Chapter 18
Dime que quieres que te coja
A pesar de que lo habían acordado, ninguno de los miembros se había dispuesto a salir de la casa. El silencio se hacía presente en la sala del lugar, de vez en cuando se podían escuchar los buches de Elena tragando alcohol, pero no se sentían ni los gritos o el llanto de Arte en su habitación. Por supuesto, Rey sí podía escuchar todo lo que Samantha le decía a la otra trigueña de cabellos cortos.
Arte se había enterado de que todas las fotos y videos de su pasado habían sido desvelados y usados como material de pajas y depravaciones, por los miembros del grupo. Que Juliet tiene problemas de trastorno alimenticio. Que ella no podía dejar de pensar de forma convencional. Y que Elena había encontrado la manera de mantenerles a todos unidos utilizando los poderes de Rey.
Lamentablemente, Arte no dio respuestas ante la conclusión de toda la historia que Sam se había dedicado en contarle de la mejor manera y solo hizo una pregunta:
—¿Crees que Rey se fijaría en mí como me veo ahora?
—¿Acaso no hiciste todo este cambio para que él se fijara en ti? No creo que puedas estar equivocada si seguiste los deseos de tu corazón. Déjame decirte que te ves preciosa y si yo fuera él, no dudaría en meterte mano si me das la señal, además, tremendo culo que te cargas —dijo Samantha tras dar una discreta sonrisa.
—¿Señal? —preguntó Arte, ignorando el factor de que tenía una tanga puesta.
—… Sí, actúa natural y provócalo de vez en cuando. No te acerques mucho a Elena si no estás preparada, en este corto periodo de tiempo ella se ha vuelto una pervertida devoradora sexual, animal desaforado en busca de carne y lascivia. Y si acaso estamos teniendo sexo, no dudes en unírtenos. —Con estas palabras, la trigueña de cabellos largos abandonó la habitación de Arte y fue a la sala.
Cuando todos voltearon sus rostros en dirección a quien había salido del cuarto de Arte, se encontraron con una situación espectacular. Samantha estaba desnuda con una risa de oreja a oreja.
—¿¡Se lo tomó bien!? —preguntó Juliet asombrada.
—Tal vez necesitemos darle un poco de tiempo. No le pude ver el cuerpo, pero en todo este tiempo quise tirarlo contra la cama y hacerle el mejor sexo oral que pudiera recibir tuviera lo que tuviera ahí abajo, entre sus piernas.
—Y tú, quién más enojada estaba con tener que dar explicaciones —dijo Elena—. ¿Acaso no te vas a sentir culpable de demandar por ser follada tan rápido?
—Pero qué mejor manera tengo para demostrarle a Arte que su presencia no afectará en nada nuestro comportamiento en la casa. También le dije que podía unírsenos si es que quería, —Sam miró a Rey con cara de preocupación, mientras entrecruzó sus piernas en el lugar y miró a un lado.
Samantha entendía que en su conversación con Arte había sido muy optimista con el asunto de que Rey se excitaría con ella, tan optimista que tal vez había mentido sin darse cuenta.
—¿Qué sucede con esa cara? —preguntó Juliet.
—Nada —dijo Sam—. ¿Acaso, amo no nos tiene que premiar por habernos portado bien? Aún se siente como si me estuvieran besando el clítoris. Ahhh, por favor, no puedo seguir aguantando las ganas de sentir algo, grueso, gordo y grande llenando mis entrañas.
Tras disimular sus preocupaciones con excitación, Samantha se puso coqueta y caminó en cuatro patas hasta el sofá en el que Rey estaba sentado. Entrando en su papel de esclava, Elena no dudó en seguirla para también pedir por su premio, aunque esta última lo hizo un poco borracha.
—No sería yo un amo justo, generoso y benevolente como lo soy, —dijo Rey haciendo aparecer veinte píldoras mágicas.
Los ojos de Juliet, quien se había desvestido en un segundo cuál si sus prendas estuvieran en fuego, se clavaron en el coñito levantado de Samantha para después pasar a mirar a Elena:
—¿Por qué nuestra otra esclava tiene puesta aún su ropa?
