dijo Juliet después de pensárselo varias veces—. Esta vez, en cambio, ayúdame a tener un cuerpo como el que tú tenías antes.
—Si… —respondió la rubia—, no te vas a arrepentir. —Ella adentro sus dedos por el coño encharcado y humeante de la pelirroja cuál si estuviera oficializando un contrato—. Pero, hoy utilizaremos tu cuarto, se me antoja usar eso que tienes ahí…
Adicionando a las palabras, y el movimiento de las manos de ellas dos, otro sonido húmedo se dio a escuchar. Pertenecían a pequeños y discretos besos de dos pares de labios que de a poco fueron entrelazando sus lenguas.
Rey abrió sus ojos y se dio una fuerte cachetada, ya no se sentía a punto de llorar, impresionado o sorprendido, sino que estaba excitado. Espiar la vida privada de sus allegados era algo que no se tenía permitido hacer. Además, el conocimiento era una carga bastante pesada de llevar. Tomarse la atribución de querer responsabilizarse con resolver los problemas de otros no era del todo correcto. Aunque sabía que sería sobornado de antemano, le daba buena ventaja aprovecharse de la situación.
Con la intención de distraer su mente y poder actuar natural, el joven se puso de pie y comenzó a hacer ejercicios tan fuertes como pudo. No se permitió a sí mismo indagar sobre lo que estaba sucediendo en otra habitación, después de todo eso alimentaria el hambre de su bestia indomable. Sin llevar la cuenta de cuantas flexiones ya había hecho, Rey sintió como alguien le llamó a la puerta. Con gotas de sudor sobre todo su cuerpo, él abrió la manilla, pudiendo adivinar quién era sin tener que usar ninguno de sus poderes. Ahí estaba Elena, sin ropa, toda sudada, y con las mejillas sonrojadas.
—Rey, no me decepciones —le dijo la rubia con una sonrisa tan amplia que se vio obligada a entrecerrar sus ojos. Ellas, como persona tan dedicada que era, se había encargado de preparar una situación tan perfecta como hermosa y Rey sabía las consecuencias de arruinar dicha ocasión.
Elena pasó su mano por el pecho del chico y se dio la vuelta para caminar en dirección a la habitación de la cual había salido. Mirando el culo contoneante de la rubia que le indicaba el camino, Rey entró al cuarto de la pelirroja. Frenando en seco, él dejó de ver las dos jugosas nalgas de Elena para enfocarse en Juliet, quien se paraba sobre la punta de sus pies con las muñecas atadas de una soga que colgaba en el techo. Juliet estaba desnuda, gimiendo amordazada, con una venda en los ojos. Ella retrasaba sus caderas hacia atrás, buscando esconder su cuerpo para que no le vieran algo de lo cual no estaba contenta de enseñar.
Rey no podía dejar de pensar en lo adorable e inocente que era el comportamiento de Juliet, también que en verdad no tenía ninguna base fundamental. La pelirroja, de entre las chicas de la casa, era quien mejor cuerpo tenía. No era que tuviera un abdomen definido, ni las tetas paraditas, las caderas tonificadas o las piernas lisas, pero en proporción con Sam y Elena, a pesar de los nuevos cambios, Jul seguía siendo quien más tenía.
—¿Qué quieres hacerle a ese bombón? —preguntó Elena.
—Comérmelo completo. —Respondió Rey sin siquiera pensárselo dos veces.
Juliet reaccionó ante la voz de Rey, ella no se esperaba que este le viera sin ropa de esa manera. —¡Rey! —dijo con la mordaza en la boca, al mismo tiempo que por reflejo intentó zafarse para cubrirse el cuerpo.
Entre forcejeos y movimientos con la ayuda de su brazo, la pelirroja pudo bajarse el pañuelo que tenía amarrado con tal de hablar con mejor claridad;
—Elena, ¿acaso no tenía algo que buscar en la cocina? —dijo la pelirroja sin saber en dónde meterse.
