Fantasía
Una casa y cinco jóvenes
Chapter 16
Droga que degeneran la barrera moral
Tras observar mejor, Rey pudo entender que la actitud de la pelirroja era muy morbosa en ese momento, así como también estaba decepcionada. Ignorando que el coño le estuviera palpitando por todo el tiempo que escuchó los ruidos de Elena y Samantha, ella se había quedado encerrada en su cuarto a espera de ser rescatada, más, usaba ropa porque no estaba al cien por ciento conforme con su cuerpo.
Debido a que tanto la rubia como la trigueña estaban viendo las estrellas y aún estaban sin aliento como para notar la presencia de Juliet en la sala, Rey no tuvo más opción que hacer de intermediario. Después de todo, decir algo era mucho mejor que no decir nada y que los dos se quedarán ahí, de pies, mirándose el uno al otro.
—Ven, siéntate aquí —propuso el chico de ojos blancos tras dar unas palmaditas sobre el espacio abierto en el sofá contra el cual se recostaba.
Jul parecía estar contemplando la proposición, lo cual hizo que Rey dijera las palabras hirientes que se había estado reservando de decir para no lastimar los sentimientos de la frágil chica:
—¿Sabes? Encerrarte en tu cuarto con la esperanza de que alguien te venga a rescatar o sea lo suficientemente insistente como para sacarte, después que les pediste que se marcharan, no es del todo malo. Pero, a veces, se requiere mucho más valor saber cuándo pedir ayuda.
Asintiendo con sus ojos, Jul dio una sonrisa de medio rostro al mismo tiempo que decidió avanzar.
La nueva integrante no estaba desnuda del todo, pero el vestido que usaba era bastante sugerente. Jul se sentó sobre el sofá y sin querer presionó el ratón inalámbrico de la computadora, el cual hizo clic en el botón siguiente.
En la pantalla desapareció el video de las dos vergas que se adentraban en el culo de un chico, para ver una foto del mismo culito paradito que aparecía de pies contra el cristal de un edificio. Detrás del delicado y fino cuerpo del chico se podía ver como un hombre gordo y calvo, arrodillado, le enterraba la lengua.
—¡No sabía que les gustaba ver ese tipo de cosas! —exclamó Juliet con los ojos casi que salidos al mirar de regreso a Rey.
Rey estaba en una situación que evidentemente iba a terminar en un malentendido. Si el final de algo iba a ser igual de malo, por qué intentar tratar de mejorarlo. —No es solo eso, fijate bien, ese que está de espaldas, contra el cristal… es Arte. Puedes seguir pasando las imágenes para que salgas de las dudas.
—¿Qué? ¿Arte? ¿Está ella totalmente loca para dejarles a ustedes ver semejantes fotos y videos privados? —dijo Jul haciendo clic varias veces.
Otras fotos aparecieron, el gordo sin ropa era un depravado en todo el sentido de la palabra. Sin mencionar que el sujeto se encontraba en el piso más alto de un edificio. En una foto se le veía metiéndole la verga por el culo a Arte hasta el fondo y en la otra sacándola, pero llena de heces fecales. Juliet se llevó la mano a la boca y continuó dando clic, para ver cómo Arte se había girado y mientras quedaba de rodillas frente al gordo le sujetaba el miembro a este con la punta de sus dedos por la base, como quien no quería embarrarse.
“En todo este tiempo algo tan asqueroso no se había visto, y ahora que está la pelirroja a mi lado, ‘¡Bann!’ aparece esto”, se dijo Rey, pasando la mano por la cara.
En la siguiente foto se podía ver el rostro de Arte estando casi a punto de vomitar, pero con su lengua afuera haciendo contacto con el miembro del gordo. En la siguiente imagen la chica ya tenía, introducida la verga en su boca.
Rey a punto de vomitar ante las imágenes, Jul mirando con contemplación algo que no podía creer. Elena y Samantha, estaban tiradas en el suelo, respirando agitadas, perdidas en placeres, añorando quedar rendidas y no despertar hasta un buen rato con tal de recuperar las energías perdidas.
Desviando su rostro, mientras que la pelirroja hacía clic para seguir viendo las cochinadas de Arte, el chico agregó. — Técnicamente, ella no nos dejó ver estos videos y fotos. Son de un teléfono del cual ella se deshizo antes de salir en su viaje, Sam recuperó el dispositivo y lo estábamos revisando con la intención de ver porno.
—¿Que todas estas fotos son archivos recuperados sin el consentimiento de Arte?
—Pienso que, si se entera de que nosotros hemos estado viendo esto a sus espaldas, tal vez nos mate —dijo Rey con un amargo tono de convicción.
—Y ¿Por qué? ¿Acaso estas fotos y videos no son recuerdos de buenos momentos?
—No. De hecho, fueron medios de extorsión y chantajes — ante el silencio de la pelirroja que dejó de pasar fotos y le puso atención a él, Rey continuó—. Cuando Arte era un niño fue sorprendido haciendo cosas indebidas con su hermano por un hombre. Este individuo les amenazó con contarle a sus padres sobre lo que estaban haciendo si no le hacían lo que él les decía. Con el tiempo, las fotos fueron escalando en intensidad, como un medio de seguridad para asegurarse de que Arte guardara su secreto y obedeciera las órdenes que cualquier persona le daba… supongo que ella estaba siendo prostituida en ese tiempo…
—¿Te lo contó? —preguntó Juliet, curiosa de saber cómo era que Rey sabía tanto.
—No, ella lo dijo en un video que se ve anteriormente. Lo demás han sido conclusiones que he tomado. —terminó Rey de ofrecer su explicación.
Juliet miraba las fotos de Arte siendo tratado como un perro con una mirada encendida, algo que a Rey no le pareció extraño. A decir verdad, en esa casa era raro que una chica no se excitara al ver cómo Arte era sometido y humillado. El dolor y la vergüenza ajena de cierta manera les hacían sentir mejor, era la contaminación con la cual los seres humanos nacen.
—¿Te excita ver cómo están maltratando a Arte? —preguntó Rey a la chica que ya entrecruzaba sus piernas y comenzaba a acelerar la respiración.
—No te voy a mentir. Sí me está gustando. Elena, Sam ¿ustedes vieron todo esto? ¿Qué piensan al respecto? A pesar de que Juliet llamara a las otras dos chicas, ninguna respondió. Estaban rendidas. “¿Cómo puede alguien dormirse tan rápido?”, se preguntó poco convencida.
—Es que todo fue muy intenso y por mucho tiempo — justificó Rey a la pregunta de Jul.
—En verdad se la pasaron bien. —Protesto Juliet con cara de envidia—. Preferiría quedarme en mi cuarto y dormir, pero se me acabaron las pastillas. Por los gritos de ustedes, me imaginé lo que estaban haciendo y en parte no quise salir porque no estaba segura de cómo reaccionarían, tampoco era que quisiera interrumpir.
—Sabes, entiendo lo que quieres decir —dijo Rey con palabras cálidas—. Creo que, en cierto punto, todo nos sentimos como que vamos a incomodar a los demás, al menos, así me siento yo, a veces. Déjame decirte, no porque tuvimos sexo, sino porque eres mi familia. Tu presencia nunca me interrumpirá o hará que reaccione mal. ¿Está bien?
—No sé —Juliet se encogió de brazos y respondió las palabras más infalibles que había aprendido para salir de cualquier situación incómoda. Rey no se molestó en seguir indagando más al respecto y guardó silencio hasta que otro comentario por parte de la pelirroja se dio lugar—. ¿No crees que las fotos que le toman a Arte se hacen en sitios muy arriesgados? Cualquiera los puede ver.
—Mmm —Rey arrugó sus labios, de cierta manera se estaba quedando dormido. Él pensaba que, si no hacía nada excitante o entretenido, el aburrimiento le llevaría al mundo del sueño. Sin más remedio que arrojarse como Elena le había aconsejado, él decidió hacer un comentario—. A veces, el riesgo viene con más excitación incluida. ¿Si te gustan los riesgos por qué no hacerlo parte del sexo?
El joven no estaba del todo equivocado. En un principio, cuando Juliet se propuso salir de su cuerpo, ella creyó que era mejor hacerlo desnuda. Pero tenía miedo de que alguien le viera y miraran feo, como si fuera alguien que no estaba invitado a la ocasión.
—¿Cómo? ¿A qué te refieres? ¿Qué sería una situación riesgosa? —volvió a preguntar Juliet, siento una cantidad terrible de éxtasis, tanto que con su coño nuevo mojaba el sofá y el vestido que llevaba puesto.
—Bueno, cuando saliste de tu cuarto y viniste a la sala sabiendo que estábamos teniendo sexo. Ahora que ves las fotos privadas de Arte sabiendo que son prohibidas de ver… si quieres… podemos hacer cosas los dos sin que Elena o Samantha se despierten. Eso sería riesgoso, ¿no?