—Lo siento tanto… perdona mi falta de educación… —dijo Elena para quitarse lo que llevaba puesto antes de recibir aquellos que Rey le daba.
—De las diez píldoras, te confisco una por no seguir las reglas. Reflexiona sobre tu error —dijo Juliet.
Rey pudo imaginarse que aquellas tres no tardarían ni dos segundos en tomar las pastillas que habían recibido, y cómo mismo lo imagino, ellas lo hicieron. La situación terminó con tres chicas drogadas que se revolcaban por el sofá gimiendo y gritando, mientras que Rey miraba al techo con la verga bien dura. En una situación como esa, en el pasado, él estaría clavando su verga en interior de aquellos cuerpos indefensos, pero por alguna razón se miraba pensativo y no tenía los deseos de hacerlo. Al pasar las horas, Rey abrió los ojos tras escuchar unos sonidos provenientes de la cocina. Arte estaba detrás de la meseta que hacía la división de la sala. Ella parecía buscar algo que tomar en el refrigerador.
“Aceptación, sexo, drogas y muchas otras cosas que no son necesarias para vivir una vida normal. Aun si, nosotros las buscamos…”, se preguntaba Rey mirando al techo del lugar. “¿Con tal de ser feliz? O de ¿vivir antes de morir? Ah, la respuesta puede ser más simple de lo que aparenta”.
Con discreción, Arte quería entender la razón por la cual las chicas de la casa estaban haciendo tanto ruido con sus bocas si ni siquiera movían sus cuerpos. De momento, Arte se puso más nerviosa cuando notó la presencia de Rey, quien también estaba yendo a la cocina para aprovechar y coger algo sin esforzarse en disimular su potente erección.
“Soy como ellas, y ellas como yo. Con este nivel de excitación no tengo motivo ni razón para contenerme o estar eligiendo a quien cogerme y a quien no.”
Como quien no quería hacer contacto visual, Arte le dio la espalda al chico de ojos blancos y se centró en limpiar el interior del vaso en el que se iba a servir el jugo de naranja que tenía afuera. Ella estaba nerviosa, no tenía puesto la misma ropa con la que había llegado a la casa, sino que se había cambiado a algo más ligero para andar por el lugar. Ligero que significaba provocativo, el fino vestido blanco bastante corto también dejaba traslucir los pezones de quien lo usaba.
Rey, por tan solo el olor, pudo deducir que Arte no llevaba puesto nada bajo el vestido. Él entendía que la chica estaba nerviosa, más cuando vio el tamaño impresionante de su verga, la cual movía de un lado a otro con cada paso.
Arte, con una sonrisa indiscreta, miró por encima del hombro al joven que se le acercaba por atrás con su verga afuera. De manera casi que inconsciente, ella empinó su trasero mientras tragaba en seco sin siquiera tener preparado el vaso de jugo que iba a tomar. Ella parecía estar queriendo que Rey le pusiera en cuatro, le dejara el culo al descubierto y de un empujón se la metiera bien adentro.
—Quieres… un poco… —dijo Arte titubeando, tratando de esconder su nerviosismo.
—De ti, o del jugo —respondió Rey con calma al poner un vaso vacío sobre la meseta.
Haciendo caso omiso al último comentario, al mismo tiempo que llenaba el vaso de Rey, Arte decidió dejar caer uno de los paños que estaban sobre la meseta al suelo. Luego, como quien veía algo que había caído al suelo, ella respiró hondo y, tras llenar el vaso de Rey, decidió inclinarse a recoger lo que estaba en el suelo, apuntando su culo en dirección al chico que tenía al lado.
El corto vestido que no cubría más abajo de la punta de las nalgas se levantó completamente, dejando todo aquel culo gordo expuesto ante los ojos del chico.
