Stagnation

Chapter 9
Alas


 Daniela alcanzó a ver lo que el vampiro le había sacado dentro del cuerpo, se dio cuenta de que, a pesar de haber sido dañada, aprisionada y engañada por palabras, todo era probablemente por el bien mayor que rezó por conseguir. Una vez dejó de lado la emoción de perdición que el vampiro le había hecho experimentar, comenzó a experimentar sentimientos encontrados como lo eran la culpa de perder la fe en un amigo y creer que todos los que le rodeaban intentarían engañarla. Ambos sentimientos destrozaban el interior de su corazón. No siguió llorando, ni mucho menos se mostró vulnerable, pero no pudo evitar mirar a Jhades como alguien que pedía explicaciones con tal de poder entender. 

  Los ojos de ellos se encontraron y aunque Jhades movía su cuerpo de un lado a otro, mantenía la cabeza observando en la misma dirección.

  —Toma, haz presión sobre la herida —dijo el vampiro, mientras tomaba un pedazo de tela enrollada y lo ponía contra la nalga de Daniela.

Al recibir la señal de su compañero, Regres decidió bajarse de la cama y desaparecer en el aire como usualmente estaba acostumbrado a hacer, cada que no se le necesitaba. 

 «¿Y por qué me tiene que importar tanto lo que ella piense de mí?» pensó él, quien seguía siendo observado por ojos que le cuestionaban. «¿Por qué me estoy desmoronando en pedazos? Es difícil de admitir, pero, por un momento, aprovecharme de mi autoridad se sintió bien, pero su mirada me hace sentir culpable. El saco de sangre aún confía en mí cuando mi yo más despreciable y repugnante está aquí en esta habitación, mirándole desnuda, como comida, como un objeto a abusar, mis ojos redondos y puros reflejan a un vampiro». 

  —No soy tan buen mentiroso —dijo Jhades—. Digamos que te necesito con vida. Dependiendo de tu fe en los demás no llegarás a ningún lugar. Esta es una forma conveniente de no esforzarte. 

  Ante el comentario, Daniela estuvo a punto de abrir su boca con tal de defender sus creencias, ya que tenía más de un millón de razones por las cuales mantener la esperanza, creer en otros seres y en el propósito de los actos.  

Pero Jhades le detuvo: 

  —No hace mucho me preguntaste, “¿Cómo? ¿Por qué este mundo? ¿Por qué yo? ¿Por qué aquí? ¿Con qué propósito?” ¿No es así? —Daniela asintió—. Entonces, si todo sirve a un propósito, dañar y luchar por ti misma también. Digamos que estoy en este mundo, aquí, contigo, con el propósito de enseñarte a valerte por ti misma, a expensas de que verdaderamente te deje de importar dañar a los demás, matar por un bien mayor, ya que después de todo… maté por ti. 

  Jhades estaba mintiendo, pero también le hacía sentir bien culpabilizar a alguien de alma noble.

  —¡¿Los subyugadores?! ¡No! Es mentira, pude escuchar pasos. 

  —Ese es otro grupo, los maté para que pudieras vivir, tu presencia está manchada…soy uno de los tres ‘caídos del cielo’ y eso es lo que mis hermanos y yo podemos hacer. ¿Qué más esperabas? ¿Acaso buscabas una manera de cambiar tu situación al no es dudar del propósito que estabas dispuesta a cumplir?

  Con sus palabras, el vampiro tocaba cuerdas sensibles, mucho más profundas de las que había tocado cuando dijo que el pertenecía al grupo de subyugadores. Daniela se quedó sin palabras, a pesar que podía defender su fe como ser celestial que era, no podía justificar las muertes ajenas en las que estuvo involucrada sin darse cuenta. ¿Qué debía hacer? ¿Aún seguía siendo una descendiente de querubines? ¿Su cuerpo se convertiría en el de un ángel caído? 

  —No puedes ser un vampiro —negó Daniela—. Tus ojos, tu reflejo… 

  —¿Mi reflejo? ¿Qué tiene? Puedo hacerlo desaparecer si quieres, así como mi cuerpo. Si lo dices por mis ojos, bueno… Esta goma negra que me dieron hace que no se muestre su color real—Tan pronto Jhades se retiró los lentes, el potente color azul de sus ojos se hizo presente en la oscuridad, lo que dejó a la descendiente de querubines sin más preguntas—. Ahora, regresando a lo que es importante, con este artefacto los subyugadores pueden seguir tus pasos y saber en dónde estás. Esa puerta está abierta, si llegan, digamos que es natural que se encontrarán con la muerte o ¿quieres morir con tal de dejarlos vivir? 

   —¡¿Qué quieres que haga?! —preguntó Daniela desesperada, mientras miraba sus manos como si tuviera sangre entre ellas. 

  Con una deleitante sonrisa mental, el vampiro destruyó el rastreador con sus uñas y se gozó en las expresiones desesperadas de la chica que estaba corrompiendo.

   —Vive, lucha, mata por sobrevivir, en nombre del bien mayor … de tu bien mayor, de tu familia que puede estar viva, de las personas que son inocentes. 

  —¡No sé si podré! — afirmó Daniela, mientras levantaba su cabeza para mirar los ojos de Jhades. Las miradas se volvieron a encontrar, pero esta vez todo sucedió lentamente. Ella no podía creer como los ojos del vampiro se mostraban asombrosamente brillantes en la oscuridad,  que sonreía con serenidad y confidencia, a pesar de poder matar en cualquier momento—. ¿Qué sucede contigo? ¿Estamos hablando de matar, sabes? Al menos toma el tema con más seriedad. 

  —No, estamos hablando de vivir — la corrigió Jhades—, hasta ahora no conozco a ningún vampiro puro de sangre como yo que dejara de existir. La pregunta es para ti, que estás arrinconada con una vida limitada y a la que te apegaste a vivir siendo esclavizada, cazada y violada por los mismos humanos a los cuales te dedicaste a servir. ¿Te vas a seguir resistiendo? Sigue viviendo, pero esta vez voltea las cartas sobre la mesa, esclaviza, caza y viola si es necesario. Vamos, piensa en personas desesperadas por vivir como eras tú… estoy aquí, dispuesto a seguirte ¿Cómo puedes permitir que quienes hacen daño sigan viviendo sus vidas tan fácilmente? ¿Ese será el final del camino una vez que mueres? No te permitas perder la vida con tan poca dignidad, rendida y a la merced de alguien más, muere luchando, matando. 

  —No, no, no. —respondió Daniela, con enojo,

  —¡Ahh! Me estás haciendo enojar, si es que verdaderamente quieres morir, yo puedo terminar con tu sufrimiento aquí y ahora mismo.  

  —No —respondió ella, esta vez de forma tímida e indecisa.  

De forma débil, la descendiente de querubines se volteó y se dirigió a donde estaba la puerta con la intención de mantenerla cerrada. Su rostro, que estaba a punto de romperse, mostró desesperación cuando escuchó voces del otro lado de la puerta. 

  —Tiene que haber otra manera… —susurró Daniela. 

  —Viva o muerta, mataré a quien se interponga en mi camino, no es que exista alguna diferencia para mí. 

  — ¡Como vampiro puedes usar el arte perdido de la vida! —exclamó ella, al ver una solución al frente de sus ojos. 

  —Mira tu cuerpo, tu herida… —respondió Jhades, como quien señalaba algo obvio—. Para usar el arte perdido de la vida, tengo que amar, literalmente … Si dejo de lado que logré anestesiar un poco tu dolor con mi saliva, no soy un ser capaz de sentir amor con facilidad. Amar a alguien que no está dispuesto a luchar por vivir, es un poco patético ¿no lo crees? 

  Los pasos al otro lado de la puerta se alejaron, al parecer, el rastreador había sido destruido a tiempo, como para que los subyugadores no encontrarán el lugar, lo que hizo que Jhades se relajara y regresara a sentarse en la silla que había limpiado.

  —Bueno, además de problemas ¿Qué más puedes ofrecerme, saco de sangre? —afirmó el vampiro, dispuesto a seguir poniendo presión en los hombros de la descendiente de querubines—. Tenemos que hablar de negocios, no es que necesariamente actúe por caridad. 

—No tengo nada que darte —aseguró ella, desnuda, con la espalda contra la puerta—. No quiero ofrecerte mi cuerpo, ni ser esclava o estar obligada a tener interacciones sexuales o hacer otros servicios. 

  La frase “interacciones sexuales” que salió de los delicados y finos labios de Daniela, hizo que Jhades recordara su segundo día de entrenamiento. Había tenido sexo con su maestra, quien también pertenecía al linaje vampiro y tras ese evento tan placentero, el dolor de perder miembros y ser atravesado por una gigantesca espada, se hizo constante. Claro, el entrenamiento consistía en aprender a tolerar el dolor, regenerar partes del cuerpo perdidas y órganos vitales. Katherine siempre estaba ahí para ayudarle a recuperarse, cada vez que perdía la conciencia. Jhades dejó de lado los desagradables recuerdos de un pasado tormentoso, para levantar su mano y detener a la chica con las siguientes palabras:

  —No estoy interesado en algo tan trivial y poco atractivo como tu cuerpo.

   Daniela se quedó boca abierta ante las palabras del vampiro, cosa que le llevó a preguntar; 

  —¿Me pediste que fuera tu esclava? Entonces, ¿Quieres mi alma o ser mi amado?

  —Necesitaba alguien que limpiara meticulosamente el camino por el que paso, que haga de silla cuando estoy cansado y me trate como amo y señor en frente de los demás. Ni siquiera vales la pena para hacer de ti un tapete. 

 Las palabras de Jhades eran directas, no estaban negando que quiera amar a Daniela o tener su alma. Tras dejar de apoyarse en la puerta, Daniela regresó a sentarse sobre la cama, juntó sus manos frente a su pecho, entrelazó sus dedos y con la mirada, le rogó al vampiro: 

  —Te pido, de forma egoísta, tal vez no en este momento y aunque sea inexistente, que el amor entre nosotros puede crecer y manifestarse con el tiempo. Ayúdame a sanar las heridas de mi cuerpo, a recuperar la pureza de mi alma y tómame como más que una amiga…quiero ser tu esposa y señora.

   —Definitivamente, no —dijo Jhades, quien recordó su pasado, además, que la necesitaba con vida para tener una excusa ante sus acciones, no la requería como mujer—. No pienso sentir amor por haberte salvado la vida, por tanto, ni cambiando tu estado denigrante voy a amarte en lo absoluto… Tendrías que entregarte a mí verdaderamente. 

  Aunque la última oración que dijo el vampiro había sido de manera irónica, la chica se lo tomó muy en serio.  

—Solo puedo estar entregada en mente, corazón y alma, verdaderamente, al “señor”—. Respondió un tanto asustada, por las consecuencias que trajeron las palabras del vampiro. 

    Estaba asustada de “entregarse” a alguien, debido a que los seres celestiales y divinos caen y son corrompidos cuando aman a alguien que les decepciona. El “señor” era el único que nunca les decepciona, entrega todo por ellos, los amó primero, los quería a pesar de lo manchados que estuvieran, por ende, amar a esa entidad y hacer bien sin mirar a quien, era el secreto para ‘no caer’ nunca.