Juliet tragó en seco con la proposición osada de Rey.
—Eso sería riesgoso, guardar silencio mientras te meten la verga para que quienes están durmiendo a tu lado no despierten es excitante. Pero no sé si pueda hacerlo sin antes gemir un poco.
—Bueno, ¿serán esos gemidos suficientes para despertar a estas dos? Mira, Samantha hasta se durmió con casi la botella completa en el culo, se mete un poco más y tal vez no podamos sacarla de forma natural. —Con la última oración, Rey procedió a sacar del recto de la trigueña aquel envase de vidrio para acto seguido y valiéndose de un movimiento casi uniforme, arrojarlo a un lado, mientras que aquel orificio se mantuvo dilatado unos buenos cuatro centímetros.
Las risitas silenciadas de Juliet se dieron a escuchar, mientras que Rey se aseguraba de que la botella que había apartado a un lado no se cayera.
—Si tomamos el riesgo y lo hacemos, no sé si podré simular estar durmiendo con lo agitada que pueda estar. ¿Qué otra manera tenemos de que ellas no sospechen de que lo estamos haciendo?
—No, no creo que tengamos otra manera de disimular —agregó Rey.
—¿Y en dónde te piensas venir?… ¿Digo, si tomamos el riesgo de hacerlo?
—¿No es eso obvio? … Dentro de ti —respondió Rey, quien ya comenzaba a ponérsele dura la verga.
Juliet se mordió el labio inferior. —Y… ¿En qué posición correríamos el riesgo?
—De cucharita. Pero tú deberías de entrar mirando para el lado de Samantha y Elena. Así sería más arriesgado. ¿Te animas? —preguntó.
—Sí, pero no sé. Es que yo sin mis pastillas no soy nadie… y ya tengo mucha hambre —agregó Juliet con la intención de matar tres pájaros de un tiro. Ella quería dejar de sentir hambre, obtener sus pastillas y vivir un momento arriesgado con Rey.
—¿De qué pastillas hablas?
—Bueno, si te pido los medicamentos que usualmente tomo para dormir no ayudarían mucho en un momento como este. Pero si puedes darme las pastillas que originalmente solía tomar con mi plan de dieta, podremos pasar toda esta noche sintiéndonos de lo más lindo.
—¿Podemos pasar esta noche sintiendo? —parafraseó Rey en forma de pregunta las palabras de Juliet al mismo tiempo que levantó una de sus cejas.
—Sí, es que quiero que las tomes conmigo. ¿Tomarías el riesgo? —preguntó Juliet empinando su enorme trasero suculento y dejando ver sus tetas por entre el escote del vestido que llevaba puesto.
—Sí —respondió Rey.
—Bueno, el medicamento original es más suave, pero… por hoy no creo que sea un problema si usamos lo fuerte. El nombre es Meth.
“¿Desde cuándo eres adicta a esa drogas? Ya me extrañaba que tuvieras tantos problemas para dormir, depresión, cambios radicales de humor y paranoia.” Rey pensó en decir esas palabras simulando tener una cara de sorpresa, pero no beneficiaría en nada a la chica que se estaba volviendo a abrir. Ninguna droga tiene beneficios a largo plazo y no es que existan maneras seguras de usarlas. Pero las metanfetaminas son conocidas como ‘cristal’, pueden causar un incremento en la confianza y la motivación de los consumidores. Sensación de euforia. Elimina el sentimiento de duda cuando se está tomando decisiones. Aumenta los latidos del corazón. Reduce el apetito e incrementa la libido sexual. No era una mala droga por el momento. —No es del todo imposible, pero estás segura de que después de permanecer todo este tiempo sin recaer… vas a querer consumirla.
Lo que Rey había dicho de ‘recaer’ no era más que una asunción. Pero no lo decía por decir, sino que la conclusión era obvia.
—Será solo una vez… Además, estoy contigo en un lugar seguro… —dijo Juliet con carita de niña buena.
Rey hizo aparecer en las manos de la pelirroja dos pequeñas esferas redondas color azul mar.
“Si supieras que las drogas no hacen mucho efecto en mí. El cristal es altamente adictivo y si sobrevives a la adicción, tus dientes no dirán lo mismo.” Pensó Rey por un momento. Pensamientos personales que de seguro no se iba a atrever a decir, pero que sí creía muy ciertos. De todas maneras, dentro de aquella casa él era como un Dios.
El joven tomó una de las esferas con la mano y tras sacar su lengua se la introdujo en la boca. Juliet, por otro lado, empino aún más su cola y cuál si fuese un supositorio, se introdujo la esfera por el culo sin siquiera tomarse el tiempo de lubricar el objeto apropiadamente.
—De esta manera tardará poco tiempo en hacer efecto, pero supongo que podemos esperar. —dijo la pelirroja usando una voz ronroneante y mimosa.
—No —respondió Rey con seguridad.
—¿Qué dices? —preguntó Juliet algo intrigada.
—Más que ‘Meth’, lo que te acabo de dar viene integrado con otros diferentes componentes psicodélicos. La percepción de tu mente será afectada en los próximos diez segundos… Disfruta del viaje en tres, dos… uno.
Ante las palabras del joven, Juliet comenzó a agitarse. Se sentía paranoica, traicionada por estar recibiendo otra droga más de la que ella juró, nunca probaría. En su tiempo, cuando era más gordita, pesaba alrededor de doscientos kilogramos, ella aprendió que la adicción podía ser peligrosa cuando tuvo que pagar con su culo, por obtener más drogas, cuando todo había empezado por un regalo de un amigo que se la quería follar. Era tarde para sacarse del culo la esfera y cuando escuchó a Rey decir ‘uno’ sus respiraciones y pensamientos se desvanecieron en el aire.
En ese momento, para la pelirroja, ya nada que pudiera pasar, el presente, el pasado o el futuro le dejaron de importarle. Se sentía que estaba cerca y a la vez lejos de todo lo que tocaba y lo que no. Los cojines que estaban tendidos por el sofá tomaron vida y se pusieron a saltar como burbujas de jabón que reventaban en una danza de plumas blancas. La sala, alumbrada tan solo por la luz de la cocina y el resplandor del televisor, se sumergió en un mar de colores naciente. El blanco, el azul, el verde y el rojo, que eran los pequeños píxeles de la pantalla que conformaban la foto de Arte con el culo al aire, también salieron al mundo exterior.
Juliet tuvo la necesidad de quitarse toda la ropa que llevaba puesta, ya que las luces multicolores parecían estarle acariciando la piel junto con las diminutas partículas de aire. La pelirroja también podía jurar que todas y cada una de las fibras de hilo que componen el sofá en el cual estaba acostada tenían una pequeña mano con cinco dedos que le acariciaba y hacía cosquillas.
Con sus ojos cerrados, la chica podía ver un fuerte color rojo con cada latido que daba su corazón, divagando por las resonancias de todos los objetos que tenía la sala. En la oscuridad de sus párpados las cosas que estaban a su alrededor tomaban extrañas formas.
Sin darse cuenta, apenas abrió los ojos, pudo ver los ojos blancos de Rey y se perdió en el reflejo de estos por casi toda una eternidad. Ella divagaba en su mente mucho más de lo que había imaginado que la metanfetamina podría hacerle. La casa estaba transformada en un conjunto de luces flotantes, las cuales se sentían tan condensadas como si fuesen agua del mar.
—¿Y si el mundo no es como lo vemos y percibimos? ¿Y si esto es la realidad? ¿Si esta casa es una inmensa playa de colores fantásticos, arena de plumas…? ¿Si el agua son las luces y el viento, la respiración de Rey, de Samantha, de Elena… mi respiración? —La pelirroja respiró con profundidad y dejó salir todo el aire que había guardado—. Mmmm, puedo sentir el aire de mi nariz bajando por mi cuerpo, haciéndome cosquillas y jugando con mis pezones, con mi barriga, con mi pubis, mis muslos, rodillas y mis deditos… Mmmm, todos estamos flotando en las profundidades de este mar. Me siento como una sirena que se deja llevar por la corriente… puedo ver el sol, la luna y las estrellas. Se acercan y me hablan al oído, me dicen que nadie se puede dar cuenta. ¿Cuenta de qué? ¿Del riesgo que estamos corriendo? ¿Verdad? Si tengo estas drogas es porque le ofrecí mi cuerpo a Rey…
Al voltearse nuevamente en el sofá cama, Juliet se dio cuenta de que Rey tenía los ojos cerrados, se veía como alguien que estaba durmiendo.
Juliet no sabía qué hacer, pero tenía deseos de tocarle el rostro al chico. Debido a las alucinaciones que la pelirroja estaba convencida de que eran la realidad, su mano se acercó al rostro del chico y con suavidad le tocó.
—Juliet… Juliet… ¿Puedes escucharme? —preguntó la clara voz de Rey.