Rey sabía que Arte había dejado caer el objeto a propósito, con la intención de agacharse a recogerlo para así dejarle ver debajo del vestido mientras disimulaba. Mas, el joven de ojos blancos no pudo contener la curiosidad de saber cómo lucía la chica entre las piernas, pero, poco se había imaginado el resultado del evento que se estaba dando lugar.
Las nalgas de Arte se abrieron y así se quedaron. Era la primera vez que Rey veía bajo la ropa de una chica transgénero y se preguntaba;
“Con el culo al descubierto, ¿Acaso quiere que la toque o se la meta?” Tras observar y cuestionar, Rey posó su mano derecha sobre las nalgas de la chica. “¿Qué más puedo hacer? Por muy excitado que este, la rubia siempre tuvo razón. Siempre me faltó tener el valor para liberar las cadenas del animal que duerme en mi interior”
El hermoso culo expuesto tenía un anito precioso y apretado, debajo le seguía la apertura de un coñito delicado conformado por dos labios vaginales bien hinchados y en donde debía de tener el clítoris salía un trozo de carne cilíndrico en erección casi tan largo y gordo como lo era el dedo medio de una persona.
“Cómo se sentiría el interior de una vagina artificial, una creada por alguien más”.
Ante el primer contacto, Arte aún estaba inclinada, guardaba silencio y no se movía como mismo, se comportaba un conejo asustado entre los dientes de un lobo. Ella cerró sus ojos para calmarse y dejar sus miedos de lado, al mismo tiempo que sentía cómo Rey corría sus dedos hasta llegarle entre las nalgas. La chica de cabellos cortos, ya no se sentía tan incómoda al dejar que él le pasara la mano por el coño.
Rey, por un momento, entendió que Arte no estaba enojada con su osado movimiento, cosa que le llevó a pensar:
“¿Qué tan lejos puedo llegar hasta que sea demasiado lejos?”.
Mientras pensaba, el chico apreciaba la suavidad del área, de un momento a otro, él pudo jurar que el coño de Arte parecía abrirse y estirarse por cada vez que ella movía su verga que ahora era clítoris.
Con discreción y suavidad, ella se reincorporó en posición detrás de la meseta como si disimulara que nada sucedía.
—¿Y por qué esas tres están chillando tanto? —preguntó ella, tras limpiar su garganta—. Parecen gatos en temporada de apareamiento.
—Porque están en un mundo fantástico. No hace mucho se tomaron una dosis de drogas afrodisíacas y alucinógenas. —Tras responder a la pregunta de Arte, Rey también disimuló que nada estaba sucediendo, pero entre las piernas de la chica sus dedos se seguían moviendo de arriba a abajo entre los labios vaginales—. Te hicieron un excelente trabajo.
Él estaba seguro de que un coño después de la transacción de género no tendría las mismas capacidades ni se vería como uno real. Ya que el nuevo coño de Arte podía generar fluidos vaginales cuando se excitaba y se valía de un himen intacto que resguardaba la vagina, esto significaba que tal vez no era el
producto de una operación. Lo mismo se podría decir de las tetas y el cuerpo que ella ahora tenía. Pero ¿por qué conservaba su pequeña verga?
—Gracias… lo hice por ti… —respondió Arte, al mismo tiempo que apoyó sus dos manos sobre la meseta y empinó aún más su trasero.
Rey, con sus dedos índice y medio ya lubricados por la humedad que soltaba el coño empapado de Arte, paso a hacer que resbalaran por el orto de ella. Desde su punto de vista, con este nuevo movimiento, Arte parecía dejar todo sus nervios a un lado. Por un momento Rey pensó que ella le diría algo como: “me estás lastimando”, pero no fue el caso, ella se empinó aún más. En respuesta a este simple gesto de ‘disposición’ y al ver cómo con tan solo su mano tenía a aquella chica, él estuvo más caliente que quiso intentar enterrar su verga a ver si la podía aguantar. Aunque también entendió que era mejor todo en su momento. Arte se le estaba ofreciendo y se mostraba así de dispuesta usando expresiones físicas, pero aún no había abierto su boca para suplicarlo. Así que él dejó de meterle mano a Arte, y se aguantó la verga que de paso ya la tenía dura como una piedra.