  Para Jhades, el “señor” del cual Daniela hablaba, no estaba ahí, no la protegía ni le permitiría seguir viviendo. Con sus colmillos en todo el esplendor de su naturaleza y con intenciones de jugar con su comida y hacerla desesperar aún más, añadió:

   —No soy tu señor, soy un vampiro. Mi naturaleza es incambiable, tengo que morder para alimentarme, matar para vivir y amarte si quiero salvarte. Pero, a pesar de todos estos eventos que nos trajeron a estar juntos. ¿Acaso estarías dispuesta a darme voluntariamente tu mente, corazón, alma y sangre? ¿No piensas hacer de mí tu señor? Digo, después de todo… Miguel permitió mi entrada y nacimiento. Estoy en este mundo, aquí, frente a ti, por un propósito… ¿no es así? 

  El vampiro había usado el nombre del príncipe de las milicias celestiales, la entidad que comandó a los ángeles, querubines y demás entidades divinas en la batalla de ángeles, dioses y demonios, no porque supiera quien era, sino porque Daniela lo había mencionado. 

    —Puedes adueñarte de mi cuerpo —dijo Daniela entre lágrimas.

   El llanto de la chica que deleitaba al vampiro, lo motivó a seguir tocando puntos sensibles y hacer proposiciones imposibles; 

  —No, no es solo eso… —respondió Jhades— no es tan solo adueñarme de tu cuerpo, tu alma, corazón, mente y sangre. Es que seas capaz de entregarme todo de ti, incondicionalmente, sin que yo te lo tenga de pedir. Que pienses por mí, respires por mí, vivas por mí, hables por mí, ofrezcas la vida de nuestro fruto por mí, renuncies a tu muerte por mí. Sin medidas ni condiciones, lo des todo de ti, tanto en la miseria como en la alegría. 

Daniela abrió sus ojos como platos y se dio cuenta que estaba en una posición muy delicada. Para poder obtener la protección de Jhades, ella solo tenía que dar su lealtad y sinceridad a cambio, pero los requisitos para obtener el amor de un ser tan egoísta eran otros — ¿Cómo podría hacer eso? —preguntó. 

  Jhades se quedó mirándola, con el fin de escuchar la respuesta que le permitiría amar a la chica que provenía de los querubines. 

  —En ese caso, —dijo ella, con voz decidida—. Prometo tomar la decisión consciente de entregarte todo lo que tengo, incondicionalmente, sin que me lo pidas. Voy a pensar en ti, respirar por ti, vivir por ti, ofrecer la vida de nuestro fruto por ti, renunciar a mi muerte por ti, tanto en la miseria como en la alegría… porque te lo mereces. 

  —Ahora, descruza los dedos y abre tus manos—dijo el vampiro, quien lucía una sonrisa bien amplia en su rostro.

Luego de hacer que sus dientes vibraran, Daniela separó los dedos que juntaba frente a su pecho, rompió su fe y las creencias que había tenido desde un inicio. En ese momento, cuando su rezo ya no era el mismo, la chica fue tomada por sorpresa, al sentir la mano del vampiro tocándole la frente. 

   El cuerpo de Daniela se erizó, cambió, evolucionó desde el interior, al punto que no podía distinguir si estaba cayendo, al mismo tiempo que se transformaba en un demonio de luz o alcanzaba la divinidad nuevamente. Contagiada por el deseo, una descarga eléctrica de sensaciones lujuriosas, una tras otra, le invadieron el cuerpo. Sintió un placentero cosquilleo casi insoportable en sus piernas y un corazón que se le agitaba al estar haciendo algo malo ante los ojos de su “señor”. 

 «El sonido pulsante de las venas de mi cuello palpitante, sus labios, la humedad de su lengua, ¿qué es esto que siento?” pensó Daniela, quien aún esperaba con sus brazos abiertos el cuerpo pecaminoso de un vampiro, al tiempo que se accionaban los mecanismos internos de su corazón. 

 Cual ser angelical, ella expuso sus alas que casi abarcaban todo el lugar, ante los ojos sorprendidos del joven vampiro quien no se quedó detrás. Dejó de guardar lo que escondía, el portador del apellido Priovan, también mostró sus alas.

 Las alas de Jhades eran totalmente diferentes entre sí, dividían la pequeña habitación en dos partes. Una parte era blanco angelical, irradiado por un plumaje magnífico, mientras que el lado contrario se hacía ver oscuro y apagado, gracias a la piel y huesos de dos extremidades. 

 —Mis alas despertadas por ti, son la prueba irrefutable de que en verdad estoy dispuesta a amarte —dijo ella, casi sin aliento y en éxtasis—. Mira Jhades, el poder que ha creado el amor dentro de mí. Observa como mis heridas sanan y este cuerpo, una vez maltratado, ahora se levanta en esplendor y gracia.

  «Que asombroso es jugar con los sentimientos de alguien” se decía el vampiro. «Le hago creer que puedo amarla verdaderamente si reúne las condiciones. Es tan inocente, corrompible y encantadora.”

 Con el tiempo ralentizado, en un ambiente agradable para la chica proveniente de los querubines, inundada por sensaciones desbordantes, no podía dejar de confiar en una nueva esperanza para su vida. De pronto, un suspiro de Daniela se escuchó y significó más que una mera relajación de todo el cuerpo. En el aire que abandona los pulmones, se palpaba una liberación momentánea de todas sus almas. Ella estaba siendo bendecida por semejante exhalación, tanto que agregó:

  —Tengo mucho sueño, al punto que no me puedo mover. 

  —Aprovecha y duerme un poco. —dijo el vampiro, quien se quedó en silencio con su típica sonrisa maléfica. No era que tuviera más que decir en ese momento, pues tenía la mente en blanco y podía prometerle a todos los cielos que amaba a la chica o al menos, experimentaba el placer que le había hecho sentir.

  Con tal de ver la reacción que tendría la chica que recién se le había entregado en cuerpo y alma, él podría marcharse tan pronto se quedara dormida, pero nada le garantizaba que se mantuviera viva. Regresó a la silla que estaba limpia, se quedó sonriendo y hambriento, con ganas de comer un poco más. Hizo que Regres apareciera y le mandó a ir por los demás subyugadores que estaban merodeando, sin que Daniela se diera cuenta. 

«En un mundo nuevo y totalmente desconocido, indudablemente no podía haber existido una noche más maravillosa en la vida de ustedes, los tres… ‘caídos del cielo’” Dentro de su mente, una voz anciana resonaba. “En el tiempo que he pasado en esta luna, que muchos llamaban sol, me encargué de que el curso de eventos fuera ideal para ustedes. Gracias a esto, aprendieron cosas que por sí mismos que no podían saber, que se negarían a aprender de otra manera. Aprendieron a hablar, a entender el nuevo idioma y las costumbres de los humanos, a no matar irracionalmente. Todo, en su mayoría, por el poder generado del interés de un amor condicional. ¿Han encontrado a alguien que los ama? Tal vez sea verdad, eso que piensan. Pero con las condiciones perfectas y la influencia de otros, hasta la más salvaje de las bestias puede percibir el regocijo de hacer un papel heroico y obtener los placeres que les puede dar una mujer en agradecimiento. No solo eso, sino que regresarán a buscar esa felicidad, tanto que confunden el sufrimiento con bienestar.

   Desde su habitación, el hombre mayor miraba como se disponían los hijos del gigantesco bordado y dispuso a pensar: 

  «Ahora que saben lo que es una mujer, que son poderosos e inteligentes como dioses, se negarán a seguir vagando por este mundo y vivir como animales sin propósito. Lástima que el tiempo no sea mucho. Gilgamesh ha dado la orden, por alguna razón, lo hizo un poco más rápido de lo que estaba calculando. Él está ansioso por reunirse con su amigo, ese que soñó, que tanto esperó, para evitar volverse loco. La inmortalidad es peligrosa para un humano, tanto que, aunque se dio cuenta de lo egoísta que estaba siendo, quedó ciego de lo que podría ser.” 

El sujeto dejó salir una bocanada de aire, mientras miraba las diferentes pantallas que componían el lugar, para luego continuar con su monólogo interno: 

  «No le puedo culpar. El miedo es lo que representa la vida eterna, en especial, cuando después de obtenerla, nadie a quien ames pueda obtenerla contigo. Gilgamesh, puedes estar seguro de que te va a favorecer combatir contra un monstruo al que no podrás vencer. Tal vez sea la única manera de reparar el agujero que tu antiguo amigo dejó. Rey, espero puedas entender que todo suele tener un precio y más en un mundo de naturalezas imperfectas, como este. Los sentimientos que lograste experimentar, como consecuencia, te abrirán un camino seguro a la perdición si les das cabida, ya que después de todo, la debilidad de un hechicero es clamar cuando se tienen sentimientos. ¡Que comience el espectáculo!»

  Jhades y Dante nunca se lo pudieron imaginar, ni remotamente percibieron que estaban siendo enjaulados, pero Rey sabía que los sentimientos podían convertirse en barrotes y rejas casi indestructibles para quienes aprisiona, por lo tanto, nunca bajó la guardia a pesar de haber tenido múltiples orgasmos y que Lía quedara dormida como una bebé.

 El híbrido estaba de pie, inmóvil, con sus ojos cerrados, pero afinando todos sus sentidos, porque después de todo, estaba en territorio enemigo. La pregunta le atormentaba, «¿puedo escapar de aquí?” y la respuesta era «Si, pero no podría llevarla conmigo.” En semejantes circunstancias, mantener ilesa a esa criatura rota, de la que se había encariñado, era de vital prioridad. 

  «Después de todo, las cosas directas son menos problemáticas que estar huyendo. Tal como estipula el plan principal, siempre y cuando pueda acercarme al cuello de mi oponente y cortarlo tan rápido como pueda, todo se verá terminado y ella no tendría que verse involucrada. Aun así, ¿qué hago con el resto de los humanos?” pensaba Rey, mientras transcurría la noche. 

 De forma imperceptible para una persona normal, los subyugadores rodeaban todas las habitaciones en las cuales se encontraban los esclavos y ya tenían los pasillos colonizados. Poco a poco y en silencio, las mujeres y niñas eran arrancadas de sus habitaciones, prácticamente dormidas y llevadas a otro lado. 

  Rey podía decirle a Lía lo que estaba sucediendo, pero no haría ninguna diferencia. Lo que quedaba era esperar, además, que no estuvieran matando era una buena señal, significaba que querían capturarlos con vida.

Tras pocas horas, los subyugadores finalmente aseguraron las habitaciones en las cuales estaban los tres caídos del cielo. 

  La puerta que Jhades creía haber partido, nunca lo estuvo y en el momento oportuno, la entrada se cerró automáticamente y convirtió al lugar en una zona hermética que se llenó de gas con efectos paralizantes para los vampiros. Por otro lado, Dante no tenía fuerzas y se había quedado dormido profundamente, gracias a los orgasmos que tuvo con Marín.

 Fue un golpe duro para el orgullo de Dante y Jhades, cuando abrieron los ojos y se encontraron con lo que su despreocupación provocó, que fue tener que aceptar la inminente derrota en una batalla que siquiera tuvieron la oportunidad de luchar. Al voltear y ser testigos de cómo sus recién adquiridas debilidades se encontraban llorando, doblegadas a merced de manos ajenas, atadas, amordazadas y amenazadas con armas, los derrumbó. 

   El fatídico error que los dos hermanos habían cometido, era creer que eran más inteligentes que los humanos, una raza que había vivido milenios y que contaba con el conocimiento de todos sus antepasados en la caza de seres sobrenaturales.