—Bueno, el chorizo más grande me lo encontré camino a la cocina y no pude evitar llevarlo conmigo. Rey, ¿aceptas el cuerpo de Juliet, para usarlo, devorarlo y comerlo cada vez que te apetezca?
—¡Noooo! —exclamó Juliet—. Cómo me vas a hacer esto Elena, que me muero de la vergüenza, no estoy preparada, no me siento bien. Desamarrame.
—Acepto —respondió Rey dando una fuerte palmada en el aire, haciendo que Juliet diera un pequeño salto en el lugar ante el sonido tan estrepitoso.
Juliet aguantó la respiración, dejó de cerrar sus piernas y mientras se le sonrojaron las mejillas, intentó decir algo, pero no pudo. Las palabras salían de su boca, dado que su mente aún no procesaba eso que sus oídos habían escuchado, ni lo que estaba pasando.
—Qué linda, Rey ¿acaso no te entran deseos de sacarle la vergüenza a vergazos?
Junto a las sugerentes palabras, Elena se dispuso a retirar la venda de los ojos de su amiga amarrada.
—¿Ummm? ¿Huhm? —Juliet bajó su mirada, e hizo contacto visual con el cañón palpitante del joven que en frente de ellas se paraba. Luego miró a Elena y sonrió, pues ya no le parecía tan mala la idea de dejar que Rey le viera.
—Pero no seas muy brusco y ten paciencia —continuó Elena, coqueta, seductora y provocadora—. Juliet aún no ha tenido su primera vez con un chico…
“¡Ahora sí!”, se dijo Rey, una gran bestia encolerizada que necesitaba la ofrenda de una virgen para calmar los deseos tan grandes que le invadían la mente y el cuerpo.
A punto de abrir su boca tan grande como podía y darse golpes en el pecho, Rey logro alcanzar a contenerse y actuar civilizado. Después de todo, Elena le provocaba sentimientos contradictorios, ser paciente y no ser muy brusco eran palabras que no podían existir en la misma oración de querer coger a alguien tan duro como para sacarle la vida. Aun así, él decidió seguir usando la manera más segura de adentrarse en los asuntos, preguntar, dejar que le demostrarán y después participar;
—¿Cómo… es… eso…?
Preguntó el joven, excitado por ver las novedosas curvas de un cuerpo femenino premiado por la naturaleza. Él estaba tan distraído que incluso ignoraba el motivo por el cual la soga había sido colgada del techo en una posición sospechosamente conveniente como para dejar la vida en caso de que alguien decidiera subirse sobre la cama, más, todos los libros que abarrotaban los estantes que se hacían en las paredes del cuarto.
Juliet, pudiendo imaginar lo que iba a pasar, metió la cabeza debajo del brazo y gritó con ganas lo tanto que quería que Elena se callara. La rubia era famosa por revelar secretos vergonzosos, y el de la pelirroja sería el siguiente. Para ella, la desnudes del cuerpo no era suficientemente vergonzosa como despojar el alma de una persona de los secretos que le vestían.
—Jahajaha… —abusando sus ventajas de villana en la situación, Elena se carcajeó como quien necesitaba hacer un mal necesario—. Estás amarrada, te recomiendo guardar las energías…
Pasando a volver a cubrir la boca de la trigueña, Elena rodeo el cuerpo de su amiga y, cual si fuera una estrategia eficiente, se valió de cosquillas para hacer que la pelirroja no pudiera pensar. Rey, trago en seco, ser el recibidor de dicho espectáculo era un manjar, pero caer entre la tela de araña de la rubia no era nada prometedor.
—Jul me contó que desde que ella estaba en primer grado de secundaria podía leer todo un libro de heroica sin perder la excitación, aburrirse o dormir como lo haría yo. ¿No es verdad?