Arte creyó que esa sería su primera vez como mujer con el chico que amaba. Ella tenía el coño bien lubricado y el culo engrasado, ahora lo que le faltaba era que se la metiera. Abriendo sus piernas, ella apoyó su frente en la mesera, pero cuando sintió que Rey se le alejaba se dio cuenta de que no sería el momento.
—¿Acaso no te gusto lo suficiente? —le preguntó en suspiros.
—No digas semejante cosa, mira cómo me tienes la verga de caliente… —respondió Rey, mientras hacía azotar su miembro contra la barriga.
—Entonces, ¿por qué no me coges? —preguntó Arte—. ¿Es que ser cogida por tantas personas te hace mirarme diferente?
—Tu pasado quedó atrás —respondió Rey—. Howard ya no más, ahora eres tú, Arte… no te dejes definir como persona por lo que pasase. Sin importar cuanto pudieras disfrutar o sufrir, ven y vive el ahora. Las mejores cosas nunca se hacen esperar, sino que viven en un futuro que está por llegar… ¿Acaso no quieres disfrutar? Además, no es que me lo hayas dicho directamente.
—Hay cosas que se pueden deducir sin tenerlas que decir. No es que seamos niños —dijo Arte, carismática y feliz, girando en el lugar con tal de mirar al chico de ojos blancos al rostro. Su vestido estaba desarreglado en dos sitios, bajo sus dos pezones y sobre su miembro en erección.
—Yo quiero que me lo digas —terminó Rey al acercarse y mirarle a los ojos mientras le levantó la barbilla con sus dedos.
Arte no parecía estar muy tranquila con la cercanía de Rey. Tan cerca estaban él que ella podía sentir su aliento con sus labios. Con la boca entreabierta, ella también sintió cómo el tronco de la verga de él se le deslizó por entre las tetas.
Con tal de sacar a su verga del camino, Rey usó su mano para guiarla hacia abajo de modo que su nuevo trabajo fuera abrirse camino por entre los labios mayores del coño de Arte, sin adentrarse en el agujero.
Al sentir el calor hirviente de semejante trozo de carne, Arte se subió las prendas que le cubrían para comenzar a frotar su clítoris contra la barriga de Rey.
—Dime que quieres que te coja —le dijo Rey a ella antes de continuar moviéndose. Con un trozo de carne palpitante entre las piernas, Arte no podía hablar con claridad, siendo lo que más quería. De cierta manera no se podía imaginar metiéndose toda esa verga por su coñito nuevo sin tener que sufrir mucho—. Confía en mí, una vez te me abras de piernas te garantizo que te la voy a encajar bien, tanto por ese culo como por tu coño. Dime que quieres que te coja.
—No sé… sí… quiero… pero qué dirá Elena… Sam… y Juliet, si se despiertan y nos ven.
—Si ellas despiertan y te ven en semejante estado, te garantizo que ellas mismas te dirán lo mismo que yo, —dijo Rey, mientras movía su verga contra la raja que escurría ya grandes cantidades de fluidos vaginales.
Arte miró hacia la sala, ya los gemidos de las chicas no se escuchaban tan alto como en el inicio. Por otro lado, en toda su vida ella había sido dominada por los hombres y nunca había dado lo que era considerado como ‘el primer paso’. Hasta el momento, los depredadores se la repartían entre ellos y ella tan solo se dejaba comer, pero ahora con Rey, tenía que literalmente pedir que se la comieran y no sabía cómo hacerlo.
Rey entendía que Arte aún no estaba lo suficientemente caliente como para dejar las dudas a un lado y rogar por ser cogida. Con un poco más de osadía, ante la inseguridad que tenía Arte al hablar, él decidió agarrarle las nalgas y atraerla hacia él con fuerza. Los dos cuerpos terminaron pegados el uno al otro. Rey pudo sentir cómo las tetas de ellas le presionaban contra el pecho, así como también ese órgano sexual destinado al placer que solo tiene las personas con coño, aun así, no le importó.