  Sin embargo, a pesar de respirar el mismo gas y haber gastado una cantidad considerable de fuerza física, Rey creó varias copias de su cuerpo que rodeaban la cama, con tal de proteger a la vampira. Mantuvo su rostro intimidante, como bienvenida a todos los sujetos que no habían sido invitados. Aun estando desnudo, observó a cada uno de los invasores a los ojos, con la intención de hacer prevalecer su disposición a luchar y matar si se daba el caso, aunque esperaba que tomaran conciencia, retrocedieran o cometieran el más mínimo descuido.

   Rey también entendía que su presencia no provocaba el mismo miedo que cuando llegó a Belldewar. No se veía tan salvaje, estaba limpio, sus ojos afilados que antes se iluminaban con la blancura que irradiaba una estrella pitagórica infinita que bordea las pupilas y se adapta al tamaño dilatado, estaban disfrazados por unas lentillas negras. Tampoco era que sintiera la necesidad de desperdiciar energía y avanzar la condición de su enfermedad, al aumentar las dimensiones de su cuerpo. 

   —Violencia genera aún más violencia. Contra mí no tendrán salvación, —dijo Rey, quien pensaba que alguien que se había tomado el trabajo de enseñarle y hacer que se adaptara a las costumbres humanas, le quería vivo y así le mantendría.  

  Rey podía entender que el gas que respiraba, más que sentirse relajante, con el paso del tiempo le había robado más de la mitad de sus fuerzas restante. También que estaba dispuesto a no mostrar resistencia mientras sintiera que su vida no estaba en peligro.  

  La respiración agitada de los enmascarados presentes llenó el ambiente, después de todo, eran humanos y el simple hecho de hacer contacto visual con una amenaza ‘categoría tres,’ era suficiente para obtener sentencia de muerte. 

  —Ninguno de los otros dos es capaz de moverse con este nivel de concentración de gas —anunció uno de los presentes—. Por órdenes de su majestad Gilgamesh, el más poderoso y supremo que puede hacer temblar a esta luna llamada sol, no teman en capturarle y enfrentar a la muerte, si es el caso.

  —Hablas demasiado—dijo Rey, irritado por no ser la primera vez que escuchara semejante nombre.

   Acorralado, el joven se defendió mientras todos se le fueron encima, con la intención de capturarlo. 

   Al ver que el objetivo estaba dando una mayor resistencia de la que habían previsto, los humanos dieron la orden de disparar y evitar los puntos vitales. Rey dirigió la trayectoria de unos cuantos proyectiles con la punta de los dedos, así como logró esquivar la gran mayoría y dejaba impactar contra su cuerpo unos pocos proyectiles. No era difícil deducir que los rápidos movimientos de aquel chico eran los culpables que los soldados estuvieran cayendo uno detrás de otro. Mientras más hombres disparaban, más hombres morían bajo sus propias balas. Por cada hombre que caía, entraban dos por la puerta de la habitación. La persona que estaba reteniendo a Lía ordenó a sus compañeros detener el fuego de las armas. Con esta orden, los presentes dejaron de disparar.

 Rey volteó su rostro para ver la cruda realidad, los disparos y humanos que entregaron sus vidas, tan solo fueron una distracción. El objetivo principal del soldado más diestro era colocar la boquilla del cañón de su pistola en la sien de la vampira que estaba inconsciente, tendida sobre la cama. A pesar que tenía varias copias de sí mismo en la habitación sus sentidos no estaban en las mejores condiciones y a pesar que se propuso hacer un clamado silencioso, se dio cuenta que el chacra corazón estaba bloqueado completamente. 

  Que Lía estuviera capturada le hacía sentir cosas que él no estaba supuesto a sentir. Esos sentimientos eran capaces de influenciar sus hechizos y hacer que estos, por simple que fuera, terminaran con su vida de una vez. 

    —A pesar de haber recibido daños, aún sigues moviéndote, dentro de poco te adaptarás a nuestras armas y se volverán ineficaces, pero ella no tiene esas habilidades—, dijo el sujeto con tono amenazante, mientras tiraba de los cabellos del cuerpo inconsciente de la doctora que permanecía desnuda en el suelo. —Aún quiero hacer esto por las buenas. 

  Rey emitió un gruñido de desagrado e hizo que las copias que había creado con su arte de control de aura negra desaparecieran. Sintió como las cadenas invisibles que le ataban le impedían actuar. Él podía limpiar sus chacras en segundos, pero cada acción por parte de Lía, provocaba una reacción en él. Aunque sobreviviera al efecto negativo de un clamado incorrecto, apreciaba mucho a la chica que le había ayudado, como para arriesgar a la suerte el resultado de una situación desastrosa.  

   Dada la cooperación del objetivo, el sujeto de la pistola le dijo;

   —Eso, así… ella estará bien mientras colabores. Ahora, arrodíllate y coloca las manos sobre la cabeza.

   Rey obedeció las demandantes órdenes y tan pronto sus rodillas tocaron el suelo, por detrás, se le acercó un hombre, el cual, mediante el uso de un puñal con contenido dentro, le apuñaló justo en medio de la columna vertebral a la altura de su caja toráxica.

Rey perdió  el control y la sensación de toda la parte inferior de su cuerpo, el ‘caído del cielo’ miró con resignación el rostro dormido de la vampira que tanto quería. 

  El líquido dentro de la daga fue inyectado y con esto, el joven comenzó a ver todo distorsionado. Rey, mareado y aturdido, terminó cayendo en el suelo.

   En la habitación, se produjo un silencio sepulcral. Muchos no podían creer que siguieran viviendo, después de encontrarse con un ‘categoría’ tres. —Impresionante, quién iba a decir que semejante bestia sería domada por el amor de una prostituta—, dijo uno de los soldados, con la intención de romper el tan incómodo silencio, mientras expresaba su alegría por estar vivo.

    El sujeto que apuntaba con su pistola a Lía, apenas escuchó el comentario, dirigió su pistola y tras accionar el gatillo, mató a la persona que había hablado.

 Las armas de todos los presentes fueron bloqueadas por un mecanismo de seguridad y la pistola del subyugador era la única que podía ser utilizada.

  Los presentes levantaron sus manos al aire, para resignarse a escuchar las palabras que el sujeto vociferó, con un ánimo bien irritado: 

  —Tres de mis mejores hombres no volverán a ver a sus familias y cuatro estarán hospitalizados por un largo tiempo. La “propiedad” o el “esclavo” que vuelva a tener el atrevimiento de halagar a una basura como esta, tendrá el mismo final. ¿¡Entendido!? 

Tras ponerse en posición firme, en dirección al furioso individuo que estaba al mando, exclamaron:

   — Sí, señor. 

  —Ahora, a cantar el himno en honor a los héroes caídos que se juntarán en el infierno y aun así, continuarán luchando con tal de alcanzar la victoria. 

 Luego de seguir la orden del subyugador, los presentes se colocaron en posición de saludo y comenzaron a entonar el canto de combate, uno que era familiar a los oídos del Rey.

 



Rey De-Heavens

Chapter 9
Guardianes del Purgatorio


Edith se llevó las manos a la boca y abrió los ojos cuando contempló la sangre del pequeño, escurrirse por su pie hasta caer en el suelo. Aquel hombre, en su otra mano, tenía una rústica pistola, la cual había sacado y disparado justo en el momento en el que Rey había dado el primer paso hacia adelante para atacar.

—Eres joven… —dijo el sujeto con una risa maquiavélica, ignorando la borrosa visión que había tenido—. Y muy ingenuo.

White y Edith fueron a asistirle, pero Rey se movió de un lugar a otro con rapidez para esquivar los siguientes disparos. Él advirtió en voz alta:

—¡No interfieran!

Sonriente, el pequeño enseñó en su rostro perfectas intenciones asesinas, lo cual detuvo los movimientos de sus dos acompañantes.

—Tendrías más probabilidades para vencerme si fuera una pelea al viejo estilo como en los libros.

El hombre siguió disparando, pero su visión borrosa se pronunciaba más y más. Según recordaba, él nunca había fallado más de dos tiros consecutivos, lo cual le conllevó pensar que algo estaba fuera de lo normal.

Rey desapareció del lugar en el cual estaba y reapareció detrás de su oponente.

—Has cometido un error fatal. Acabas de recordarme que no hay reglas en el combate. Cuando se trata de ganar, cualquier medio es válido.

Con sus dientes afuera, el pequeño, desde atrás, atravesó la tela y el metal que protegían al sujeto para arrancarle un pedazo del cuello. Al estar sosteniendo una espada y una pistola en cada mano, el pirata debía acertar otro disparo para ganar el combate, pero por alguna razón no podía. Era como si estuviera luchando contra un fantasma, algo que veía, estaba ahí y después se desvanecía. No era visión borrosa, sino que existían varios individuos en el mismo punto que se movían como sombras en distintas direcciones.

Rey, por otro lado, estaba familiarizado con las armas de fuego por los libros. Tal vez aún no podía mover sus pies tan rápido como una bala impulsada por una explosión, pero sí podía ver la mano de su oponente y cuando este tiraba de su dedo para accionar el gatillo, lo cual le daba la ventaja de saber cuándo moverse y esquivar.

Los espectadores, quienes eran peleadores que no habían podido vencer al pirata, quedaron estupefactos. ¿Cómo era posible un ataque tan ridículo? Al menos el pequeño debía de haber utilizado su otro brazo, ¿verdad? Para empezar, un ser normal no era capaz de moverse tan rápido o usar su boca en semejante acto. “Él no es un niño”, pensó el sujeto con vestimentas de pirata. “Para ponerle la tapa a la botella, esa criatura ha masticado el trozo de carne que tenía en su boca y se lo tragó”.

Click, click, sonó el martillo del arma siendo accionado, indicando que no quedaban más balas para disparar. Sin armas cargadas, al sujeto le quedaban un mosquete con filo en la punta y un cuello que aún soltaba sangre. Resignado a perder, el pirata gritó mientras seguía con sus ojos al pequeño:

—¡Atrocidad! ¡Demonio! ¡¿Cómo te atreves a morderme?!

Intentó blandir su espada, pero no tenía el alcance o la velocidad suficiente, si él quería hacer algo, no le quedaba más remedio que arrojarla, aunque supiera que sería inefectivo contra su oponente. “¡Claro! Si le distraigo atacando a la niña que le acompaña, él tendrá que aparecer”, se dijo mirando en dirección a la pequeña que vestía de negro y parecía aterrada por todo lo que sucedía.

—Mi derrota está escrita con tinta... ¡Pero aún tendrás que esforzarte! Mientras tanto, ¡tomaré su vida! — gritó con rabia y acto seguido se preparó para efectuar el swing de su sable.

A medio camino de su movimiento, cayó de rodillas en el suelo, horrorizado. Cayendo de cara contra el piso, no logró encontrar palabras para hablar o fuerzas para hacer nada. Con la boca abierta y los ojos perdidos, sabía que estaba muriendo, pero se preguntaba: “¿Cómo? ¿En qué momento? ¿Cuál fue mi error?”, hasta que lo vio todo negro y siquiera pudo seguir pensando con claridad…

Rey, con una estocada de su garra derecha en forma de lanza, había atravesado el estómago del sujeto. Abriendo su mano le agarró el corazón y de un duro tirón se lo arrancó, todo esto en un abrir y cerrar de ojos, utilizando en favor suyo el punto ciego de su contrincante. De regreso al suelo, al pie de su oponente caído, Rey se llevó el órgano palpitante a la boca y Munch-munch, nom-nom, ñam-ñan, glup, se lo comió.