—Sí —respondió la pelirroja sin animarse a usar sus palabras, pues estaba intrigada en saber cómo alguien que dormía era capaz de hablar sin mover la boca.
—Estás viviendo un sueño con los ojos abiertos, si puedes escuchar mi voz es porque tienes el poder de escuchar mis pensamientos de manera telepática. Además, con ese poder podemos gemir cuanto queramos en nuestras mentes sin que nadie más nos escuche, puedes hablarme y yo puedo hablarte… puedes tocarme y yo puedo tocarte, podemos hacer todo y a la vez nada… —dijo Rey mientras pasaba su mano por enfrente de los ojos de la pelirroja, cuyas pupilas estaban completamente dilatadas y se habían quedado mirando al vacío por unos minutos después de que él llegó a la cuenta de uno.
Lo de poderes telepáticos que había dicho Rey era una mentira formulada para encajar su voz en la realidad que Juliet percibía sin asustarla.
Con mucha gentileza y delicadeza, Rey pellizcó el pezón derecho de Juliet con sus dedos.
En lo que para alguien normal el transcurso de un segundo no era mucho, para las nuevas leyes del tiempo dentro de la cabeza de la pelirroja parecían una eternidad. El placer que le provocó un simple pellizco le hizo sentir como si su cuerpo se convirtiera en agua. Viéndose a sí misma como la inmensidad de un océano, Juliet notó cómo de su pecho escapaban un millón de mariposas volando de dentro de uno de dos volcanes.
Rey, viendo lo sensible que se comportaba la chica ante cada pequeña estimulación, decidió tomar la mano de Juliet y con delicadeza adentrarse el dedo índice de la misma en la boca y hacer que su lengua jugara con este. Por último, él pasó su mano por el coño de ella, masajeando, amasando y recorriendo toda aquella vagina, dispersando los fluidos gelatinosos por el lugar y así terminar jugando con el clítoris de la chica.
Viendo cómo Rey le tomaba de la mano, Jul se vio a sí misma como un mundo que danzaba en el espacio entre las estrellas y miles de soles que de forma simétrica se separaban y juntaban. Con los cinco dedos de su mano derecha, la chica de cabellos de fuego se pudo ver a sí misma. Su reflejo tenía las manos cruzadas y los ojos cerrados, como alguien que se abrazaba a la vez que cantaba una canción de cuna para dormir. También vio cómo una gigantesca lengua le frotaba el cuerpo y la dejaba húmeda, provocando sensaciones sacadas de otro mundo.
Para Juliet ver era lo mismo que sentir y sentir lo mismo que ver. El calor, la humedad y la viscosidad que estaba sintiendo tan solo uno de sus dedos se había transformado en todo lo que cada centímetro de su piel percibió, aumentado por cien. Ella estaba sedienta y aunque abriera su boca frente a la inmensidad de los mares que tal vez podrían existir en el espacio, no era capaz de saciar su sed. Juliet fue capaz de jurar estar sintiendo lo que era el inicio de un orgasmo. Como si cada célula de su cuerpo estuviera compuesta por el mismo tejido que componía su clítoris, como si ella fuera en sí el botón de placer que estaba siendo succionado y absorbido por una inmensa boca húmeda que se lo tragaba todo.
Rey pudo sentir que su mano hacía más sonidos húmedos cada vez que la restregaba por encima de la superficie de los labios enchumbados de la pelirroja. De buenas a primeras, ya que veía como la boca de Juliet se abría y sacaba la lengua cuál si estuviera sedienta, Rey le dio de tomar a la chica sus propios fluidos vaginales después de agarrarlos entre sus dedos.
Juliet podía ser capaz de sentir sabor con su piel, escucharse a sí misma, chapoteando sobre el charco húmedo que quedaba sobre la lengua que le limpiaba y lavaba. Cabalgando sobre una lengua, el cuerpo de la chica abrió la boca a la lluvia y tomó cuanta agua pudiera. A su percepción cada sensación se le asomaba a la anterior y todas quedaban con constancia, la misma intensidad y renuentes a pasar. Su pezón aún se convertía en miles de mariposas, su cuerpo no dejaba de sentirse acariciado por una inmensa lengua, su piel transformada en lo que era el receptor de placer no diferente a un clítoris descapuchado que podía sentir su propio sabor.
Como un sol que revienta, violentamente llegó de manera permanente la tan intensa y casi insoportable sensación de orgasmo para la chica de cabellos rojos. A pesar de que ella estuviera en todo lugar y a la vez en ninguno, que se viera a sí misma y en su interior se miraba desde afuera. La sensación solo podía describirse como una caída permanente sobre una montaña rusa. Por mucho miedo que sintiera a la caída libre, la felicidad combinada con adrenalina sobreescribían su sistema provocando una sensación de euforia y bienestar. El vacío de su estómago se le corrió hasta llegar al espacio entre sus piernas mientras, de igual manera, los espasmos y convulsiones de entre sus piernas se le propagaron por todo el cuerpo.
Aunque quería dejar de sentir la sensación y bajarse con rapidez, Juliet no podía hacer más que sostenerse y tensar sus músculos con la intención de prepararse para el siguiente bajón.
Rey tomó a la pelirroja por la cintura, apenas pudo apuntar su verga al pequeño agujero de un coño, ya no condenado a reducirse cada vez que no era usado, y clavó su verga recién respuesta en dureza de forma lenta y constantemente hasta el final.
Aunque en el mundo interior de la pelirroja todas las estrellas se eclipsaron por lo que era una agradable sensación apasionante, acto seguido reventaron en diferentes estallidos de distintas ondas cada uno.
Ciertamente, no todos los orgasmos de una mujer se sienten con la misma intensidad, ni tampoco se puede sumar el placer de varios. Pero en el mundo que estaba viviendo Juliet, ese sitio en donde el tiempo no tenía presente, pasado o futuro, todas las sensaciones se volvían permanentes y apilaban unas encimas de las otras.
Perder la conciencia entre lo que era literalmente la explosión del big bang no liberó al cuerpo femenino de sentir el infinito cosquilleo que sentía. De orgasmo en orgasmo, Juliet era como una hoja que flotaba por todo un bosque en tiempo de tormenta. Cada árbol le impulsaba al siguiente y al siguiente, rebotaba y retrocedía en armonía con el viento.
Las embestidas de Rey fueron potentes. Con la intención de ahogar los gemidos que Jul daba inconscientemente, él cubrió con su mano la boca de la chica.
Sin poder estar bajo la influencia de la droga que había ingerido, Rey sintió que coger con Juliet le producía una sensación, algo peligrosa por así decirlo. Técnicamente, Juliet estaba incapacitada, no podía moverse, condenada a tan solo sentir sin poder resistirse. Coger a una chica indefensa tan duro como podía, junto a otras dos que ya estaban durmiendo y nada sabían sobre lo que sucedía le provocaba un morbo diferente. Le hacía sentirse como un depredador, alguien con el poder de hacer y deshacer según se lo propusiera.
“Este sentimiento de estar profanando un cuerpo carente de experiencia, saber que está incapacitada y que nadie la puede ayudar por más alto que grite…” pensó Rey quien abriendo su boca sacó los colmillos y mordió la parte expuesta del cuello de Juliet. “Se me hace irresistible.”
De regreso a la conciencia, Juliet se podía ver a sí misma crucificada. Con los brazos extendidos, ella buscaba agarrarse para no dejar que todo el peso de su cuerpo cayera sobre su coño o en su cuello. Con las tetas afuera y la boca vendada, aún sentía todas las sensaciones que antes había percibido, solo que esta vez estaba flotando sobre el espacio. De frente a los miles de soles que aún explotaban e irradiaban sus hondas, ella comenzó a caer una y otra vez, recorriendo todos y cada uno de los orgasmos que ya había tenido, para por último sentirlos a todos a la vez y terminar rendida en la ausencia de consciencia.
Tras embestir su cuerpo contra las nalgas de Juliet, Rey frenó sus movimientos, pues aún no se quería venir y terminar con el momento. De un movimiento, él sacó su verga de dentro del apretado coño y apuntó al culo de la pelirroja. Rey fue presionando lentamente para sentir cómo ese culo se iba abriendo de a poco.
La cruz que le sostenía ya no estaba más; sin embargo, ella caía sobre un tronco que le hacía presión contra su culo. Sin nada a lo que sostenerse, Juliet entendía que la gravedad se hacía más fuerte y, por ende, más se encajaba la estaca que tenía debajo de los pies. Gracias a que era toda una sensación nueva, la chica fue capaz de ignorar todas las explosiones de estrellas que tenía a su alrededor por un momento.
Rey podía ver los rostros durmientes de Sam y Elena, más, ahora que él lo pensaba, la carita linda de Juliet compartía similitudes con las dos primeras. Las tres chicas acostadas sobre un sofá cama tenían cuerpos frágiles, estaban desvalidas, solas e indefensas contra el depredador que estaba despierto. Dos chicas dormidas que tienen tanto el culo como el coño abierto, una tercera que era incapaz de moverse o gritar del miedo. “Esto comienza a gustarme demasiado”, se dijo con la boca entreabierta.