Arte quiso retroceder nerviosa, ya no estaba muy orgullosa de que su clítoris estuviera tocando la piel desnuda de la barriga de Rey. Ella, aunque no quiera reconocer que la sensación proporcionada por las ocho mil terminaciones nerviosas de su botón hiperextendido le encantaba, ya tenía encajada en su mente la idea de que Rey le estuviera haciendo lo que le hacía por lástima.
Con una sonrisa en su rostro y sacando su verga de dentro de las piernas de Arte, Rey pegó la vuelta y se dirigió directo a la sala en donde estaban las otras chicas. Con normalidad, el chico de ojos blancos pasó sus manos por los cuerpos de aquellas que sobre el sofá cama estaban tendidas y aumentaron el ritmo de su respiración.
Pasmada por cómo se marchaba el chico, dijo en voz alta:
—¿Amor es querer a alguien para ti misma? —las palabras de ella sonaron confundidas. —Este sentimiento me corroe por dentro… si hubiera tenido el valor de decirle que me cogiera… tal vez ahora… no estaría tan celosa. No… tengo que mantener mi orgullo, soy una chica y tú, como chico estás jugando conmigo. Crees que no me doy cuenta… Ufff. Me encabrona que tenga con quién coger, y que, por eso, si yo no quiero ceder a hacer lo que me dice, no vas a dudar en usar sus otras opciones… Asss, y todo delante de mis ojos, para que me caliente y deje de pensar. No te reconozco, Rey.
“Tienes razón,” pensaba Rey. “En tan poco tiempo he cambiado, trabajo me costó mantener los principios que me definían, los estándares que me hacían noble. Y ahora, soy un depredador hambriento de carne y sexo. Y la realidad es que cada vez se me hace más fácil. No me convertí en un asesino la primera vez que mate, sino cuando me acostumbre a hacerlo…”.
Pensamientos que contradecían las acciones del chico que con sus manos ponía en cuatro el cuerpo tumbado de Samantha y después de acomodar su verga, de una sola embestida, le penetró tan profundo como pudo. Así hizo con Elena, y después con Juliet.
Sin darse cuenta, Arte ya se estaba agarrando una teta y exprimiendo un pezón con su mano izquierda, mientras que con su otra mano se frotaba el clítoris apoyándose de espalda contra la pared más cercana. Ocupación por tenerla dentro, sentir lo que sienten las mujeres cuando son penetradas por una verga, monstruosa, gigantesca y gorda.
—¿Acaso no me vas a pedir que te coja? —volvió a preguntar Rey al mismo tiempo que apuntó su verga al agujero del culo de Juliet y comenzó a presionar en este. Arte guardó silencio—. Mira que al estar empujando la punta de mi verga ya le está abriendo el orificio a esta chica indefensa. Qué bien se siente cuando se ponen boca abajo, o en cuatro, me dan ganas de romper culos y lo mejor, es que ni siquiera se quejan sin importar lo duro que se las meta.
—Si me vieras boca abajo… o en cuatro… ¿Me querrías romper el culo también? —dijo Arte con sus mejillas enrojecidas.
Ante la pregunta, Rey lanzó una mirada ardiente y una sonrisa afirmativa.
Arte se acercó lo suficiente como para ver como el glande de Rey se iba metiendo en el culo de Juliet. También, como el chico llevaba una su mano izquierda sobre el coño de Sam y la derecha sobre el de Elena, para, con maestría de movimientos, comenzar a acariciar ambos clítoris.
—Te la metería sin siquiera pedirte permiso. Pero, esta no es una situación cualquiera y lo sabes —dijo Rey mientras sentía cómo el culo de Juliet le apretaba la verga a la misma velocidad que un corazón puede palpitar. Al mismo tiempo, el coño de Sam parecía querer comerse la mano que le acariciaba, y por el otro lado estaba Elena con la boca abierta.