Rey, limpiándose las comisuras de su boca con el pulgar, respondió a la pregunta silenciosa:

—Si no tienen ataques ilimitados, las armas de fuego no son mejores que las de combate cuerpo a cuerpo. Una vez se te acaban las balas, se te acabó la ventaja.

Pegando la vuelta, Rey lanzó al aire una desinteresada sonrisa mientras continuó su camino. Pudiera decirse que él estaba orgulloso de sí mismo, había ganado el combate con mucha facilidad a pesar de ser un niño. Por otro lado, Edith le siguió mientras temblaba de miedo, agradeciendo no haberse enfrentado contra semejante monstruo. White dio pasos con la cabeza erguida, ella estaba orgullosa de su compañero y definitivamente se inspiraba a ser igual de fuerte.

Tras vencer a quien se interpusiera en su camino al castillo y pintar las calles de rojo, el pequeño bebió la sangre de dentro del casco de uno de sus enemigos caídos para luego arrojarlo hacia un lado. Ante su presencia, los atacantes no perdían tiempo en presentarse o intercambiar palabras. Varios intercambios de ataque, siempre un derrotado y un victorioso que seguía caminando así hasta traspasar la entrada del castillo. En el interior de la fascinante estructura, Rey se dirigió a un trono vacío. En la parte posterior de la pared se erguían imponentes y supremas las estatuas de dos hermosas mujeres que entrelazaban sus manos. Una jugaba con el agua, la otra con las hojas de un árbol. No era difícil deducir que las dos esculturas representaban a las ancianas en sus mejores tiempos.

Una voz, que resonó e hizo eco en la inmensa sala adornada de banderas y columnas que soportaban al tan distante techo, se dirigió al pequeño:

—¡Acaso has venido a probar tu estilo de lucha!

Rey:

—No —respondió y continuó—: Yo he venido a aprender a clamar.

La voz dijo:

—Entonces deberás de…

Entonada de gallardía y preparada para continuar con lo que pensaba expresar, se dio de cuenta que estaba equivocada y se rectificó a sí misma:

—¿Qué has dicho?

Rey se cruzó de brazos y guardó silencio como quien pensaba no repetirse a sí mismo. La voz continuó:

—Clamar no es un estilo de combate —Haciendo una pausa, argumentó su respuesta—. ¿Qué? ¡¿No te pareció fabuloso luchar contra tantos sujetos?! ¿Acaso estás en el círculo equivocado? Porque si en verdad eres soberbio y haces honor a esos ojos tan afilados que tienes, es imposible que quieras dejar tus creencias para aprender las de alguien más.

—Ellos ya no eran humanos, mucho menos guerreros con orgullo. Solo luché contra fantasmas desesperados que deseaban ganar una eterna “última batalla”… —Tras bostezar hondo, continuó—: Tú no eres diferente —El pequeño se volteó a ver a la Parca—. Edith… marchémonos.

La voz, con tono insultado, dijo:

—¿Cómo te atreves? ¿Tienes un brazo roto, casi no puedes respirar apropiadamente y osas infravalorar el poder de alguien como yo? ¡No me importa perder contra nadie, pero no perderé contra ti! Enfréntate a mí una vez nada más. Te lo aseguro… terminarás implorando que sea tu maestro…

Rey siquiera prestó atención a las palabras que sonaban desesperadas.

—Tan solo alguien a quien yo reconozca como digno o tenga el coraje suficiente como para entrar en batalla a mi lado podría ser mi maestro. ¡Un cobarde renuente a mostrar la cara siquiera está cerca de ser merecedor de semejante título! Adiós. Sumérgete en tus ideales y sigue esperando a alguien como tú.

De repente, otra voz se esparció por el lugar como una melodía. Una que sonaba relajada y poderosa, la cual detuvo la marcha de Rey:

—Pequeño. Marcharte no debes. Aun estas a tiempo de encontrar lo que buscas y, si aceptas mi trato, de aprender los caminos de la hechicería.

“Sí, tiene que ser ella. Esa señora de carácter benévolo, fiel a sus convicciones, valiente, desinteresada y de voluntad fuerte”. Tras pensar, Rey nombró en voz alta:

—Clara —Mientras volteaba el rostro.

Los ojos del pequeño sin apellido reaccionaron como si se llevaran una gran sorpresa, pues, así como las estatuas, se encontraron con la figura de una mujer joven y hermosa. Piel pálida, ojos marrones claro, cabellos del mismo color, largos y trenzados. Con el cuerpo de alguien valiente, pero la mirada de una niña inocente, preocupada y protectora. Vestía una corona de olivas en la cabeza, un vestido blanco escotado de tela fina y dos tirantes que llegaba poco más arriba de sus rodillas y unas sandalias que trenzaban sus sogas hasta los tobillos. Pudiera decirse que, si no hubiese sido por su voz, Rey no la reconocería, aunque pasara frente a él. No solo por su apariencia, sino también por su mirada. Ella, quien el pequeño recordaba como un ser pasado en años, de personalidad ilustre, pura y limpia, se miraba joven y triste. Tal vez por el hecho de que el individuo que antes hablaba se había vuelto tan arrogante.

Clara, un tanto extrañada, dijo:

—Sí, en efecto. Y ¿tú eres...?

Tan pronto ella hizo la pregunta, mostró una sonrisa y un gesto de obviedad al ver los ojos blancos del pequeño. Como alguien que se juzgaba por haber olvidado, continuó:

Tú eres el hijo de la señora Maryam y el señor Wulfgang. Perdona mi memoria, pero no creo haber llegado a escuchar nunca tu nombre.

—Mi nombre es Rey. No tengo apellido…

Clara, con la gentileza de una abuela que observaba a su nieto, dijo:

—Ya veo. Me alegra que aún sigas con vida y que crecieras tan fuerte y noble…

Pero, en el fondo, se sentía un tanto decepcionada. Ella esperaba que ese que le había reconocido por tan solo la manera en la que lucía siguiera siendo quien había dejado de ser, después de todo había encontrado el camino de regreso a su castillo. Pero no. No era él.

La otra voz dijo en reclamos:

—Vieja, que no tengo tiempo para tu charla. En un combate entre hombres no te debes de meter aun si eres quien me entrenó. ¡Mi orgullo no permitiría que mi enemigo me tuviera piedad por conocerte a ti!

Clara, ignorando las palabras del tan orgulloso hombre de cuerpo joven y musculoso que salía de detrás de las estatuas, continuó hablando con el pequeño:

—Rey, perdóname y perdónale. Debo confesar que es mi culpa su comportamiento. De entre todos mis discípulos, existen muchos que dominan mi estilo avanzado, el Señor del Agua; pocos desarrollaron alguna habilidad relacionada con el control del líquido, excepto él. Por ende, mi bisnieto se autoproclamó como el Rey de los soberbios y un usuario de rango Dios.

Rey podía entender que aquel sujeto era el único entre los discípulos humanos con un control elemental y como no había nadie igual a él entre sus compañeros, se había dejado llevar por el orgullo. Llamarse a sí mismo un usuario del estilo Dios no era muy sensato, aunque tal vez por el hecho de luchar contra humanos le hacía infravalorar la grandeza del rango Dios. Era mejor llamarle Falso Dios. Aunque por la estructura de su cuerpo, Rey podía decir que el sujeto presente se tomaba en serio su entrenamiento, pero tal vez no había tenido ni meta ni rival, y no había crecido nada o explotado al máximo su mayor potencial.

Ahí estaba, el bisnieto de la bruja blanca salió a la luz en frente del trono. De cuerpo alto, cabellos cortos, cubierto por una armadura simple de caballero, pero con capas cristalinas azuladas de diseño bastante intrincado. En su cintura una espada larga de dos manos. Quijada levantada, pecho inflado, espalda erguida y postura recta, como todo un engreído arrogante que nunca se detendría hasta alcanzar lo que desea.

Clara quería que su discípulo conociera la derrota para que este recuperara su cabeza. Después de todo, para los guerreros, cuanto más fuerte es el oponente mayores eran los resultados del combate. Como quien se sentía angustiada por tener que pedir un favor, agregó:

—Te pido que aceptes el enfrentamiento; a cambio, te daré mis conocimientos sin importar cuánto tiempo te tome aprenderlos…

El bisnieto de Clara, como alguien cuyo orgullo había sido ofendido de la peor manera, agregó:

—Los tres pueden atacarme al mismo tiempo si así lo desean, tal vez tengan una mejor posibilidad. Pero si no me vencen, no les permitiré que entrenen con ella y yo mismo los haré marchar para siempre.

Edith, aterrorizada, se movió atrás del pequeño y cubrió su cabeza ante las enérgicas palabras del imponente luchador fornido. Al mismo tiempo se dio cuenta de algo. No importaba cuantas veces hubiera sucedido en el pasado, ella no se podía acostumbrar a la sensación de miedo que sentía y siempre terminaba escondiéndose detrás de Rey. Incluso se preguntó a sí misma, que si no hubiese sido por el odio que sintió al saber que estaba destinada a alguien más, ¿acaso habría tenido el valor necesario para escapar y buscarle? “¿En qué estuve pensando para hacer semejante locura?”. Sintiendo vergüenza de sí misma, ella necesitó decir algo en voz alta:

—Rey. No me odies por depender tanto de ti sin poder hacer nada a cambio.

White irguió su pecho como quien no le tenía miedo a nada, pues a pesar de su tamaño, ella sola había resultado victoriosa al enfrentarse a varios enemigos antes de alcanzar la entrada del castillo.

Rey con tono precavido y tras darle una sonrisa a Edith, agregó:

—Me encargaré de él. No se preocupen.

Las palabras y su comportamiento hicieron que el pequeño felino le cediera el paso, que Edith le soltara y que su contrincante soltara el arma que cargaba y adoptará una pose de lucha.

Como era ya usual, Rey se paró en una posición que dejaba su brazo fracturado oculto y el bueno adelante. Con una sonrisa en el rostro, el tan ansioso oponente levantó una barrera defensiva de agua. Creó dos espadas del mismo líquido y se abalanzó en carrera contra el pequeño, pero a medio camino se vio obligado a retroceder. De un salto hacia atrás, más bien como si fuera derribado por una fuerza externa, se agachó en el suelo y trató de cubrirse la herida del pecho con el brazo que le quedaba.

Rey, mostró cara como de haber visto algo inesperado:

—¡Oh! Felicitaciones, eres el único ser que ha logrado llegar a recibir mi ataque más poderoso y aún quedar sobre sus pies.

Encolerizado, el sujeto dejó de cubrirse la gigantesca herida que se abría al costado de su cavidad torácica y escupía sangre cada vez que se movía. Generando otra espada intentó ponerse de pie para atacar con todas las fuerzas que le restaban, pero no pudo. Una mano monstruosa le atravesaba el pecho de atrás a adelante y le sostenía su corazón aún palpitante en frente de su cara.

Rey, quien ni siquiera se había movido de donde estaba, desapareció, sorprendiendo así incluso a sus dos compañeros que quedaron con la boca abierta.