Con su mano desocupada, Rey recorrió el pecho de Juliet y estrujó el otro pezón de la pelirroja. Ya el esfínter de Jul comenzaba a ceder, casi al punto de romper, mientras que el orificio de la punta de la verga de Rey escupía pequeñas cantidades de líquido preseminal con el objetivo de mojar el camino por el cual iba a pasar.
Justo como estaba sucediendo en la realidad, Juliet en su mente no podía oponer resistencia alguna. Aunque se lo propusiera con todas sus fuerzas, ella siquiera lograría mover un dedo. En cambio, como en una montaña rusa, ella se veía encima de una estaca interminable, flotando en un espacio sin fondo abarrotado de explosiones orgásmicas. Partiéndose en dos, Juliet podía ver su propio culo siendo acariciado por la estaca que entraba y entraba sin parecer detenerse. La pelirroja gritó de placer por la sensación tan intensa que estaba sintiendo en su esfínter anal.
No tardó mucho tiempo para que Rey ensartara, hasta el fondo, su verga dentro de aquel culito estrecho y tibio, que le apretaba el tronco de su miembro viril. Como si el empuje tenía el objetivo de que su verga llegara hasta la garganta de Juliet. Llegado el momento, él hizo retroceder sus caderas con cuidado de no lastimar a la chica que casi catatónica no se movía de lugar y así él comenzó a bombear con suavidad, como si no quisiera despertar a las otras dos chicas.
Adentro y afuera, de un extremo al otro, la verga de Rey recorría todo el camino que existía entre las entrañas de Juliet. Sin poder evitarlo, él aceleró el ritmo de sus embestidas, lo más que le permitió el sofá que ya casi que comenzaban a moverse de un lado a otro. Los dos últimos latigazos de caderas del chico fueron un tanto violentos, pero lo suficientemente placenteros como para que él pudiera descargar copiosamente toda la leche que en tan poco tiempo ya se le había acumulado en las bolas.
Dejando de moverse, Rey cerró sus ojos y abrió la boca, liberando una mirada eróticamente pérdida que tal vez no hubiera sido capaz de hacer enfrente de alguien. La expresión de su rostro era porque él podía percibir las convulsiones de su verga mientras escupía un chorro tras otro de leche, lo cual hizo que el esfínter de Jul se cerrara y abriera de forma involuntaria.
Bueno, tomando en consideración que el culo de Juliet quería tomarse hasta la última gota de leche seminal del joven, sus movimientos involuntarios parecían tener el propósito de ordeñar la verga que le empalaba.
Rey se quedó en silencio, quería disfrutar de la sensación erótica, para él, en ese momento, más placentera que puede hacer una mujer en su existencia.
Juliet, dentro de su mundo, se transformó en un culo, uno que con brazos apretaba el trozo gordo y grande que le penetraba de dos formas y a la vez de una. Ella sentía la sensación más extrañamente placentera que había experimentado en su vida. Aunque se sentía sucia por aceptar sus pensamientos, ella era capaz de jurar que estaba cagando hacia adentro por su coño, mientras que al mismo tiempo defecaba normalmente. Pero dicho proceso se le sentía irreal, ella había tocado caca, olido caca y hasta probado caca. Por muy estreñida que pudiera estar, sus excrementos ni los de nadie pudieran estar tan sólidos como para no romperse. Si tuviera que ser descrito, ella diría que de alguna manera el tronco que le salía por el culo, acto seguido se le pasaba por el coño en un acto infinito. De pronto, entre los pensamientos de la chica, la abundancia de algo se le desborda en el interior. El peso de dicho contenido le hizo caer nuevamente entre todas las explosiones orgásmicas que esperaban recibirla. Hasta que, poco a poco, las luces se apagaron. Los colores que veía la pelirroja se fueron desapareciendo.
En un pasado, la sensación que más le atormentaba a Juliet era el hambre indescriptible en su estómago siempre vacío. Todas las píldoras que tomaba eran con el objetivo de olvidar. Ella necesitaba que el sueño le posesionara para así ya no pensar en comer. Cuando conoció el efecto de que proporcionaban los químicos más fuertes, ella empezó a hacerse adicta. De uno pasó a otro y no se dio cuenta en el mundo que había quedado sumergida. Lo que había hecho con Rey era la ruptura de su última promesa.
El glande de Rey comenzó a abandonar el recto de Juliet, hasta que lo hizo por completo. Por un momento el chico estuvo tentado a volverlo a meter y empujar hacia adentro, pero la flacidez no se lo permitiría.
Al parecer los efectos mágicos del fármaco que Rey le había dado a Jul se estaba acabando, con el vacío en su interior, la pelirroja fue capaz de menear las nalgas de adelante para atrás, casi como si le estuviera suplicando; Dejámela adentro.
—Waooo, ¿viste cómo Rey se estaba cogiendo a Juliet todo romántico? —preguntó Sam al aire.
—Sí, los pude escuchar desde que estaban planeando “tomar el riesgo de hacerlo”… —respondió Elena, quien pasó a tocarse el clítoris muy juguetona—. Ese culo y coño de Jul estaban bien dilatados, tanto como para que la verga de Rey entrara y saliera por completo, hasta que sus cuerpos chocaran.
—Él la tomó por la cintura y empezó a darle fuerte mientras le cubría la boca con la mano… como si la estuviera violando. Aunque la pobre no se podía mover, él siguió acelerando sus embestidas. Esos gemidos silenciados de Jul me hicieron querer cambiar lugares. —Terminó Sam.
—¿Y por qué no se quitan la calentura entre ustedes dos? — preguntó Rey quien se acomodaba lo mejor posible para quedarse dormido abrazando a Juliet.
—Mmmm —respondió Elena.
—Escuché que algo te daba energía y aumentaba tu libido si lo tomabas. Tal vez… con eso… no sé… podremos animarnos a hacer algo entre nosotras. Digo, si es que estás muy cansado. — dijo Sam.
A pesar de que no sería la primera vez de ver acción lésbica en persona, Rey podía saborear la emoción. Un nostálgico sentimiento semejante a la primera vez.
—Está bien. Tengan para que se diviertan… solo traten de no despertar a Juliet —dijo Rey tras hacer aparecer otras dos esferas con colores diferentes a las primeras.
—¡¿En serio?! —preguntó asombrada Elena—. A la estirada de Samantha se le antoja probar droga.
Sam levantó el torso de su cuerpo sobre el sofá y tras estirar su delicada mano agarró las esferas. Lo primero que hizo la trigueña fue llevarse los dos comprimidos a la boca y tras tragarse uno, seguido besó a su Elena antes de que empezara a protestar. En el beso de lengua, Sam le pasó la esfera de color a su amiga con la intención de provocar que esta se la tragara sin chistar.
De un beso boca a boca, la trigueña bajó por la barriga de Elena hasta hacer que se perdiera dentro del coño de Elena. La rubia no se quedó atrás y también se arrojó a succionar el coño de Sam. Los dos coños, a pesar de que eran diferentes, uno más claro y de agujero alargado que el otro, sí compartían en común lo mojado que estaban.
Rey podía entender la razón por la cual esas dos chicas estaban tan calientes. El mismo había sido víctima de lo excitante que resultaba ser el sexo escondido, cuando estuvo por un largo rato dándole verga al culo de Jul sin parar.
—… Mmm… parece que ya está entrando el efecto, Samantha ¿sabes que estamos haciendo Chemex? —dijo Elena, quien de a poco paraba de lamer el coño de su amiga.
Samantha ya tenía sus ojos dilatados a más no poder. La trigueña siquiera tuvo la capacidad de responder las preguntas de Elena. Al ser la que estaba encima, dejó caer su cuerpo y apoyó sus tetas sobre la barriga de la rubia.
Rey podía ver cómo las dos chicas se estaban mirando con intensidad la una a la otra justo en sus áreas genitales.
Ya las alucinaciones estaban haciendo efecto. La mente de aquellas dos chicas estaba abarrotada por preguntas de una persona que salía de la realidad; ¿Es esto tan lindo? ¿Será mi propio coño? ¿Podría regresar al interior de un coño y ser bebé?
¿Si yo de pequeña chupaba teta, entonces ya era lesbiana? ¿Por qué me gusta coger por el culo más que por mi coño? ¿Qué es el morbo?
Las alucinaciones comenzaron a responder de forma fantástica cada interrogante que las chicas inmóviles se hacían. De pronto, un pene de plástico comenzó a encajar su punta entre los dos pares de nalgas. ¿Era eso real?