Todas estas circunstancias hacían que Rey se sintiera como una bestia, con los deseos de penetrar con su verga a cualquier agujero que se le pusiera en el frente. Pero, en los últimos días él había aprendido a denotar la diferencia entre los animales que tan solo sabían inseminar y un ‘amo dominante’ que retrasaba el orgasmo cuanto pudiera con la intención de cargar la bomba del éxtasis, la euforia y bienestar que provocan venirse después de haber pasado horas queriéndolo.
Arte quería que se la cogieran fuerte y duro por delante y por detrás, pero, por una situación de orgullo, no se permitía decir las palabras que Rey quería escuchar. A ese punto, si ella suplicaba, tendría poco o ninguna autoridad en el futuro para reclamar al chico para sí misma. Aprovechando y subiéndose en la meseta, la chica de cabellos cortos abrió sus piernas para así dejar expuesto todo su entrepierna, lo cual estaba bien mojado.
—Tu tiempo de decidir se terminó, —dijo Rey con una sonrisa de medio rostro al ver cómo Elena levantaba su torso sobre el sofá—. Ahora te será más difícil.
La rubia siquiera se tomó un poco de tiempo para ir corriendo con su boca y chuparle la lengua a Sam a la vez que también lamía los dedos de Juliet. Cosa de que, poco a poco, los dedos de Elena comenzaron a entrar y salir del coño de Sam quien también despertaba y le devolvía las intenciones.
—Ay, pero qué bien se siente… —dijo Sam después de respirar tan hondo como los pulmones le permitieron.
—No hace falta que se contengan… tenemos público… — dijo Elena entre lengüetazos, pues bien había notado lo que Arte estaba haciendo.
—Uuuu… ¿Y eso que no se nos ha juntado aún? —preguntó Juliet—. No estaría de más chupar esa hermosa verga que tiene.
—Arte, ¿acaso no te molesta que te digan que tienes verga?
—preguntó Sam bastante divertida por tener la oportunidad de saber la respuesta ante los demás.
Era cierto que a Arte le molestaba escuchar que otras personas nombraran de forma incorrecta lo que tenía colgando entre sus piernas, pues definitivamente no era una verga, aunque luciera como una. Ella había dejado de ser hombre al dejar de tener sus testículos, para pasar a ser mujer y tener vagina, útero y ovarios que eran capaces de ovular y seguir un ciclo de menstruación.
—No—, respondió Arte a la pregunta de Sam, para después dirigirse a Juliet con actitud comprensiva—. Esto es un clítoris, ya que debajo también tengo lo mismo que ustedes tienen y por aquí no sale el… pipi.
—¿Ah? ¡Que tienes un coño también! —sorprendida, exclamó Juliet.
—Y, ¿qué es lo que te hace diferente de los hermafroditas si tienes un coño y un… clítoris sobre desarrollado? —preguntó Elena por curiosidad.
—Primeramente, y como ya dije mi clítoris fuera una verga, si pudiera orinar por ella. En otras palabras, mi agujero de hacer pipi está entre los labios de mi vagina. Si tuviera testículos, internos o externos, entraría en la definición de hermafrodita porque estaría compartiendo los dos órganos sexuales de hombre y mujer. —cambiando las expresiones de su rostro a una mirada triste, Arte continuó: — No quise tomar el riesgo de cortarme el clítoris para que mi coño se viera más lindo estéticamente, a cambio de poder perder la sensibilidad de este. Ser una mujer y no poder llegar al orgasmo no estaba entre mis planes.
—¿Y cómo fue que te hicieron mujer? —preguntó Juliet disfrutando las relajantes embestidas que le daba Rey por el culo.
—Los humanos no tenemos el sexo definido hasta la sexta semana de fecundación, por ende, es posible que un genetista que controle el tiempo pueda eliminar el gen SRY, responsable de crear el desarrollo de los testículos y detener la existencia de los ovarios, y hacerlo inexistente —respondió Arte—. También estaba la opción de trasplante de vagina y fusión de cuerpos, en ese caso… la manera exacta que se debía proceder para alcanzar mis fines, se las dejo como un misterio.