Edith, como quien intentaba entender, dijo:

—Con que esa era la forma en que estarías preparado si alguien aparecía de ningún lado y te atacaba. Todo este tiempo estuviste ocultando tu cuerpo real.

Munch-munch, nom-nom, ñam-ñan, glup. Rey tragó, mostró una sonrisa e hizo que su mano regresará a la normalidad para dejar caer a su contrincante en el suelo.

—Es un truco ineficaz a los ojos de un experto y viene con grandes riesgos.

Rey se entonó tanto que se vio obligado a toser unas cuantas veces. “Si me viera obligado a luchar contra alguna de las ancianas o el Dulahan, habría perdido. Ellos dos pueden ver a través de mis sombras con facilidad”, pensó Rey.

En cambio, la Parca creía lo contrario. Edith abrió los ojos ante las palabras del pequeño monstruo, quien bien sabía esconder sus habilidades. Para ella, él se miraba invencible, bien preparado y como si todo lo pudiera si se lo proponía. ¿Acaso dicha persona tiene puntos débiles? Ver a alguien tan perfecto era intimidante, sin embargo, saber que ese individuo está de tu lado en un combate, era reconfortante. “Pero como a los guerreros, su arrogancia y soberbia pueden llevarle a la ruina algún día”, pensó.

Clara negó con su rostro, ante la derrota de su discípulo, para acto seguido continuar:

—“Control de Aura” no es un truco ineficaz del todo. Puedo ver que has soportado extremo entrenamiento físico para hacerte resistente al dolor, que eres leal a la fuerza de voluntad, controlar tus intenciones asesinas y tienes espíritu de lucha. Pequeño, date un poco más de créditos a ti mismo. Si fuera tu mamá, estaría orgullosa de ti. Estás creciendo inteligente, puedes entender las intenciones de los demás y mantener una interesante lucha contra un adulto. En otras palabras, todo este tiempo estuviste provocando los movimientos de mi bisnieto. El hecho de preparar a una persona con la idea de que tiene el combate ganado y que luego le hagas algo tan complejo como desaparecer hace, de cierta manera, que esa idea se vuelva imposible de creer.

Cuando transcurrió el tiempo suficiente, del suelo se levantó el sujeto ya sin ninguna herida. Sentía ira en su rostro y quería volver a atacar, pero por el respeto a su maestra ahí presente se detuvo y simplemente agregó:

—Una victoria es una victoria, pero no hubo honor en ella.

—¿Acaso sería honorable que un adulto le ganara a un niño? —dijo Edith con tono de réplica.

Rey enfocó su mirada en dirección a la Parca y ante el silencio del derrotado, dijo las siguientes palabras:

—No fue un combate entré un adulto y un niño. Fue un combate entre dos guerreros. Estoy consciente de que mis métodos de lucha no son honorables. No puedo permitirme perder. No cuando mi vida depende de ello.

La Parca guardó silencio.

Clara, reconociendo las palabras de Rey como las del creador del castillo, agregó en tono nostálgico:

—Para ser honesta, escucharte hablar, verte aquí y observar tu estilo de combate me trae muchos recuerdos. Hace que quiera volver a preguntarme ¿qué clase de vida has tenido que tener hasta ahora para ser capaz de semejante hazaña aun siendo tan joven? Pero, sin preguntas y dejando la nostalgia atrás, lo prometido es deuda. Te enseñaré cómo clamar, aunque temo que no será tarea fácil y podría tomarte mucho tiempo.

—¿Qué tanto tiempo? —preguntó Rey.

—Para ser exacta, toda una vida de meditación y práctica de un humano normal bastaría para llegar al rango intermedio en la hechicería.

—No tengo tanto tiempo como para perfeccionar el arte. Al menos no en este círculo —Señalando a Edith—. Sin contar que debo dejarla en el Tartarus antes de regresar al círculo superior. Solo quiero pasar por el proceso de iniciación.

Clara, como quien hablaba con fundamentos, dijo:

—El proceso de iniciación no requiere más de unas cuantas décadas si es guiado correctamente. Con respecto al Tartarus, Mnnn… Debes dejar el Purgatorio y subir al cielo del infierno, ahí podrás encontrarlo.

Tan pronto terminó, se llevó las manos a la espalda y comenzó a caminar.

—Mientras tanto, por qué no le mostramos a tus compañeros el lugar y los acomodamos.

Rey afirmó con antelación; acto seguido, otras mujeres, de vestimentas similares, se hicieron presentes y guiaron a la Parca por el sitio, mientras que White se puso en el camino del sujeto fornido como para enfrentársele.

Ya con todos en la sala, teniendo un propósito, la bruja blanca procedió a decir en voz alta:

—Acompáñame —Mientras lideraba el camino.

El pequeño, en silencio, acompañó a la mujer que le guio por el lugar hasta la salida trasera del castillo, la cual colindaba con todo un inmenso lago tan brillante como aquel que se encontraba en la entrada del círculo.

—Bienvenido a mi sala de trabajo —dijo Clara—. Este lago se forma por las aguas que salen de la punta de la montaña, mismas que provienen del Heaven y que más adelante esconden el cuerpo desmembrado de Lete y llegan al infierno. Aquí practicaremos tu meditación e iniciaremos con las artes de hechicería. Pero primeramente debes de deshacerse de tus prendas y tomar un baño para que elimines las impurezas de tu cuerpo mientras preparó un brebaje especial que te ayudará a limpiarte por dentro. También debemos arreglar esos huesos rotos, la neumonía que se te está desarrollando por no respirar apropiadamente y sanar las heridas de tu cuerpo.

Rey asintió y procedió a realizar al pie de la letra las palabras de su nueva instructora. Tras despojarse de sus prendas, entró en el agua y, al zambullirse varias veces, se restregó con sus mismas manos hasta entender que ya estaba limpio. El agua tenía propiedades curativas, ayudaba con su recuperación, y el líquido que se le dio a tomar le ayudó aún más. Tras colocar el hueso fracturado de su mano en posición anatómica, este se soldó con normalidad.

Clara, como quien terminaba una larga y exhaustiva tarea, dijo:

—Debo enfatizar que si, por alguna razón, el proceso, una vez empieza, no finaliza correctamente, morirás. Si finaliza de manera incorrecta, tu vida será reducida al menos un ochenta por ciento. En el mejor de los casos, deberás vivir con incapacidades físicas o incluso tu cuerpo creará enfermedades autoinmunes en las que tu organismo se devoraría a sí mismo o terminarías maldito. ¿Estás de acuerdo con proceder? Rey afirmó.

Ella se desvistió, no era mucho lo que tenía, así que, con quitarse la corona, desabotonarse los broches del vestido corto y retirarse las sandalias, fue suficiente. Tras doblarlo todo a un lado, Clara entró en el agua con el pequeño. Pasando sus manos por los hombros de Rey, le puso de espalda para ayudarle a flotar.

—Recuéstate en el agua. Deja que tu cuerpo flote… —dijo.

Ignorando el incómodo hecho de tener que ver cómo se levantaba el miembro del pequeño, ella continuó:

—Relaja tus extremidades, por ningún motivo te muevas o abras los ojos hasta que no caigas en un estado de sueño lúcido.

Una vez notó que su discípulo estaba preparado, continuó:

—Con la excepción de algunos individuos, todos nacemos con veinticuatro vórtices de energía bloqueados. Muchas artes se centran en desbloquear algunos de estos vórtices en específico para así poder usar energía y también tener afinidades con algunos elementos en particular, pero la hechicería requiere desbloquearlos todos a la vez. Solo así podrás ofrecer tu energía pura a quien la acepte para existir.

Rey, aunque tenía sus ojos cerrados, podía ver oscuridad, también podía sentir su cuerpo y escuchar la voz de quien le hablaba. En un momento, dentro de toda la oscuridad, la figura del cuerpo desnudo de Clara apareció hablándole.

Clara, con inocencia y mucha paciencia, continuó hablando como quien no le interesaba ser vista sin prendas:

—Se cree que el mundo no es como lo vemos. Es más como una gigantesca tela de araña en donde en un mismo espacio pueden existir diferentes realidades. Esto se manifiesta mejor en el interior de nosotros cuando estamos dentro de un sueño lucido, como ahora. Es oscuro, ¿no es así? Consideras que no puedes ver nada, pero es lo contrario. En verdad estás viendo directo al primer vórtice de energía por el cual fluyen las fuerzas cognitivas, emotivas, controladoras de actividades vitales como los movimientos, el sueño, el hambre y los instintos. Solo que no sabes interpretarlo. Este es el primer vórtice, conocido como cerebro, y para desnaturalizarlo existe un método… Únicamente olvidando todo lo que sabes podrás limpiar la oscuridad de este vórtice y avanzar al siguiente. Piensa que si el mundo no es como lo conocemos, ni las cosas son como las percibimos, entonces el cerebro se vuelve prisionero de lo que conoce, quedando entre los límites de los que no… ¿Qué significa que seamos prisioneros de lo que conocemos?, o ¿de lo que este mundo lleno de ilusiones nos haya dado a conocer? Somos diferentes tipos de energía y cada una te ha tratado de influenciar con un fino ecosistema de propósitos relacionados entre sí, influencias que crean y dan forma a esta oscuridad.

Rey respiró hondo y dejó ir el aire que había inhalado. Preguntas y más preguntas… no pudo evitar pensar en Heroclades.  Dejando a su maestro de lado, volvió a respirar una y otra vez. Poco a poco empezó a olvidarlo todo. Los conocimientos se marchaban con facilidad, pues, en cierta manera, olvidar era no pensar en nada. Apagar los recuerdos y dejar la mente vacía. Con cada respiro el vórtice cambiaba de color. Un color que no era negro, pero tampoco blanco ni gris. El vórtice era lo que parecía, un intenso agujero vertical, el cual perdió su soporte y cayó justo encima del pequeño.

Rey mantuvo la mente en blanco; asfixiándose dentro del vórtice, ignoro todo lo que veía, sentía y podía escuchar. Ahogándose en un mar de tristeza, pensamientos y dolor, el pequeño se negó a luchar contra las adversidades por la eternidad que transcurrió en un momento; aun así, el vórtice se volvió negro y la desesperanza levantó su mano para abrazar el cuerpo que había olvidado todos sus conocimientos. Suspendido en la soledad y la depresión, él seguía flotando sin moverse, buscar ayuda o escapar.

La oscuridad se volvió brillo, el brillo se marchó y trajo consigo toda una variedad de sonidos. El insoportable ruido de la vida gritó con todas sus fuerzas en los oídos del chico hasta que, cansado, se desvaneció. La oscuridad invadió una vez más y negando con lo que parecía ser una cabeza, se dio a entender que había perdido el propósito ante los ojos blancos que atravesaban todo lo que miraban. Un cuerpo condenado a una existencia vacía de conocimientos no era un cuerpo que vivía; vivir es un instinto natural que le permite a los seres alejarse de la muerte. Pero Rey no obedeció a dichos instintos, no tenía por qué si no sabía nada y lo había olvidado todo. Endeble y vulnerable, el cuerpo flotante persistió en la encrucijada hasta que explotara en mil pedazos.

Clara, con voz de una madre preocupada entre el crepúsculo que llenaba el lugar, dijo:

—Rey…. ¿Puedes escuchar mi voz? Según tu flujo de energía, lograste desbloquear el primer vórtice. Regresa a la consciencia, entiende mis palabras e intenta rearmar tu inconsciente destrozado. El siguiente vórtice se le conoce como el cerebelo; en este lugar te reconstruirás y procesarás todo lo que una vez dejaste ir.