Samantha sentía lo que veía. Elena también sentía lo que veía. ¿Y cómo era posible que las dos pudieran ver vergas plásticas que flotaban por el aire e intentaban aterrizar entre las piernas? Ellas pudieron sentir cómo sus culos iban cediendo. Los dildos flotantes presionaban su camino al interior, cada vez con más fuerza hasta seguir entrando de a poco. Sin llegar demasiado lejos, los dildos se detuvieron. Simultáneamente, los dos objetos decidieron salir para dar una vuelta por la sala y, con mayor velocidad y fuerza, volver a profanar el interior de los agujeros que ya habían dejado.
Para las chicas, quienes alucinaban en conjunto, el mundo dejó de ser mundo, el tiempo, los esfuerzos y sus intenciones carecieron de sentido. Con el nivel uno de dificultad vencido, “dildo humano” se presentó el nivel dos.
Otros dos juguetes falsos se hicieron presentes en la sala de aquella casa. Tenían un color rojo brillante, un tamaño considerable y al final una gran bola que parecía estar a punto de estallar. Tal vez a Sam no le pareció muy familiar a qué especie no humana pertenecía la nueva verga que volaba en círculos a punto de aterrizar. Sin embargo, Elena podía jurar que era la verga de un perro, lo que dentro de poco se le encajaría en el culo. Desde cierto punto de vista, hacerlo con un juguete no es lo mismo que hacerlo con un animal, o eso pensó Elena para calmarse. La zoofilia no estaba entre las fantasías de Samantha tampoco. Aun así, el morbo que sintieron las dos chicas aumentó junto a la impresión de que estaban haciendo algo que no debían. En pocos segundos los efectos alucinógenos aumentaron la intensidad y de entre la luz se creó el animal al cual pertenecía la verga.
Ante la percepción alucinante de dos hembras que podrían ser una, en corazón, cuerpo, alma, carne y sangre, las dos vergas pláticas con forma de pene que flotaban por el lugar pasaron a convertirse en dos sujetos sin rostro alguno. Sujetos que se habían detenido para mirar el trabajo que harían los caninos.
Elena y Samantha quisieron levantarse de donde estaban, pero no podían. No era que los animales no le estuvieran ya sujetando con fuerzas. Aunque los dos caninos le tenían sostenida por las caderas con sus patas delanteras, el efecto de las drogas era lo que les estaba reteniendo.
Obligadas a no moverse y observar, las dos chicas vieron cómo la verga animal adentro violentamente su punta al interior de sus coños. Ensartadas de una, Elena y Samantha sintieron el grosor y la textura caliente de algo tremendamente grandísimo y ancho que se abrió paso con rapidez y que con violentas embestidas después hizo su camino el interior de ellas.
“Naturaleza al natural,” pensaba Rey, viendo los tres cuerpos acostados. “Las drogas de Sama y Elena son ciertamente especiales, espero estén teniendo un buen viaje juntas”.
De regreso al mundo percibido por las dos, no era que las penetraciones les dolieran tanto como para gritar, aunque ambas dejaron escapar algún que otro gemido mientras cerraban sus ojos para disfrutar seguir sintiendo la escena que les poseía. Dejar escapar sus gemidos sexuales en una escena así de humillante daría de pensar, o eso era lo que ellas dos pensaban. ¿Acaso Rey estaba viéndoles disfrutando de estar haciendo esas cosas desagradables? ¿Al estar teniendo deseo con un perro se convertían ellas mismas en perras? ¿Cuál era la diferencia entre algo que era una ilusión y lo que no? La vergüenza a responder semejantes noticias las mataba tanto como excitaba.
De abrir los ojos por un segundo, en el coge que te cogen, Elena notó que la base del pene del animal ya le estaba chocando con los labios a Sam, así como pudo sentir lo mismo. Cada vez más y más dentro, con embestidas más y más fuertes, las dos chicas dejaron escapar sus más sensuales gritos de placer con la intención de anunciar el orgasmo que estaban sintiendo y que llegaría para quedarse.
En sus vidas ninguna de las dos había sentido un orgasmo tan intenso en el cual las cosquillas, los calambres, el entumecimiento y la sensación de placer se negaban a marcharse. Todo porque el bulbo del pene con forma diferente les chocaba con la entrada de sus coños. Desafortunadamente, para ellas, el orgasmo que estaban experimentando les había llegado prematuro, pues el verdadero orgasmo les tomó por sorpresa cuando, de una brutal embestida. La inmensa bola del final se les metió con fuerza al interior del coño, provocándoles la sensación de estar siendo abiertas en dos.
Sin medidas y sin contenerse, tanto Elena como Sam dejaron escapar de dentro de sus entrañas el grito de placer que desde hacía tiempo pretendían aguantar. Babeándose, con los ojos en blancos, expresiones de estar sintiendo la sensación más deliciosa del mundo, la rubia y la trigueña dejaron de importarle el sentimiento de humillación que cargaban. ¿Qué más daba si estaban siendo usadas por perversiones que cualquier sentido común rehusaría rotundamente? ¿Si hubieran dejado de ser humanas para convertirse en material sexual liberal del peor? De eso que en la perdición de los placeres no se pudieran encontrar a sí mismas jamás. Siempre y cuando se sintieran tremendamente feliz, nada más les importaba.
De pronto, dentro de la habitación fantástica de todo un palacio, el galopar de dos caballos que relinchaban furiosos se dio a escuchar. Los dos primeros dildos transformados en sujetos, quienes veían alzaron sus manos en un aplauso, mientras que los perros decidieron apartar el camino, pero no sin antes hacer que sus miembros giraran dentro de los cuerpos femeninos con la intención de extraerlos. Los dos coños no ayudaron mucho al desacoplamiento, pues por él placer que estaban sintiendo tanto Elena como Samantha contrarían los músculos vaginales tan solo para no dejar escapar la bola que tantos orgasmos les estaba dando.
Aun con sus vaginas palpitantes y deseosas de más, la rubia y la trigueña pudieron juzgar que quedaron cargadas de leche y aunque quisieron confirmar lo que sentían no pudieron hacer mucho cuando sintieron contra sus culos otra verga que les presionaba. La buena noticia para aquellas dos chicas era que semejantes miembros eran del mismo grosor que el del Rey, aunque tal vez no del mismo largo.
Elena y Samantha ni siquiera tuvieron tiempo para tomar un respiro apropiado. El glande de aquellos seres se les dentro al interior de sus culos y sin siquiera tomar mucho trabajo en dilatar, los dos esfínteres ya bien preparados recibieron las embestidas de las bestias. El suelo se volvió agua y del agua ocho pares de tentáculos caminaron por las pieles de los dos cuerpos. Los dos pares de lindos labios, tetas bien formadas, muslos tonificados, orejas pequeñas y vientres fueron invadidos por la babosa sensación que provoca la piel húmeda de un animal marino.
Las dos, ahora yeguas aprisionadas por leviatanes, gimieron de dentro de sus entrañas, pero no se quejaron en lo absoluto. Ambos orificios estaban bien dilatados por el trabajo que le había hecho Rey, ellas podían sentir el calor y la humedad de la verga animal en el interior de sus rectos. La sensación era la misma que se podía sentir cuando la piel húmeda y resbalosa chocaba con otra piel húmeda y resbalosa. Ellas dos sacaron fuerzas para moverse como si fuesen ellas quienes se estuvieran cogiendo, hasta dejarse adentrar más de la mitad de toda la verga que tenían encajada en el recto.
Preparadas para gritar en otro orgasmo, acompañado con los miles de besos que sus pieles blancas reciben por cada ventosa de los tentáculos, las dos chicas casi que se atragantaron con la primera verga de juguete que habían tenido dentro. Sí, los dos sujetos sin rostros se estaban follando las bocas de Elena y Sam. Con un par de embestidas cortas, las entidades ilusorias lograron adentrar sus miembros hasta casi la garganta de aquellas dos y un poco más.
Aunque sus culos ya estaban sumamente abarrotados con una verga colosal, las vergas perrunas hicieron su aparición justo en la entrada de los coños bien apretados de las chicas que se aferraban a las vergas como si quisieran tragarlas.
Los perros sacaban la punta de sus vergas, pero solo con la intención de volver a enterrarla. Ellos no podían meter ni la mitad de sus falos en los coños apretados, aun así, siguieron intentando e intentando. En el mete que saca, empezaron a hacerse más rápido y los coños que antes estaban apretados comenzaron a ceder.
Las dos chicas se aferraron a las manos del leviatán que las aguantaba, besaba y abrazaban en posición y aunque no podían siquiera respirar apropiadamente, soltaron tanto gemidos silenciados como pudieron. Gemidos por cada vez que se venían en un orgasmo explosivo.
Cuando en aquellos dos coños que ya se habían abierto lo suficiente, el bulbo que conformaba la base del falo canino comenzó a hacer presión contra los labios mayores. De un momento a otro, la bola de carne roja y palpitante entró hasta la mitad.