—¿Estás diciendo que existen personas que pueden jugar con el tiempo ahí afuera? ¿Cómo es posible que la realidad se mantenga como está y no se genere una línea divergente del tiempo? —preguntó Sam, bien concernida ante el nuevo dato informativo.
—Rey te puede contar, él también controla el tiempo de cierta manera… o al menos esa es la razón por la que creo que, aunque ustedes hayan consumido tantas drogas, sus cuerpos no evidencian efectos negativos y que técnicamente no sean adictas físicamente, puesto que solo lo buscan por la experiencia —respondió Arte, demostrando una capacidad de conocimientos incluso mayores a los de Samantha, quien era considerada la intelectual del grupo.
Ninguna de las presentes se mostró asombrada ante la revelación, pues de cierta manera presentía que algo parecido les estuviera sucediendo.
En cambio, Rey respondió:
—Controlar el tiempo es algo que aún no puedo hacer del todo, y aunque exista alguien que pueda, esa persona tendría muchas limitaciones. No creo que tenga el poder suficiente para viajar en el pasado y aunque así fuera la realidad en la que vivimos, se mantendrá igual, pues tan solo existe un único pasado, presente y futuro. Me puedo atrever a decir que lo que esa persona hizo fue detener el gen SRY en tu cuerpo y terminar con su existencia. Por esa razón tuviste que tomar hormonas hasta que se te desarrollaran los órganos sexuales internos y perdieras los externos tras cirugía, si es que fue el caso.
—¿Qué sucedería si esa persona lucha contra nosotros? —preguntó Juliet un tanto intrigada.
—Supongo que, exceptuando a Samantha y a Rey, si ese individuo nos toca, dejaremos de existir, —respondió Arte aun frotándose el clítoris para no perder la calentura que estaba sintiendo.
—Siento haber nombrado incorrectamente a ese suculento clítoris… —dijo Elena con voz ronroneante y coqueta—. Mnnn, Arte, porque no nos acompañas, se me antoja chupar algo con mi boca y ya los dedos de la pelirroja no me están alcanzando.
—Aún está renuente de que yo le meta la verga —dijo Rey.
—Si yo tuviera mi coño virgen, por muy caliente que estuviera, al ver el tamaño de tu verga, te mandaría para el carajo —dijo Samantha, casi que llorando del placer que le hacía sentir la mano de Rey.
—Te entiendo Arte, tu primera vez no es del todo placentera y no te culparé si la quisieras tener con quien amas en una situación más especial. Bueno, disculpanos, pero nosotras continuaremos disfrutando, —dijo Elena, estirando su mano y sacando de debajo del sofá el arnés con verga plástica que ahí estaba.
—¡La virginidad es como una enfermedad! Coge tu remedio lo más temprano que puedas para que así disfrutes de una vida más plena —dijo Juliet quien no se demoró nada en usar su coño tan pronto estuvo disponible—. Al principio me costó reconocerlo, pero ahora puedo decir que, aunque me duela, ser cogida merece la pena…
—Arte, quiero decirte que si no te molesta me puedes chupar el culo y el coño todo lo que quieras, así como a todos en este sofá —dijo Elena—. Solo te pedimos, en cambio, que nos permitas probar tu coñito, esas tetas y ese culito tuyo. O ¿es que nosotras, por ser mujeres, no te calentamos como lo hace Rey?
—Mmmm, ahora que lo pienso —dijo Arte mientras se acercó un poquito más al sofá—, verlos a ustedes me calienta… y, ahora que soy mujer, es uno de mis deseos ocultos hacer cosas lesbianas mientras disfruto de una buena verga.
Viendo hipnotizada cómo la rubia se acariciaba las tetas de manera sensual mientras Rey le metía el dedo pulgar en el culo y pasaba su dedo medio e índice por el clítoris expuesto para mover su mano simultáneamente. Los temblores en el coño de la chica hicieron que la apunta de la verga platica que llevaba puesta, se moviera.