Rey pudo desconectar sus ojos del tan provocador cuerpo amarrado e indefenso con tal de ver a su alrededor y leer algún que otro título sugerente. Como Juliet no respondió, Elena continuó hablando, pero no sin antes levantar y despegar las tetas de las costillas para después pellizcar los pezones y dejar que la gravedad les hiciera caer.
—Tal vez, no tuve porno para ver, pero ella tenía todos estos libros para leer…
Soltando el agarre de sus dedos, Elena dejó de torturar a los gruesos pezones permitiendo que las dos circunferencias regresaran a su forma natural. Tras la pequeña caída, los dos pares de tetas regresaron a sus características formas circulares solo que los pezones comenzaron un proceso de endurecimiento.
—Siendo su fantasía más grande la de ser mordida por un vampiro mientras se la cogen bien duro.
La descomunal erección de Rey perdió fuerza ante lo que implicaba la noticia, dese su punto de vista, él quería saber cómo era que Jul se había mantenido virgen. Pero no era que dicha información no revelara muchas cosas relacionadas. Por otro lado, Juliet parecía querer soltarse con tal de saltar a la cama y esconderse entre las sábanas o callar a su amiga que no paraba de hablar cosas vergonzosas que le hacían querer morir en el lugar.
La rubia comenzó a reírse y con la misma caminó en dirección al impotente cuerpo de Rey.
—Juliet, —dijo Rey, para la pelirroja, su nombre nunca había sonado tan encantador y vibrante, tanto que casi le derretía—. Puedo hacer tu sueño realidad…
Elena sonrió, la personalidad preocupada de Rey ante alguien que pedía por ayuda era tan fácil de manipular. Simplemente, tenía que usar las palabras indicadas y ya estaba.
—Por cierto… en el principio de ese sueño, ella tiene un
cuerpo más delgado. —dijo la rubia, confidente de lo que decía.
“Mirándolo desde un punto de vista más objetivo, después de ver semejante cuerpo desnudo, yo no permitiría ningún cambio y Elena me conoce. Pero si es eso o perder a quien conozco y aprecio como la rubia me lo está pintando. Prefiero satisfacer cualquier demanda…” Pensaba Rey quien agregó en voz alta;
—Hecho, los cambios se verán mañana, pero… hoy quiero disfrutar.
La pelirroja recordó que era la ofrenda de alguien más, que estaba desnuda en frente de Rey, y que este le prestaba interés a pesar de que su cuerpo no cambiará. Ella, cerrando el contrato que Elena le había propuesto, infló su pecho y recogió la barriga hacia adentro para hacerse ver más esbelta.
Saliendo de detrás del fornido cuerpo masculino, Elena regreso a donde estaba Juliet con tal de desatar la soga que rodeaba las muñecas de esta y dejarle libre.
Con la posibilidad de salir corriendo ante el intimidante cuerpo cuya verga volvía a ser tan sólida como el concreto, pero sin tener a donde escapar, Juliet masajeó sus manos con tal de escurrir el sudor que le provocaba el momento. Pero algo le decía que la rubia no había terminado de jugar, puesto se puso detrás de ella y le aguantó por los hombros.
Rey, divagando entre lo racional y lo que no, dio un paso al
frente haciendo que Juliet no pudiera evitar retroceder instintivamente. A pesar de estar siendo empujada por la rubia,
Jul apartando a Elena y de paso a paso se acercó a la cama. Otro paso, y otro paso más por parte del joven ofuscado. Tan pronto la rubia desistió de seguir empujando, se hizo a un lado con brusquedad haciendo que Jul no pudiera evitar caer sentada sobre el colchón y con esto la verga del chico le quedó a la altura de su cara.
El joven se detuvo en seco ante la escena, al principio tenía la idea de penetrar, encargar su miembro viril hasta lo más profundo que pudiera llagar, pero ahora, con lo que veía, no pudo evitar preguntarse;
“Esa boquita, sus labios, su lengua y mi verga. ¿Me la besará, chupará, pajeará y morderá? Oh, Juliet, Juliet… no puedo esperar a verte usando esa boca”.