Una gota se hizo a sí misma de la nada y, dejando miles de ondas expansivas, se levantó hasta chocar contra algo en el vacío. Eso se transformó en un ojo, el ojo era blanco con la silueta de una estrella infinita, era de Rey. Otra gota de conocimientos dispersados salió y el segundo ojo se creó. Otra gota y se crearon los párpados así hasta que se formó el rostro de Rey. La cabeza flotante se alargó en un cuello, después el pecho, los brazos, el abdomen, la pelvis y por último las piernas. Aunque el cuerpo ya estaba completo, aún quedaba mucho conocimiento.

Rey se sintió solo entre tanto conocimiento, cada gota que flotaba en el silencio mostraba recuerdos tristes. Pequeños felinos de guardián del Paraíso jugaban con sus padres en el prado. Bajo el frío de una ventisca, un nido roto y unos huevos destruidos. Entre los adultos, él sentado, sin socializar, en silencio, viéndolos y analizando el entorno. La sombra del dolor aliviando la tristeza. Rey cerró lentamente los ojos, pero aun así las lágrimas entraban y las imágenes se hacían vívidas, hasta que la última entró y dejó el lugar.

Clara, desde el crepúsculo que se deshacía, rompió el silencio de la soledad con su voz:

—Perfecto. El siguiente vórtice se conoce como medula espinal. Se encarga de conectar el cuerpo con la mente. Este vórtice, por el cual la fuerza vital de los dos primeros pasa hasta todo el cuerpo, se debe despertar mediante el control del reflejo, la sensación, el movimiento y el dolor. Este no es un vórtice tan complejo como los anteriores y, como eres un luchador, tienes una ventaja…

El lugar se transformó en un tornado de flamas, igual se incendió el cuerpo inmóvil del pequeño, quien ya sabía cómo ignorar el dolor y que este no era real.

Clara, dentro del amanecer de un nuevo día en el interior de la mente de Rey, dijo:

—Bien, ya terminamos con los tres vórtices primarios, alcanzando así una sensación y control total sobre tu cuerpo y mente. Ahora podemos proceder a limpiar los siete vórtices secundarios.

Entrando en un sitio donde la eternidad continuaba, continuó su diálogo:

—Estos siete vórtices se conocen como chacras, y gracias a que aún no estás tan contaminado con las emociones como lo estaría un adulto, podrás limpiar estos puntos de energía con mucha facilidad…

Como una suave brisa de viento, el cuerpo desnudo de la hechicera se acercó al de su discípulo, le rodó y tras extender su mano le tocó con el dedo índice sobre el trasero, justo en donde empezaba la hendidura de las nalgas.

—Procedamos. En el final de tu columna vertebral se encuentra el vórtice raíz, es la base de tu columna y cuerpo. Es el primero y el único empezando a contar desde abajo. Enfocarte en sentir el vínculo de la base de tu cuerpo con lo material, lo sólido y lo firme. Este chacra es el cimiento que hace al más grande de los árboles subir seguro e imponente sin importar las condiciones del terreno. Al estar bloqueado, es el responsable de generar emociones negativas como el desarraigo, culpa, miedo y a no pertenecer a ningún lugar ni tener motivos para crecer. También es el vórtice que impide mantener la concentración y más afecta la estabilidad emocional…

Rey, ante el enorme vórtice de energía negativa, sintió que tenía muchas preguntas que responder. “Acaso, ¿Tengo una casa en la cual vivir y crecer con tranquilidad? ¿Por qué quiero vivir? ¿Vale la pena llegar a ser un adulto? ¿Qué tan lejos puedo llegar? ¿Me siento bien conmigo mismo?”. A lo cual respondió: “¡Si! El mundo es mi casa, los tres planos son míos para vivirlos tanto como el Heaven y el infierno. Vivo porque es mi oportunidad. Vale la pena ser grande y aún más grande. Superando a mí ‘yo’ de ahora, llegaré tan lejos como pueda llegar y me siento bien con todo lo que soy, lo que tengo y lo que podré llegar a ser, tener o sentir”. Con este potente sentimiento, el vórtice se desbloqueó y la energía subió hasta que se detuvo.

Clara, deslizando su dedo hacia arriba, rodeo el cuerpo del pequeño y se detuvo en cierto punto:

—El siguiente vórtice se encuentra ubicado en la parte baja del abdomen, y se llama “sacral”. Una vez encuentras el ancla de apoyo en el mundo, tienes que esparcir vida. Por esa razón este chacra está vinculado con la procreación, el sexo y el placer. Al estar bloqueado o dormido, es el responsable de generar sentimientos de culpa ante la continuación de la especie, miedo al disfrute y corta las alas de la personalidad, cohibiéndote a ser reservado.

Rey, ante el vórtice, sintió dudas sobre si en verdad era malo que tuviese impulsos sexuales hacia quienes le ayudaban y más cerca de él estaban. Las imágenes de él lamiendo el sexo de Silvia, de todos los cuerpos desnudos que había visto, de Edith cuando le estaba limpiado en el lago, y ahora de Clara agachada justo en frente, flotaron por el lugar y se juntaron en una extraña combinación. Pero tras cerrar los ojos, acepto lo que fue, así como también dejó de reprimirse sobre lo que podría suceder. Las imágenes se marcharon y la energía continuó avanzando.

Clara, cautivada, continuó moviendo su dedo:

—El tercer vórtice se encuentra en el centro del cuerpo, entre la parte superior del abdomen y el corazón. Su nombre es “plexo” y al estar bloqueado, no se tienes un control adecuado de la respiración o la digestión, haciendo común la sensación de cansancio, falta de energía, inferioridad, inseguridad, insatisfacción y falta de confianza,

Rey fue invadido por las mismas palabras que la bruja blanca le había dicho. Perfectamente, recordaba que hacía solo una noche atrás, su insatisfacción consigo mismo fue exponencialmente alta. En ese momento vino a la superficie. “Mis decisiones son mías y tomo responsabilidad sobre ellas. Estoy al control de mis emociones. Sé lo que quiero y tengo confianza en poder obtenerlo valiéndome únicamente de mi esfuerzo. Estoy satisfecho con la autosuperación y no tener a nadie más como meta”.

Clara, como quien empuñaba una espada contra las sombras vengativas que por el lugar se habían mantenido creciendo, continuó y señaló el área con su puño cerrado:

—El siguiente vórtice está asociado con el corazón y es el más grande de todos. Como catalizador de los sentimientos, también es responsable de alimentar la llama de la voluntad. Si este chacra, ubicado en el centro del pecho, está bloqueado, genera emociones como la falta de amor por la vida propia y los demás a tu alrededor, el rendimiento prematuro ante las tareas rigurosas y la falta de valores en una persona.

Rey se encontró con toda una gigantesca flama, a la cual le abrió el paso y dejó que el curso de energía avanzara, como si nada.

Clara hizo una pausa por un tiempo; ella veía al heraldo del dolor frente a sus ojos y para protegerse a sí misma, usó su aliento:

—En verdad naciste con talento, pequeño. No solo el quinto chacra, ubicado en la garganta, el sexto en la frente, y el séptimo en la punta de la cabeza, están ya desbloqueados, sino que los catorce vórtices terciarios también están libres y acabas de pasar exitosamente la prueba de iniciación. Puedes salir de dentro del sueño lúcido y sentir tu nuevo cuerpo de hechicero.

Cuando Rey desapareció para regresar al mundo exterior, un cuerpo acurrucado en una esquina alzó su voz y le habló a la bruja antes de que se marchara:

—¿Clara?...

Ella quedó paralizada en el lugar. Las lágrimas no pudieron dejar de salir.

—Aun después de tanto tiempo… ¿Recuerdas mi voz? —preguntó quién se escondía bajo nieblas y mentiras.

Ella asintió con la cabeza, al mismo tiempo dio una sonrisa tierna.

—Alégrate entonces, Clara. Tu deseo finalmente se hará realidad… Nunca tuviste pecados que expiar, tampoco Ana. No tienen que seguir siendo guardianes, ni tampoco impuse a nadie un concepto tan insignificante. Las dos siempre fueron libres de marchar…

La bruja caminó hacia adelante y levantó sus manos como para activar el rostro de la presencia, pero fue detenida por una mano levantada.

—En cualquier momento, mis recuerdos y los vestigios de mí se desvanecerán totalmente de dentro de este cuerpo, es el curso natural... Parece que mi voz, mis acciones, y proezas de un pasado también terminaran olvidadas, pero recuerda que siempre las ame más que a nada. Ahora, tal vez pueda marchar en paz…

Con lágrimas en los ojos, la bruja blanca arrojó una sonrisa afable antes de ver desaparecer a un antiguo amor no olvidado.

Rey abrió los ojos y con esto se encendieron veinticuatro luces, todas y cada una de diferentes colores, que comenzaron a alumbrar el lugar opacando el brillo del lago. El agua a la redonda se apartó por el flujo de energía que el pequeño cuerpo dejó escapar. No solo los cabellos de la bruja blanca se sacudían por todos lados, sino que su cuerpo también estaba a punto de salir despedido. Ella aún estaba detrás de su discípulo, pero, aun así, hizo su mayor esfuerzo para no soltar su agarre.

Clara, cuyas lágrimas fueron escurridas y secadas por el viento, se agarraba firme al cuerpo del pequeño; “¡Tanto poder que incluso distorsiona el espacio a su alrededor! Debo detenerle…”, se dijo a sí misma para luego gritar tan alto como su voz le permitió:

—Rey, respira profundo. Toma un momento para que equilibres tu energía hasta que notes que cambia la manera en la cual te sientes. Usa tu imaginación. Cree en el poder de controlar tu cuerpo y forma una burbuja imaginaria a tu alrededor.

El ambiente se calmó y la caótica energía expulsada terminó atrapada dentro de paredes circunferenciales.

—Ahora haz la esfera más y más pequeña, mientras piensas en lo infinito que es el espacio en ella. Piensa en que puede convertirse en un cosmos, una galaxia o un micromundo…

La energía fue exitosamente contenida y con esto el agua regresó a su sitio.

—Sigue reduciendo el tamaño hasta que puedas guardarla en tu interior.

El sitio y el agua regresaron a la normalidad.

—Ese será tu núcleo. Como consejo, y viendo tu inclinación al combate, puedes conectarla con el chacra corazón para obtener mejor rendimiento con respecto a la fuerza de voluntad y el espíritu de lucha. La energía pasiva que tu cuerpo manifieste se volverá energía mágica, material de ritual. También puedes hacer de este núcleo un mundo interno el cual se conecte con todos los puntos de tu cuerpo, así como de tu subconsciente. Una vez el agua regresó a la normalidad, Rey se quedó mirando sus manos. Clara continuó hablando:

—Ahora que los vórtices están equilibrados, descansa y come un poco hasta que regreses a tu estado normal.

Pero al ver que Rey le devolvió una mirada rara, ella lanzó una advertencia al aire:

—Escucha. Mientras tengas energía no necesitarás comida. Tu núcleo se encargará de hacerte sentir lleno y que no tengas que defecar u orinar, pero tu cuerpo dejará de envejecer y crecer. Todo lo que comas será guardado como energía pura y no grasa, pero te recomiendo que ingieras alimentos, aunque no sientas hambre, y descanses, aunque no sientas sueño. No eres una máquina, y aún puedes hacer buen uso de esas dos funciones para seguir creciendo, desarrollándote y adaptándote.