Abriéndose el culo con las dos manos, Samantha no pudo resistir gritar de placer cuando la rubia se pasó hacia el otro lado de rodillas y le clavó el consolador de una sin ni siquiera avisarle. Arte no pudo evitar excitarse con este evento, pues recordaba las palabras de Rey, específicamente que él le iba a coger el culo sin siquiera pedirle permiso. Arte sabía que su culo siempre estaba mojado y dilatado para recibir verga con mucha facilidad, pero ahora que tenía coño se preguntaba si se sentiría mejor por ahí que por su culo.
Sam no dudó mucho en moverse por el sofá hasta que pudo besar a Juliet. Sin ningún drama, la trigueña y la pelirroja enroscaron sus lenguas en un beso apasionado, mientras que Elena aceleró sus movimientos.
—Juliet… chúpale el coño a Sam que ya está empapado de nuevo después de que se lo limpiara tan exhaustivamente, —dijo Elena, quien no dudó en tomar a Rey de la nuca y propinarle un apasionado beso mientras con su mano se apoderó de la verga encajada en el recto de la pelirroja.
—Como ordenes —dijo la pelirroja, pasando de ser dominatrix a sumisa, desenterrándole a duras penas el miembro que tan rico tenía metido bien adentros, para, de beso en beso, bajar hasta el coño de Samantha y pasar su lengua por el área como si fuera una perrita que limpiaba su plato de comida.
Ante los ojos de Juliet, quien quedó bocarriba, pasaron las tetas, la barriga y el coño de Samantha. Mas, la anterior mencionada estaba siendo empalada por un consolador sujeto en la cintura de Elena quien se erguía sobre sus rodillas y recibió los dedos de Rey sobre su coño. Cuál si estuviese siendo arrollada por un tren de tres personas, una detrás de otra, la pelirroja abrió la boca y chupo con tal de calmar los deseos de haber perdido la verga que tenía metida.
Ante los ojos de Arte, Sam y Juliet procedieron a hacer un sesenta y nueve, mientras a la trigueña no le paraban de dar por el culo. Detrás, de las dos chicas, Rey y Elena se besaban el uno al otro como si se quisieran comer al mismo tiempo que también aceleraban sus movimientos sexuales.
Los sonidos provocados por los chupones de una boca contra un coño se hicieron más húmedos y frecuentes. Tanto Sam como Juliet se succionaban el clítoris la una a la otra como si quisieran sacar agua del lugar. Al mismo tiempo que se hurgaba con los dedos y apartaban cuanta carne podían. Todo pasaba de forma pervertida, y lo más tentador, era que la verga palpitante del joven de ojos blancos estaba en el aire, haciendo señales de querer ser conquistada por alguien.
Tragando en seco, Arte dio unos pasitos hacia delante, mirando todo lo que estaba sucediendo con ojos lujuriosos. Ella estaba cayendo en la tentación, pero ninguno de los cuatro jóvenes le prestaron atención y simplemente aumentaron el volumen de sus gemidos hasta el punto en el que sonaban exagerados. Aunque, el sonido de aplausos que hacían las caderas de Elena al dar contra las nalgas de Sam.
—Asss, Ufff, ¡¡Sí!! —dijo Samantha al sentir cómo Elena le daba nalgadas y alaba de los pelos—. Así, sentir algo abriéndome las paredes del culo. Aunque no sea tan grueso y grande como la verga de Rey, esto se siente sensacional…
Arte siguió avanzando, las cosas que Samantha hacía y decía eran como un fuego brillante capaz de atraer a cualquier polilla, aunque fuera a morir en el brillo de algo tentador. Tanto se acercó que ella incluso se subió sobre el sofá con sus rodillas y se sentó allí con las piernas bien abiertas, frotándose violentamente el clítoris y manoseándose las tetas.
Tras terminar su beso apasionado con Rey, Elena miró en dirección a Arte con una sonrisa muy picaresca para decirles en voz alta:
—Si quieres que te coja bien duro, tienes que pedírmelo…
—¿A quién le vas a pedir primero que te coja? —dijo Juliet.
—¿Mnnnn, me pregunto? —terminó Sam.