Los caballos relinchaban agresivamente, mientras que Elena y Samantha sintieron con sus entrañas el proceso de ser penetradas; sin embargo, dejaron de agarrarse a lo que podían para tratar de abrir bien las patas, el coño y el culo con sus manos. Creyendo una mínima separación entre sus piernas, lo suficiente como para que finalmente las dos chicas sintieran cómo se les enterró la bola carnosa hasta el final.
Las tres vergas comenzaron a convulsionar con toda potencia, lo que eran eyaculaciones.
Demostrando una expresión de que ya no les molestaba ser penetradas por atrocidades sexuales, las dos tensaron sus cuerpos como nunca. Mientras chupaban con ganas el dildo humano, ellas procedían a hacer garganta profunda cada vez que aguantaba la respiración mientras se veían una y otra vez.
Todos los fluidos vaginales de Samantha cayeron sobre la cara de Elena mientras que orina amarilla salió disparada contra la cara de Sam. Entre la abundante lluvia de fluidos, las luces comenzaron a dispersarse y las ilusiones también.
Tanto Elena, Sam y Juliet aún no habían pasado toda la noche, y ya podían sentir los incontrolados deseos de consumir más de las píldoras especiales que Rey les había dado.
—¿Qué días fue eso? ¿Alguien me quiere explicar? Un perro, un caballo, un pulpo, un humano… —dijo Elena en lo que fue un intento de gritar, destrozada por cansancio y fatiga muscular.
—¡¿Viste lo que yo?! —preguntó Sam asombrada.
—No, te vi a ti haciendo lo que me hacían a mí para ser más exacta —respondió Elena, levantando la mano, tocando su cuerpo, identificando que nada de lo sucedido había sido realidad.
—Yo también… —murmuró Sam, tragando en seco.
—Rey… ¿Qué fue eso? —reclamó Elena un poco mal humorada al tener que preguntar algo por segunda vez.
Tan pronto la rubia percibió que el aludido tenía los ojos cerrados, con una débil patada le dio en los huevos. Dando un salto en el lugar, el joven, pretendiendo no haberse dormido, respondió cosas sin sentido.
—Las alucinaciones tiene algo en específico, ¿fue eso lo que Jul experimentó? —volvió a preguntar Elena.
—Lo que le di a Jul era diferente, mucho más fuerte. — Respondió Rey como si estuviera explicando algo natural—. La conectividad de la sustancia que ustedes dos consumieron se desencadenó por el beso que se dieron. Y lo que vieron, experimentaron, y sintieron fue debido, probablemente, a su imaginación. Algo que vieron o escucharon en pasado y les hizo pensar, algo que no olvidaron.
—Sabes, tiene sentido… —dijo Elena, haciendo memoria—. Antes, siempre tuve la fantasía de comprarme un dildo y entre ellos existían los de diferentes formas.
—Creo, que lo del caballo, fue algo que alguien me contó que era posible. Y los tentáculos… supongo que lo veía constantemente en pornos.
—Quiero algo más fuerte, que dure más… —demandó Elena.
—¿Es esto a lo que llaman el principio de la adicción? — preguntó Sam un tanto aterrada.
—Bueno, siempre y cuando pueda pagar con sus cuerpos… yo podré darles cuanto quieran. Y por adicción o efectos secundarios no se deben de preocupar. Soy un dios después de todo.
Reina Del Cielo
Chapter 16
El cielo
Una vez dentro de la página, clic tras clic, Rebeka no se pudo detener. No era que estuviera totalmente decidida a vender el cuerpo de su novio por internet, pero si él lo podía hacer, por qué ella no podría. Además de la curiosidad que le picaba y era muy difícil de ignorar, como lo era exponerse a una situación tan novedosa como morbosa, ya que eso no se hacía todos los días. ¿Cuánta adrenalina y excitación le podría generar saber que todo lo que ella hacía sería visto por otras personas? Era como tener sexo en público o andar desnuda en un sitio donde alguien podría verte, como cuando se vestía en las mañanas.
Entre mujeres desnudas, hombres con el miembro al aire y decenas de objetos sexuales, Rebeka finalmente pudo llegar a encontrar lo que quería ver:
[Cuentas más populares]
—Parece que aquí está —dijo ella.
Sentado al lado de su novia, Omar casi no podía mantenerse quieto sobre la silla en la cual estaba sentado. Después de todo, había visto porno estando solo, pero nunca se imaginó que lo haría estando con su novia al lado. Ver a otras mujeres desnudas cuando él tenía una pareja, era semejante a un acto de infidelidad. Aun así, él prestaba atención a la pantalla, tanto como lo hacía su novia.
—¿Te molesta que yo vea a otras mujeres desnudas? —preguntó Rebeka con voz ronroneante.
—No —respondió él.
—Es bueno que me digas lo que yo pueda estar haciendo y te haga sentir incómodo, así como te puedo decir a ti lo que me pueda hacer sentir incómoda.
La única persona que podía detener a Rebeka en ese momento era Omar, pero si él no lo hacía era porque tal vez tenía la misma curiosidad sexual que ella. Después de todo, cuando se estaba caliente, los libros obscenos, las fotos y videos pudorosos, los comportamientos deplorables y situaciones incómodas podían resultar atractivos, tentadores e inclusos, deseables. Esas eran cosas que serían repudiadas completamente en una situación diferente, con un estado de ánimo completamente opuesto al de estar excitado. Después de todo, tal vez no es tan común en las mujeres como en los hombres, ya que la tristeza, la melancolía, el arrepentimiento y el sentido de culpa postcoital es debido al colapso de adrenalina y excitación que provoca el orgasmo. Ambos dieron a entender que mientras estuvieran lo suficientemente excitados, no se arrepentirán de las decisiones que tomaran.
Omar trago en seco y de cierta forma buscó pegarse más a su novia, al pasar su mano izquierda por encima de su hombro y comenzar a acariciarle.
Rebeka trató de controlar su respiración y cerró el video que estaba reproduciendo, en el cual se encontraba una chica que no mostraba su rostro delante de la cámara, pero abría sus piernas para mostrar los labios menores y hurgaba con sus dedos en el interior de su cueva. Tras dejar semejantes imágenes de lado, la chica dio varios clics por el lugar hasta encontrar en la pantalla lo que le interesaba leer. Eso hizo que le surgiera un pensamiento:
«Si abrirse de piernas sin mostrar la cara bastaba para ganar tanto dinero, lo que interesaba ahora era saber cuánto ganaría».
En voz alta, Rebeka leyó la información que le interesaba:
«A continuación están enumerados los sitios web que están activos y son legales para registrarse como modelo. Si crees que son muchos y la indecisión no te deja elegir, no te preocupes, podemos ayudar a que puedas eliminar las dudas. En la barra lateral podrás reducir tus opciones de búsqueda. Si eres de un área en específico y te importa tu reputación, puedes elegir sitios cuyos videos son transmitidos solo al otro lado de la ciudad, país o incluso del planeta. También tienes la opción de elegir “ver los mejores sitios de modelos de cámara en la actualidad”, según la mayor cantidad de tráfico. Puedes ver cuál tiene el mayor pago relativo en porcentaje, es decir, cuánto vas a cobrar y también quien ofrece mejores privilegios, sin contar que tienen una puntuación exclusiva…».
—En lo personal me interesa saber quién paga más —dijo ella, para luego continuar leyendo el porcentaje de las ganancias totales con descuentos incluidos
« Hercam 60%
Foryou 35% – 50%
Elcielo 75% – 86%
YouLust 75% – 85%
Xloved 50% – 70%
Camsola 50% – 65%»
—“El cielo” parece ser quien paga más, por supuesto, no ofrece beneficios como un cuarto privado y también lo puede ver quien quiera, sin importar en qué lugar de la ciudad viva. ¿Qué crees mi corazón? ¿En cuál te gustaría estar? —preguntó Rebeka con voz seductora.
—No sé mi amor, pienso que deberíamos detenernos aquí —dijo él, quien con su boca pronunciaba algo totalmente diferente a sus deseos, ya que tenía su miembro endurecido y lo sacudía dentro del pantalón de la escuela que aún traía puesto—. Pero, “El cielo” no parece ser una mala opción, a decir verdad.
—Mmm, veamos lo que hay ahí dentro. Me da curiosidad si existe alguien que conozcamos —dijo Rebeka, con una conveniente justificación en la punta de la lengua.
Tan pronto presionó el botón de enlace, se vio un anuncio en la pantalla:
{Bienvenid@ a El cielo. Si deseas acceder a nuestro contenido, primeramente, deberás ser miembro. La suscripción es gratuita y prometemos total discreción a nuestros usuarios.}
—Suscripción gratuita —dijo Rebeka.
{[Nombre]: Yuno & Neo. [Edad]: 21-21. [Correo electrónico]: … / [Contraseña]: Yuno&Neo1 ¡
—¿Tú eres Yuno? —preguntó Omar, algo confundido. Desde su punto de vista, él creía que sería el único que vendiera su cuerpo en internet.
