Tras observar mejor, Rey pudo entender que la actitud de la pelirroja era muy morbosa en ese momento, así como también estaba decepcionada. Ignorando que el coño le estuviera palpitando por todo el tiempo que escuchó los ruidos de Elena y Samantha, ella se había quedado encerrada en su cuarto a espera de ser rescatada, más, usaba ropa porque no estaba al cien por ciento conforme con su cuerpo.
Debido a que tanto la rubia como la trigueña estaban viendo las estrellas y aún estaban sin aliento como para notar la presencia de Juliet en la sala, Rey no tuvo más opción que hacer de intermediario. Después de todo, decir algo era mucho mejor que no decir nada y que los dos se quedarán ahí, de pies, mirándose el uno al otro.
—Ven, siéntate aquí —propuso el chico de ojos blancos tras dar unas palmaditas sobre el espacio abierto en el sofá contra el cual se recostaba.
Jul parecía estar contemplando la proposición, lo cual hizo que Rey dijera las palabras hirientes que se había estado reservando de decir para no lastimar los sentimientos de la frágil chica:
—¿Sabes? Encerrarte en tu cuarto con la esperanza de que alguien te venga a rescatar o sea lo suficientemente insistente como para sacarte, después que les pediste que se marcharan, no es del todo malo. Pero, a veces, se requiere mucho más valor saber cuándo pedir ayuda.
Asintiendo con sus ojos, Jul dio una sonrisa de medio rostro al mismo tiempo que decidió avanzar.
La nueva integrante no estaba desnuda del todo, pero el vestido que usaba era bastante sugerente. Jul se sentó sobre el sofá y sin querer presionó el ratón inalámbrico de la computadora, el cual hizo clic en el botón siguiente.
En la pantalla desapareció el video de las dos vergas que se adentraban en el culo de un chico, para ver una foto del mismo culito paradito que aparecía de pies contra el cristal de un edificio. Detrás del delicado y fino cuerpo del chico se podía ver como un hombre gordo y calvo, arrodillado, le enterraba la lengua.
—¡No sabía que les gustaba ver ese tipo de cosas! —exclamó Juliet con los ojos casi que salidos al mirar de regreso a Rey.
Rey estaba en una situación que evidentemente iba a terminar en un malentendido. Si el final de algo iba a ser igual de malo, por qué intentar tratar de mejorarlo. —No es solo eso, fijate bien, ese que está de espaldas, contra el cristal… es Arte. Puedes seguir pasando las imágenes para que salgas de las dudas.
—¿Qué? ¿Arte? ¿Está ella totalmente loca para dejarles a ustedes ver semejantes fotos y videos privados? —dijo Jul haciendo clic varias veces.
Otras fotos aparecieron, el gordo sin ropa era un depravado en todo el sentido de la palabra. Sin mencionar que el sujeto se encontraba en el piso más alto de un edificio. En una foto se le veía metiéndole la verga por el culo a Arte hasta el fondo y en la otra sacándola, pero llena de heces fecales. Juliet se llevó la mano a la boca y continuó dando clic, para ver cómo Arte se había girado y mientras quedaba de rodillas frente al gordo le sujetaba el miembro a este con la punta de sus dedos por la base, como quien no quería embarrarse.
“En todo este tiempo algo tan asqueroso no se había visto, y ahora que está la pelirroja a mi lado, ‘¡Bann!’ aparece esto”, se dijo Rey, pasando la mano por la cara.
En la siguiente foto se podía ver el rostro de Arte estando casi a punto de vomitar, pero con su lengua afuera haciendo contacto con el miembro del gordo. En la siguiente imagen la chica ya tenía, introducida la verga en su boca.
Rey a punto de vomitar ante las imágenes, Jul mirando con contemplación algo que no podía creer. Elena y Samantha, estaban tiradas en el suelo, respirando agitadas, perdidas en placeres, añorando quedar rendidas y no despertar hasta un buen rato con tal de recuperar las energías perdidas.
Desviando su rostro, mientras que la pelirroja hacía clic para seguir viendo las cochinadas de Arte, el chico agregó. — Técnicamente, ella no nos dejó ver estos videos y fotos. Son de un teléfono del cual ella se deshizo antes de salir en su viaje, Sam recuperó el dispositivo y lo estábamos revisando con la intención de ver porno.
—¿Que todas estas fotos son archivos recuperados sin el consentimiento de Arte?
—Pienso que, si se entera de que nosotros hemos estado viendo esto a sus espaldas, tal vez nos mate —dijo Rey con un amargo tono de convicción.
—Y ¿Por qué? ¿Acaso estas fotos y videos no son recuerdos de buenos momentos?
—No. De hecho, fueron medios de extorsión y chantajes — ante el silencio de la pelirroja que dejó de pasar fotos y le puso atención a él, Rey continuó—. Cuando Arte era un niño fue sorprendido haciendo cosas indebidas con su hermano por un hombre. Este individuo les amenazó con contarle a sus padres sobre lo que estaban haciendo si no le hacían lo que él les decía. Con el tiempo, las fotos fueron escalando en intensidad, como un medio de seguridad para asegurarse de que Arte guardara su secreto y obedeciera las órdenes que cualquier persona le daba… supongo que ella estaba siendo prostituida en ese tiempo…
—¿Te lo contó? —preguntó Juliet, curiosa de saber cómo era que Rey sabía tanto.
—No, ella lo dijo en un video que se ve anteriormente. Lo demás han sido conclusiones que he tomado. —terminó Rey de ofrecer su explicación.