Rey, algo atareado, dijo:

—¿Descansar? Ahora que terminé de abrir los vórtices es cuando puedo clamar; dejando de lado que me sienta ligero y mejor, no creo que sea necesario un descanso.

Tras dejar un suspiro en el aire, la bruja blanca volteó su espalda y salió de dentro del agua junto a su discípulo que le siguió como un adorable perrito que pedía por comida. Para Clara era frustrante el hecho de que Rey fuese tan extraordinario, un proceso que duraba toda una vida de un humano promedio, él lo había conseguido en tan solo una sesión.

—No recuerdo la última vez que me había sentido así de exhausta. Te felicito.

Dando una sonrisa amarga, continuó:

—Eres el único de mis discípulos que ha pasado por el proceso de iniciación exitosamente en tan poco tiempo.

Vistiéndose y tratando de mostrar no mucha incomodidad ante el hecho de estar desnuda enfrente de alguien más, continuó:

—Rey… Tu energía interna es… abrumadora. No debes usarla indiscriminadamente, ya que los individuos de mente débil a tu alrededor pueden perder el conocimiento. Con esto dicho y después de haber estado expuesta, aunque sea una bruja, tengo mis límites como humana. Tu poder bloqueó uno de mis chacras. Cuando esto sucede, los demás empiezan a funcionar mal y el hechicero o hechicera en cuestión pierde su equilibrio interno.

Él siguió observándola, y ella, sin poder seguir escondiendo la realidad, tuvo que decir:

—Rey, soy yo quien necesita descansar.

La bruja miró a los ojos del pequeño. Él necesitaba seguir aprendiendo y podía absorber cualquier información que le fuera dada. “Así que, ¿por qué no? Si en verdad es tan extraordinario, podría aprender con simples instrucciones”, se dijo, para agregar en voz alta:

—Aaaaah, pequeño, para poder “clamar” a tu nivel, tienes dos caminos. El más seguro y prestigioso es que crees un grimorio propio en el cual encierres criaturas, fenómenos naturales y objetos. El segundo camino es usar un libro hecho por alguien más. Pero esto no es cosa fácil, pues los hechiceros protegen celosamente sus grimorios, y más si fueron creados por ellos mismos, ya que no se puede clamar algo que alguien más está utilizando al mismo tiempo. Como yo no utilizo los míos, te puedo dar mi libro, pero, como comprenderás… —Ella hizo aparecer su libro en el aire.

Rey terminó la frase de la bruja:

—No está al nivel y tampoco podré alterar el contenido del libro si no soy el creador original.

Clara, mientras se vestía y como quien hacía un gesto de obviedad:

—Exactamente. Los pocos clamados restantes de este libro son básicos y restringirán tu potencial en gran medida. También atrofiarán tu crecimiento como hechicero. Aunque no lo creas, si haces un pacto con la criatura en cuestión y fomentas valores como la confianza, la fidelidad y el respeto, ella no te atacará cuando alguien más lo intente usar en tu contra… Regresando a los aspectos negativos, tampoco es que conozca otro libro ni sus condiciones para ser invocado. Sigue mi consejo, ve en busca de la biblioteca de Los Eruditos, que se encuentra en el quinto círculo de este lugar. Aprender sobre el poder de los símbolos y cómo generar tu propio libro. Una vez lo materialices, sella cuantos seres te encuentres a lo largo de tu vida y crea una obra que cumpla con las expectativas de un talento tan grande como el que tienes.

Rey, terminando también de vestirse, dijo:

—Para decirte la verdad… encontré algo mejor que la biblioteca de Los Eruditos. Ya estoy familiarizado con todos esos conocimientos, pero no tengo mucho tiempo para crear un libro. Sé el libro que quiero.

Arqueando su ceja izquierda, la bruja blanca preguntó:

—¿Cuál?

—El Santuario de Atenea —respondió como quien recordaba.

La mujer, ahí presente, vomitó en el suelo por escuchar el nombre. Tras llevarse una mano al estómago y la otra a la boca, continuó mientras se limpiaba.

—¡¡¡Imposible!!! ¿¡Cómo conoces el título de ese libro?!

Tras tratar de reponer su sorpresa, continuó:

—Rey, el libro original fue destruido. Entiendo que, si recitas las palabras o dibujas el círculo mágico en la portada de este, podrás invocar una copia al presente, pero como esas palabras nunca antes fueron escuchadas por oídos ni el signo visto por ojos humanos, muchos de mis conocidos perdieron sus vidas y sucumbieron civilizaciones completas por tan solo tratar de invocar ese libro y fallar en el proceso. Rey, al contemplar un libro de hechicería rango “Dios”, eres un privilegiado. Me sorprendió la manera en la que pasaste el proceso de iniciación y saliste ileso; si aún te sientes confidente y quieres seguir probando tu suerte… —Rey asintió—, procede, no pienso detenerte. Aunque me temo que debo marcharme: esta es una lucha en la cual no podré acompañarte. Honestamente, no quiero involucrarme en el ritual de un libro tan atroz como ese.

—No te preocupes, aún te considero digna de que seas mi maestra.

Tras esas palabras, Clara pegó la vuelta y, como pudo, se marchó por donde mismo vino.

Rey no esperaba semejante reacción de la bruja blanca al mencionar el nombre del libro que su maestro cargaba a todos lados. Una vez el lugar estuvo desolado, el pequeño se dispuso a sentarse en el suelo repitiendo lo que recordaba haber visto del dibujo del título y procedió con el ritual.

“Requisitos para invocar: 3000 cabellos, que serán las hojas del libro. Según el color del cabello, según el color de las páginas”.  Rey se arrancó los cabellos y, tras contarlos, los apartó en frente de él.  “Tres uñas que se envolverán las hojas como carátula”. Con los dientes se arrancó las uñas de raíz. “Tres litros de sangre que será la tinta. Sangre roja, letras rojas”. Tras cortarse la muñeca, dejó salir cuánta sangre pudo. “Tres Horaes administrando energía al símbolo o al encantamiento”.

Tras crear un símbolo en el suelo, en el cual encerró sus previas ofrendas, el pequeño estiró las manos y de su recién adquirido núcleo usó la energía como ofrenda. Él se sentía confidente. Todos los libros que recordaba haber leído sobre hechicería en la Biblioteca del Conocimiento de Silvia no eran tan complicados. Aunque algo estaba en la parte de atrás de su cabeza. Rey no podía evitar pensar en la reacción de la bruja blanca.

Rey creía que el proceso era relativamente fácil para que alguien fallara, y ¿por qué aun así tantas personas habían fallado? Hurgando en su memoria, ya un tanto preocupado, recordó que, si el procedimiento falla, 3000 años de vida serían tomados. Tres extremidades, pudiendo estar incluida la cabeza. Tres órganos y tres costillas también debían de ser otorgadas como ofrendas del fracaso. No necesariamente tiene que ser del usuario, pero si el usuario es el único que está en el lugar, él cargará con todo el peso de su falta.

Rey, ya casi preocupado, pensó: “Mnnnn… Los hechiceros cuidan celosamente de sus libros. Heroclades se negó a enseñarme hechicería para que, en una batalla, yo no use los mismos clamados que él. Él sabe que puedo ver el símbolo en la carátula, y eso le deja susceptible a ser robado. En efecto, si él deja ese símbolo expuesto, significa que debe de existir una medida de seguridad extra, una que no es tan obvia. 3000 páginas por 3000 cabellos, pero… si al libro original le faltará una página… Sin duda, Heroclades no cargaría con el libro original, ya que las páginas tienen el mismo color que su cabello. Además, el nombre del libro está borroso y solo el propietario puede alterar el contenido. Si le faltara una página, no sería una copia del libro original, ¿o sí?

De un momento a otro, ante todo el pilar de ofrendas, apareció una página. Tan solo una página con escritos, garabatos y letras. Rey recordaba que el libro, cuyas imágenes no flotaban, estaba acompañado por una flor hecha del mismo material, delgado, fino y delicado, que componía las hojas. Aunque la página enfrente de él era negra, sí presentaba el mismo tamaño y, por supuesto, también los mismos garabatos, escrituras y rayas rojas que recordaba conformaban la flor que, con delicadeza, su maestro sostenía en ese momento que veía a través de la ventana de su cuarto.

Rey, como quien descubrió algo nuevo, se dijo:

—¡Esta es la prueba que nadie ha podido pasar! Crear una flor con la primera página… Ahora, ¿de qué manera se crea una flor mientras se suministra energía para la completación de este libro?

El tiempo transcurrió y transcurrió. Clara, intrigada, entró en el lugar dando pequeños pasos para encontrarse con todo un cuerpo deforme y desarmado en pedazos.

—¡Ha-ha!, ¡qué gracioso! Deja de usar “Aura” y muéstrate.

La horrenda escena desapareció y apareció, del otro lado, un pequeño que casi ni se veía por estar sosteniendo todo un inmenso libro abierto más grande que él.

El libro era negro, conformado por páginas negras y letras rojas. Clara se llevó las manos a la boca y corriendo fue a ver aquello que su discípulo cargaba y leía. Ella extendió sus manos como una niña curiosa. Rey no lo pensó dos veces y le dio lo que cargaba a su maestra.

—Pero ¿cómo? —preguntó Clara sin poder creer lo que veía.

—La respuesta está en la primera página que aparece. Debes crear una flor como esta para poder culminar el proceso exitosamente. Si quieres, te enseño.

Clara, como quien no podía pedir un favor tan grande:

—No podré invocar este libro, aunque quiera. Mi energía solo alcanza para materializar algo con doce páginas y una portada. Es una maldición específica que recibí al no poder completar correctamente mi proceso de iniciación. Aunque no estaría de más si pudiera copiar algunos clamados y agregarlos a mi libro.

—Hazlo con toda libertad —dijo como si fuera lo menos que pudiera hacer para agradecer las enseñanzas que se le fueron dadas.

Clara, regresando a la normalidad, dijo:

—Entonces, ¿por qué razón te has demorado tanto en salir?

—Estoy tratando de entender por qué cada vez que intento “clamar”, salgo lastimado y el movimiento en cuestión no se desarrolla totalmente. Tal vez esté maldito.

—Déjame verte hacerlo y te digo mi opinión —dijo Clara, comprensiva, para mostrar la atención digna de un fiel espectador, a punto de devolverle el gran libro al pequeño, pero se frenó en seco cuando le vio levantar el brazo en el aire y ponerse serio.

Rey, con su mano extendida, lanzó un proyectil de agua, el cual explotó y le hizo retroceder la mano. Cerrando su puño, regresó la mirada en dirección a su instructora, y ella no estaba actuando normal. Clara, a punto de desmayarse, perdió el equilibrio de sus pies.

—Tienes que ser al menos nivel “especialista” para poder realizar hechizos silenciosos —dijo con una sonrisa amarga—. No creo lo que mis ojos ven, tiene que ser un sueño. Aun después de tanto tiempo, yo sigo siendo tan solo una Wicca grado intermedio en el arte de hechicería; por esa razón no puedo usarla en el combate. Me demoro demasiado.