—Sí, no pienso dejar que hagas esto solo. Somos dos y juntos haremos lo que sea necesario. A mí tampoco me molestaría que vieras a otras personas desnudas… —dijo Rebeka, con la intención de aclarar la situación
Ante el comentario, Omar guardó silencio y aunque se sintió más aliviado de no estar solo en la situación, no le hubiera importado tomar toda la carga del trabajo. Por otro lado, Rebeka poco a poco avanzaba dentro de la idea que tenía creada en la mente, mientras que preparaba el terreno. Si ella estuviera sola, definitivamente no haría lo que estaba haciendo, pero el hecho de tener a su novio al lado, le daba valor para arriesgarse a explorar situaciones prohibidas.
[Cliente, vendedor o ambos.]
«Por un momento, en vez de cliente, leí “caliente”. Mejor le doy a ambos», pensó Rebeka, mientras le dio al botón de aceptar.
{Si eres principiante y aún no estás decidid@, te recomendamos que leas nuestro artículo: “Cómo convertirte en un exitos@ modelo en línea.”}
[No] Seleccionó con rapidez.
Tras negar la última sugerencia, el sitio se abrió y mostró alrededor de siete columnas y siete filas, las cuales componían un total de cuarenta y nueve diferentes celdas, que eran pequeñas pantallas pertenecientes a diferentes personas.
—Guao… quedé sin palabras, este es todo un mundo de diferentes circunstancias al acceso de un clic —aseguró Rebeka, exaltada por lo que estaba a punto de hacer.
Después de todo, en cada pequeña pantalla se encontraba una personificación diferente de alguna situación morbosa que podía suceder en el presente. Mujeres y hombres aparecían solos o acompañados, con ropa, sin ropa, flacos, musculosos o gordos, penetrando o siendo penetrados, jugando con sus cuerpos dentro del baño, sala, comedor, cocina, azotea, patio, con otras personas involucradas o solos, disfrutando del momento.
Rebeka volteó su rostro en dirección a Omar y le regaló una sonrisa pícara, ya que le había dicho abiertamente que no le incomodaba si él veía a otras personas desnudas. Pero le intrigaba más saber si, por alguna razón, estaba despertando en su interior algún fetiche con respecto a la situación; pues a veces ver da inspiración y también provoca intentarlo, con el fin de saber cómo se podría sentir lo que alguien más pudiera hacer en frente de ti.
Intentar cosas nuevas no sería algo de lo cual Rebeka pudiera asombrarse, ya que sabía bien los gustos de su amado, quien había tenido como entretenimiento tomarle fotos y ahora podría ser el camarógrafo de diferentes escenas en las cuales su chica posaría con intenciones pervertidas.
Aunque de pasar de tomar solo fotos a ser protagonista existen muchos pasos, Rebeka no quería preguntar, pero si deseaba saber qué provocaría más a su amado, independientemente de estar haciendo porno juntos.
«Se calentará por el orgullo de que su novia sea lo suficientemente sexy como para que otras personas la quieran sin poder tenerle o pasará a sentir el aspecto humillante de que su trofeo fuese exhibido por toda la ciudad. Incluso, podría calentarle ser engañado por su chica. Claro, me refiero a que, si cree que ver a otras mujeres es engañarme, entonces que yo me deje ver por otros hombres es engañarle. Pero, lo correcto no tiene forma, ya que siempre está en constante cambio y ¿qué mejor manera de implantar un pequeño gusanillo del morbo en la cabeza de alguien que tocarle el tema mientras está excitado?».
—Dime amor, ¿no crees que la competencia es satisfactoria para ti? Te imaginas clavándome tu cosa hasta el final, en frente de personas que tan solo pueden resignarse a mirar. ¿Acaso no te haría sentir más macho? ¿Te genera celos que me deje ver ante otro? —preguntó Rebeka, mientras acariciaba las piernas de su amado—. Tu amigo “aquí abajo” manifiesta interés en lo que puede llegar a pasar, no en el dinero que podríamos llegar a ganar. ¿No es así?
A pesar de la incertidumbre causada por la pregunta y de todas las posibilidades que se encontraban en el camino, Omar podía negarse en cualquier segundo a seguir adelante, pues la excitación y el compromiso era muy grande como para que pudiera evitar pensar en forma racional, mucho menos para responder algo que no entendía de dónde venía.
—Mirándolo desde una perspectiva diferente, siempre y cuando ninguna persona te toque —dijo Omar titubeando, tratando de hacer lo mejor para poder sostener una conversación. — No veo diferencia en este tipo de trabajo o en el de ser un recepcionista, pero…
Aun así, no podía ser muy fluido con sus palabras y parecía como si tratara de no quedarse en silencio por mucho tiempo. Era evidente que, entre dos preguntas, eventualmente respondería la que mejor encajará con sus sentimientos en el momento, no necesariamente tenía que ser la más correcta.
—Definitivamente, clavarte frente a otras personas que no puedan tocarte me haría sentir más en control. Darte nalgadas, ponerte la carne roja, hacerte chupetones en el cuello y marcar bien mi territorio. Con las más de mil formas que puedo hacerte mi hembra, me haría sentir más poderoso y seguro, en vez de celoso.
La temperatura en el ambiente subió de forma exponencial, tanto así, que la casa estaba ardiendo en llamas. Tras saber que el calor no era de la casa, Rebeka tragó y continuó haciendo clic dentro de la página:
—Entonces, si ves algo que quieras hacer para divertirte conmigo entre estas cámaras… déjame saber para hacerlo juntos. Se te da bien el trabajo de camarógrafo, así como el de macho caliente.
Con la naturaleza desbocada entre sus piernas, que reaccionaba ante las palabras de su novio, Rebeka continuó con su investigación, mirando qué otro video podría ver.
[Recomendados. Nuevos. Estrellas. Más populares. Público. Privado. Mujeres. Hombres. Gay. Trans.] … La lista de cámaras al azar que era inmensa.
«Ufff», pensó Rebeka. «De cámara en cámara, se me baja la temperatura al tener que buscar qué podríamos tratar de escenificar juntos. Hay tanta variedad de opciones en oferta que puedo ver, que no me ayuda a decidirme. A pesar de lo bien estructurado que está el sitio y de lo fácil que es de usar, no veo nada que capte mi atención al cien por ciento».
Entre los cientos de cámaras, Rebeka seguía bajando y bajando, mirando las ventanas abiertas de la página, al menos con la intención de esperar a que Omar diera una respuesta o compartiera su punto de vista con ella sobre algo que le llamara la atención.
—¿Te gusta alguna? —preguntó Rebeka, un tanto frustrada.
—Mmm —dijo Omar, quien estaba pensativo, como si tuviera un mal sabor en su boca. — Hasta ahora, no veo nada que me interese mucho. A decir verdad, cada vez que miraba porno, pensaba en ti antes de tener la urgencia de terminar. No me tomes a mal, ver tantas partes íntimas de mujeres diferentes en verdad llama mi atención, pero no lo suficiente como para sentir lo que siento contigo.
—Tal vez sea eso, porque hemos visto mujeres… Podemos explorar la parte masculina para tener inspiración sobre lo que deben hacer los actores hombres.
Dado que quizá en la parte de hombres estaba lo que Omar buscaba ver, Rebeka buscó ese contenido.
Justo en la parte superior, donde estaban las diferentes opciones para separar el contenido por secciones, se encontraba el botón que presionó. Tan pronto la página cargó, hizo un cambio de color, de rozado a azul y ahí estaban ellos, igual que las mujeres. Videos en alta calidad, pero el contenido era algo rústico, repetitivo y con falta de espontaneidad.
«No es que ninguno sea físicamente feo», pensó Rebeka. «Tienen cuerpos decentes, incluso esculturales y bien trabajados, con miembros de todos los tamaños y colores. Están solos, acompañados, en varios sitios, con juguetes, pero no tienen mucho sentimiento. Es como si fuera un trabajo por obligación. Incluso los diálogos son monótonos y carentes de propósito. Si pudiera describirlo, diría que están desgastados por la rutina… Ahora que lo pienso, el cuarto más popular era el de la mujer que hurgaba dentro de su zona íntima. La calidad de ese video era cinco veces menor que la de estas cámaras y aunque existen mujeres haciendo lo mismo, no se sentía igual. Diría que ese video era de una chica que se grababa con tal de verse después o enviárselo a alguien especial, mientras que estas personas se graban con el propósito de hacer dinero… las mujeres y hombres aquí son actores… experimentados».
En la pantalla de la laptop apareció una notificación que parecía ser el momento más esperado por todos en la mañana, pue, se trataba de la cámara más popular y estaría transmitiendo justo alrededor de esa hora.
Rebeka dio clic y fue dirigida para una pantalla en la cual se podía ver a un hombre, pero a diferencia de los demás, este sujeto estaba bien vestido y arreglaba su cámara un tanto más alejada de forma que captará la habitación en la que se encontraba. Tan pronto pareció dejarlo todo preparado, se volvió a mirar en el espejo y se marchó por la puerta de entrada.