Rey, compartiendo sus pensamientos, precedió a hablar:

—Por lo que pude ver, mi otro maestro es nivel avanzado. Él puede recrear y modificar los patrones del libro con una tinta especial, y utiliza esas hojas sueltas para clamar mientras lucha. Pero yo no tengo nada de eso a mi alcance, así que intenté probar con un hechizo básico y, como no me terminó poseyendo o “mojando”, descubrí que puedo hacerlo.

Clara, como quien trataba de explicarle algo a alguien que más sabía sobre el tema, dijo:

—Rey, independientemente de a qué nivel estés, siempre deberás controlar y ajustar la cantidad de energía mágica que ofreces como intercambio. Aunque seas alguien extraordinario, si clamas muy rápido algo que no has practicado, es normal que te suceda ese tipo de reacción. En conclusión, no puedes controlar tu poder porque te falta práctica. —Tras hacer una pausa—. Haz lo mismo que hiciste. Levantar el brazo, pero antes toma un momento. Respira hondo y siente la energía. —Rey procedió a seguir las instrucciones—. Ahora imagina y juzga por ti mismo la cantidad de energía que necesitas para poder efectuar el clamado. Regula la distancia, piensa en la fuerza, la velocidad, la solidez. Tras cargar estos tres factores termina el hechizo…

Siguiendo las palabras de su instructora, el pequeño efectuó un potente disparo de agua capaz de llegar al otro lado del lugar y golpear contra la pared. Clara continuó como quien no tenía permitido seguir sorprendiéndose:

—Debes practicar este tipo de ataques hasta que tu mente lo memorice y puedas utilizarlo en el combate. Ten presente que en un combate tú y tu oponente cuentan con el mismo tiempo para actuar; como hechicero, es tu trabajo encontrar la manera de optimizar tus movimientos y administrar el tiempo mejor que tu contrincante. Puedes hacer de tu núcleo una barrera y hasta un “Zone”, pero si un oponente logra destruirlo…

—Quedaré vulnerable y sin energía de reserva para poder clamar —terminó la frase de su instructora.

Clara, asintiendo con su cabeza:

—Sí. También, si quieres agilizar tu proceso de clamado, es mejor si dices el encantamiento acortado. De entre las leyendas que he escuchado, los encantamientos acortados fueron diseñados para el combate…

Dejó de hablar, ella no sabía qué más decir o enseñar. Se quedó mirando a su discípulo, quien le devolvía la mirada como si quisiera exprimirle más conocimientos. Con la urgencia de cambiar el tema continuó:

—¿Y ahora qué tienes planeado hacer?

Rey respiró hondo y continuó:

—Tengo que ir hasta el Tartarus a dejar a Edith.

Clara comentó sobre el tema de la Parca:

—Ella estaba durmiendo la última vez que la vi —Rey se sorprendió ante el comentario—. Sí, ella estuvo todo este tiempo entrenando con Ana; decía que su objetivo era vencerte y, por esa razón, decidió hacerse más fuerte.

—Interesante, espero que tuviera un poco de progreso. Por cierto, el Tartarus estaba arriba, ¿no es así?

—En efecto… —dijo Clara mientras se disponía a caminar junto con su discípulo de vuelta al castillo. —Te recomiendo escalar por los pisos de este lugar. Aunque está compuesta por siete niveles y en cada nivel te encontrarás con un respectivo dolor de cabeza como lo es mi bisnieto, te garantizo que la cúspide es el punto más cercano al Tartarus de todo el infierno. Si gritas lo suficientemente alto, algún “querubín” podrá escucharte y acudir a tu llamado. Ellos tienen alas y pueden volar.

—Si es por tener alas, entonces no me será necesario —dijo Rey después de caminar por todo el lugar y llegar a donde estaba la pequeña Parca.

Edith dormía en los pies de Ana, pero no dormía como cualquier niña. En su dormir se podía ver cómo la preocupación y la soledad eran quienes le habían provocado el cansancio, pues con sus ojos cerrados lloraba sin darse cuenta, llanto que se transformaba en la razón por la cual Ana le pasaba la mano como una madre preocupada.

La “Anciana del Bosque” también tenía el cuerpo de una muchacha joven, cabellos cortos y del mismo color marrón claro de sus ojos. Cargaba con fuertes características físicas, vestida de prendas verdes claras y desahogadas, más un par de sandalias.

Ana y Rey intercambiaron palabras en un distanciado saludo. Tan pronto la bruja blanca terminó de ponerse al día y casi vomitar por enterarse de que el pequeño invocó el libro más infame de la historia de la hechicería, se marchó de la habitación junto con Clara.

Al mismo tiempo que las dos brujas blancas caminaban de salida, entró White tambaleándose de un lado a otro. Ella también lucía como quien hubiera estado entrenando y, por la humedad de sus cabellos, de seguro había sido contra el nieto de Clara.

Rey no sabía cómo despertar a la pequeña Parca. Tras mirar a su fiel acompañante, regresó sus ojos a Edith y, sin pensar mucho, de a poco le retiró las sábanas con las que ella se cubría. “Sin la manta, tal vez el frío le despertará de forma natural”, supuso él.

No funcionó, Edith simplemente se volteó y encogió su cuerpo apretando una almohada.

Rey pasó a tocarle el hombro y luego a moverle la cabeza. No quería ser más brusco y creyó que tal vez ella no pretendía despertar. “Si mi jornada de acompañarla al Tartarus termina, todo regresará a como era antes para ti”, pensó Rey, dándose cuenta de que la Parca tal vez no quería despertar porque regresaría a vivir su vida aburrida, la misma vida que tal vez le daba motivos para llorar mientras dormía.

Edith, dándole la espalda al pequeño y fingiendo no haber despertado, se dijo: “Ahí, en donde vivo, me espera un severo castigo, varias golpizas y quién sabe cuánto tiempo sin agua ni comida entre paredes frías. No quiero regresar. Debo pretender que duermo, sigo durmiendo. Aunque eso signifique que él me pueda dejar atrás. Él ha estado interesado en hacerse más fuerte, en sufrir y luchar. Mientras estemos juntos, yo seré una carga sobre sus hombros… ni siquiera nos conocemos tanto para que se preocupe en cumplir con su palabra”. Los sonidos de White se dieron a escuchar. “Ya veo, tanto yo como ese cachorro somos una carga para ti, pero te niegas a dejarnos ir por no estar solo. Alguien tan excepcional como tú tiene un punto débil: estás propenso a encariñarte con aquellos con los que pasas un poco de tiempo, aunque te hagan daño. Déjame aquí y pretende que nunca existí… será lo mejor para los dos”.

—En un libro leí una palabra que hasta ahora no había podido entender… —dijo Rey mientras procedió a tomar asiento. Una vez al lado de la Parca, le apartó los cabellos que le cubrían el oído izquierdo, como si quisiera asegurarse de que ella pudiera escucharle hablar—. Amistad. Y entonces me pregunté al leer: ¿Por qué algunos seres en particular se pueden convertir en los mejores amigos? Tal vez porque ellos se toman su tiempo para escuchar los problemas ajenos. Dime, Edith, ¿quieres contarme sobre eso que te atormenta?

La Parca volteó el rostro y, con sus ojos llorosos, abrazó con todas sus fuerzas al pequeño y el pequeño a ella. El llanto de niña hablaba más que cualquier cantidad de palabras. La Parca lloró sin contemplar ni sentirse apenada, llanto que duró hasta que en verdad se quedó dormida.

Como era el curso correcto de las acciones, Rey levantó a la pequeña en brazos y así salió del castillo tras despedirse de los residentes. Una vez en el pavimento de la entrada y con la ausencia de un techo, Rey dio una última mirada antes de abrir sus alas. White saltó y trepó hasta la cabeza de su compañero.

Las dos inmensas alas negras se agitaron con fuerza y los tres cuerpos se levantaron del suelo. En unos segundos llegaron a sobrepasar el punto más alto del castillo. De un tercer y cuarto agitar, ellos sobrepasaron el primer nivel. De esta manera hasta llegar al cielo ante los ojos de todos los espectadores que se llevaban las manos a la cabeza, pues para ellos era insólito que un ángel de alas negras existiese y más que se dirigiese al cielo.

El brillo divino del lugar dejó de ser y todo un techo de ramas y troncos se impuso con solidez ante el paso del pequeño. En el medio del lugar había un agujero por el cual podían colarse si se valían de algunas maniobras. Rey, cual si fuese un ave rapaz, se impuso tanto como pudo para luego encoger sus alas y subir en picada.

Los ojos de White vieron por primera vez cómo lucía el otro cielo. Para el indefenso felino, el ambiente era totalmente nuevo y, en respuesta, los cabellos de su cuerpo se erizaron ante el infierno compuesto por visiones espantosas en donde tan solo reinaba el color, el rojo de la sangre, el amarillo del fuego y el gris del humo. Miles de gritos interminables y permanentes se daban a escuchar.

Los gigantes con varias cabezas y numerosas extremidades vieron al pequeño, gritaron e intentaron atraparle, pero no pudieron; en cambio, lograron agarrar otras de las horrendas criaturas que volaban por el lugar y se las llevaron a la boca para devorarlas de un bocado.

Rey agitó aún más sus alas. El aire caliente, tempestades, huesos, fuego, rayos, truenos y relámpagos intentaron tumbarle, pero el pequeño se cubrió a sí mismo y a sus acompañantes con una barrera para seguir subiendo sin que nadie fuera afectado.

La Parca de nada se enteraba y dormía en los brazos del enfurecido pequeño sin apellido. White se aferraba con todas sus fuerzas e incluso sacó sus uñas y las encajó en la cabeza de su compañero hasta hacerle sangrar, pero este no se quejó sabiendo que era lo necesario para que el felino no fuera arrancado.

El cielo del infierno, entre la niebla roja, el humo y las llamas, se hacía inalcanzable. Aun así, la cría ignoraba todo sentido común y seguía aleteando. Aunque cualquier otro individuo más sensato se hubiera rendido, Rey no planeaba detenerse hasta que no llegara a su objetivo. Con su mirada afilada, intenciones asesinas y dientes afuera, él se enfrentó contra la ventisca que por cada momento con más fuerza le achicaba la barrera con las intenciones de destruírsela. Cuando sus alas sobresalían de la protección del núcleo agrandado, aunque sus extremidades se cansaron y casi no podía seguir volando, continuó avanzando.

Cuando Rey sintió que los músculos de su espalda estaban a punto de reventar, que los plumajes de sus alas se encendían en llamas por el calor, que estaba a punto de caer, fue que pudo ver la parte inferior de la plataforma que flotaba y seguro sería el tan mencionado Tartarus. Gracias a la fuerza de su voluntad y la abundante energía que tenía en su núcleo, Rey llegó hasta la cima, sobrepasando los límites que ya había sobrepasado.

Con un último rugido de guerra, transformó una de sus manos en una garra. Tras alargar de manera considerable sus uñas, lanzó una estocada sin dejar de cargar a la Parca con su mano opuesta. Las nubes, el viento y las llamas abrieron paso ante la violenta ráfaga. El agujero siquiera fue tan grande y al momento de abrirse se cerró, pero aun así fue tiempo suficiente para que los tres pequeños pasarán y chocaran contra la plataforma. Edith regresó a la conciencia. Al ver a su alrededor y el rostro de Rey lleno de sangre, gritó histérica.