El cuarto se veía bien, con una cama de sábanas rojas y almohadas blancas. No existían gaveteros bajo las lámparas de noche y se podía ver un espejo detrás de la cama. En una repisa había lo que parecía ser una hilera o cubitera, que tenía en su interior una botella y dos copas. El lugar estaba diseñado para tener sexo. «Tal vez era un motel».
Tanto Rebeka como Omar no entendían la situación, pero tras revisar la ventana de diálogo se dieron cuenta muchos mensajes comenzaron a aparecer.
{“Este hombre si tiene agallas,” “Va a intentarlo de nuevo,” “En verdad temo por la pobre chica de hoy, pero voy a pagar porque le rompa el chiquito sin permiso,” “Pagaré porque le ponga la cara roja,” “Yo pagaré porque la tire de los cabellos.”}
«Por los comentarios, parece que se trata de un grupo que observa cómo actúa una pareja en su relación sexual natural: Voyerismo… y pagan porque el sujeto haga cosas que la chica no tiene idea. Después de todo, él puede hacer tanto dinero como su chica aguante…».
Rebeka decidió abrir otras ventanas para seguirse entreteniendo junto con su novio, hasta que después de esperar por unos minutos, finalmente, entró alguien a quien Rebeka pudo reconocer.
«En verdad no quiero destruir el ánimo de la mañana, pero esa persona me ayudó. Como mujer, tengo que devolverle el favor, aparte de simplemente arruinar a la competencia», pensó, tras fijarse en la pantalla más de lo normal.
«¿Será que Omar también pudo reconocer a la mujer que se mostraba en el video?» aunque yo tardé un par de minutos en reconocerla
— ¿No es quien vino junto al otro sujeto a recogerte para interrogarte? Luce como quien no sabe absolutamente nada con respecto a la situación.
«Incluso hasta mi novio la pudo reconocer. Pobre mujer necesitada…», pensó, tras mover sus ojos en forma circular. «Pero puedo entenderlo, el sexo es como un remedio para lidiar con un día de trabajo estresante».
Engatusada por su amante, la mujer tenía la mirada característica de alguien inocente e inexperto. Era de esas chicas que harían cualquier cosa por creer en el amor falso que sus novios juraban tenerles y eso era exactamente lo que los consumidores de porno buscaban obtener en ese momento: el valor que existía en la corrupción de un cuerpo delicado, sin experiencia y puro, como el de aquella mujer.
Luego de voltearse, Rebeka hizo contacto con los ojos de su chico y tras unos sutiles movimientos de su mano se las ingenió para sacarle el miembro del pantalón. Omar meneó sus caderas hacia atrás y adelante en la silla, sin darse cuenta de lo excitado que estaba, para después facilitarle el exceso a su chica. Estaba atrapado en la pantalla, tal vez no podía notarlo, pero sí podía sentir la excitación de lo que estaba viendo.
Rebeka mantuvo sus ojos en la bandeja de mensajes y reía porque no estaba equivocada, ya que también sentía el morbo hipnotizante de lo que podía llegar a pasar. «En este mundo de tantas ofertas, las personas viejas, aburridas, se vuelven catadores de exquisiteces. No se conforman con cualquier estrella de porno con un cuerpo sensacional, sino que antes de elegir qué ver, examinan, valoran, comparan e identifican lo que van a consumir, según el nivel de inocencia, delicadeza, incredulidad, nostalgia y gusto, que pueda provocar la escena. Sin importar cuál fuese el escenario, la perversión que se estuviera haciendo, la mirada y los gestos del actor cuentan tanto como el trabajo. Algunos actores son buenos en imitar esos gestos, pero nunca es igual, la mirada de alguien inocente que haría todo lo que su pareja quisiera, aunque no supiera lo que sucedería y estuviera llena de inseguridades, en comparación a la mirada de alguien agotado por la rutina del trabajo».
Mientras la mujer de la pantalla recibía los besos y caricias de su amante, tenía unas cuantas prendas fuera y había quedado sobre la cama. Con la cabeza entre las piernas de la chica, el sujeto se las ingenió para levantar la camisa junto al sujetador que le cubría el torso, de modo que los pechos le quedaron al aire y se le desparramaron por los lados. Con la boca abierta, los ojos cerrados, las piernas levantadas, la mujer estuvo recibiendo un exquisito oral por parte de su compañero, quien observaba a su víctima de abajo hacia arriba, con mirada de pícaro. Si él quería hacer las cosas que le pedían, tenía que asegurarse que estuviera tan excitada, que no se pudiera negar.
Rebeka tomó su teléfono y se decidió a marcar al número de la estación en la cual había sido retenida. De operadora en operadora y haciendo referencia en que tenían la intención de reanudar el caso, pero que con quien se sentía cómoda hablando era con la oficial que le había acompañado, obtuvo el número que deseaba.
—¿Acaso vas a hacer lo que creo que vas a hacer? —preguntó Omar.
—Si, pero si quieres te dejo ver un poco más… hasta que él se la meta, si te interesa…
Tras pensar en que tal vez podría ser una sugerencia con segundas intenciones, que podría ser una trampa por parte de Rebeka, él guardó silencio y luego agregó:
—Si nos vamos a decir el uno al otro lo que nos hace sentir incómodos o no, no creo que tenga sentido que me esté cuidando, si me estás probando en este tipo de situaciones. ¿Es así?
—Claro que no tiene sentido. Actuar, pedir y hablar con segundas intenciones no nos ayudará en nada —respondió Rebeka, con los ojos de alguien que miraba un pasado desagradable de recordar.
—No creo que tengas que esperar a que se la meta, si quieres arruinar a la competencia, debes impedir que el mejor momento ocurra. Nosotros podemos hacerlo mucho mejor que ellos, también te puedo romper el chiquito sin permiso…
Con la respuesta de su novio y la temperatura subiendo, Rebeka marcó el número que le habían dado, antes que se arrepintiera de hacer un buen acto, por estar haciendo cosas indecentes.
En la bocina de la laptop se pudo escuchar como el timbre de un teléfono comenzó a sonar.
Al principio, la uniformada ignoró el hecho de que estaba recibiendo una llamada, pero debido a la insistencia, decidió tomar el dispositivo para ver quién era, aunque el sujeto no estaba de acuerdo con esa acción, ya que, si una persona se preocupaba por otras cosas en medio del sexo, garantizaba que se le bajara la excitación. Sabiendo esto, mejoró los movimientos de su lengua y aumentó la agresividad de sus chupadas, con la intención que el placer que su chica sentía fuera más fuerte que la curiosidad de ver quién le llamaba.
Por otro parte, Rebeka, no tenía deseos de hablar. Tan pronto vio que la uniformada pudo agarrar su teléfono, colgó y se dirigió a donde estaba la aplicación de mensajes para capturar fotos con la cámara. Los pechos, las piernas, el trasero y el coño de la uniformada fueron enviados como fotos independientes, luego la cara del sujeto que le estaba haciendo un oral y, por último, un mensaje a la bandeja de conversación con las sugerencias.
Luego de abrir los ojos como platos, la uniformada miró a todos lados de la habitación, hasta que hizo contacto visual con la cámara.
—Para —dijo la mujer, cambiando el tono de su voz.
El sujeto pretendió no escuchar y con mucho más afán se prendió entre las piernas de la chica, pero ella repitió la misma frase y luego marcó un número en su teléfono.
Tanto Omar como Rebeka se podían imaginar lo que iba a suceder, mientras que tan solo unos pocos usuarios lograron descifrar las expresiones de la víctima. En cinco minutos, se escuchó como alguien tocó a la puerta y cuando el sujeto que estaba arrodillado entre las piernas de la uniformada se detuvo, ella gritó tan alto como pudo.
De una patada, la puerta que estaba siendo captada por la cámara fue derribada. Con una pistola que apuntaba y rastreaba como si fuera un perro hambriento, entraron a la habitación un grupo de funcionarios policiales, gritándole al hombre, que se había quedado tan perplejo por la situación, que ni siquiera estaba escuchando lo que se le decía.
Rebeka regresó su teléfono de vuelta a la mesa. En la esquina de la pantalla donde se mostraba la cifra que representaba la cantidad de observadores, los números subieron desde los cuatro dígitos hasta los seis. Rebeka fue la única con la intención de abandonar la sala de video que estaba viendo y entrar a otra. Así como los miles de espectadores, su amado y ella estaban ahí para buscar porno, no para ver cómo apresaban a un individuo, aunque el proceso entrara en la categoría morbosa de “pillado”.
De clic en clic, finalmente encontró algo que parecía agradarle.
Con el miembro de su amado en la mano, Rebeka amplió el video de la pantalla y se retiró lo que llevaba puesto debajo de la falda, ahí donde estaba sentada.