Juliet miraba las fotos de Arte siendo tratado como un perro con una mirada encendida, algo que a Rey no le pareció extraño. A decir verdad, en esa casa era raro que una chica no se excitara al ver cómo Arte era sometido y humillado. El dolor y la vergüenza ajena de cierta manera les hacían sentir mejor, era la contaminación con la cual los seres humanos nacen.
—¿Te excita ver cómo están maltratando a Arte? —preguntó Rey a la chica que ya entrecruzaba sus piernas y comenzaba a acelerar la respiración.
—No te voy a mentir. Sí me está gustando. Elena, Sam ¿ustedes vieron todo esto? ¿Qué piensan al respecto? A pesar de que Juliet llamara a las otras dos chicas, ninguna respondió. Estaban rendidas. “¿Cómo puede alguien dormirse tan rápido?”, se preguntó poco convencida.
—Es que todo fue muy intenso y por mucho tiempo — justificó Rey a la pregunta de Jul.
—En verdad se la pasaron bien. —Protesto Juliet con cara de envidia—. Preferiría quedarme en mi cuarto y dormir, pero se me acabaron las pastillas. Por los gritos de ustedes, me imaginé lo que estaban haciendo y en parte no quise salir porque no estaba segura de cómo reaccionarían, tampoco era que quisiera interrumpir.
—Sabes, entiendo lo que quieres decir —dijo Rey con palabras cálidas—. Creo que, en cierto punto, todo nos sentimos como que vamos a incomodar a los demás, al menos, así me siento yo, a veces. Déjame decirte, no porque tuvimos sexo, sino porque eres mi familia. Tu presencia nunca me interrumpirá o hará que reaccione mal. ¿Está bien?
—No sé —Juliet se encogió de brazos y respondió las palabras más infalibles que había aprendido para salir de cualquier situación incómoda. Rey no se molestó en seguir indagando más al respecto y guardó silencio hasta que otro comentario por parte de la pelirroja se dio lugar—. ¿No crees que las fotos que le toman a Arte se hacen en sitios muy arriesgados? Cualquiera los puede ver.
—Mmm —Rey arrugó sus labios, de cierta manera se estaba quedando dormido. Él pensaba que, si no hacía nada excitante o entretenido, el aburrimiento le llevaría al mundo del sueño. Sin más remedio que arrojarse como Elena le había aconsejado, él decidió hacer un comentario—. A veces, el riesgo viene con más excitación incluida. ¿Si te gustan los riesgos por qué no hacerlo parte del sexo?
El joven no estaba del todo equivocado. En un principio, cuando Juliet se propuso salir de su cuerpo, ella creyó que era mejor hacerlo desnuda. Pero tenía miedo de que alguien le viera y miraran feo, como si fuera alguien que no estaba invitado a la ocasión.
—¿Cómo? ¿A qué te refieres? ¿Qué sería una situación riesgosa? —volvió a preguntar Juliet, siento una cantidad terrible de éxtasis, tanto que con su coño nuevo mojaba el sofá y el vestido que llevaba puesto.
—Bueno, cuando saliste de tu cuarto y viniste a la sala sabiendo que estábamos teniendo sexo. Ahora que ves las fotos privadas de Arte sabiendo que son prohibidas de ver… si quieres… podemos hacer cosas los dos sin que Elena o Samantha se despierten. Eso sería riesgoso, ¿no?
Juliet tragó en seco con la proposición osada de Rey.
—Eso sería riesgoso, guardar silencio mientras te meten la verga para que quienes están durmiendo a tu lado no despierten es excitante. Pero no sé si pueda hacerlo sin antes gemir un poco.
—Bueno, ¿serán esos gemidos suficientes para despertar a estas dos? Mira, Samantha hasta se durmió con casi la botella completa en el culo, se mete un poco más y tal vez no podamos sacarla de forma natural. —Con la última oración, Rey procedió a sacar del recto de la trigueña aquel envase de vidrio para acto seguido y valiéndose de un movimiento casi uniforme, arrojarlo a un lado, mientras que aquel orificio se mantuvo dilatado unos buenos cuatro centímetros.
Las risitas silenciadas de Juliet se dieron a escuchar, mientras que Rey se aseguraba de que la botella que había apartado a un lado no se cayera.
—Si tomamos el riesgo y lo hacemos, no sé si podré simular estar durmiendo con lo agitada que pueda estar. ¿Qué otra manera tenemos de que ellas no sospechen de que lo estamos haciendo?
—No, no creo que tengamos otra manera de disimular —agregó Rey.
—¿Y en dónde te piensas venir?… ¿Digo, si tomamos el riesgo de hacerlo?
—¿No es eso obvio? … Dentro de ti —respondió Rey, quien ya comenzaba a ponérsele dura la verga.
Juliet se mordió el labio inferior. —Y… ¿En qué posición correríamos el riesgo?
—De cucharita. Pero tú deberías de entrar mirando para el lado de Samantha y Elena. Así sería más arriesgado. ¿Te animas? —preguntó.
—Sí, pero no sé. Es que yo sin mis pastillas no soy nadie… y ya tengo mucha hambre —agregó Juliet con la intención de matar tres pájaros de un tiro. Ella quería dejar de sentir hambre, obtener sus pastillas y vivir un momento arriesgado con Rey.
—¿De qué pastillas hablas?
—Bueno, si te pido los medicamentos que usualmente tomo para dormir no ayudarían mucho en un momento como este. Pero si puedes darme las pastillas que originalmente solía tomar con mi plan de dieta, podremos pasar toda esta noche sintiéndonos de lo más lindo.
—¿Podemos pasar esta noche sintiendo? —parafraseó Rey en forma de pregunta las palabras de Juliet al mismo tiempo que levantó una de sus cejas.
—Sí, es que quiero que las tomes conmigo. ¿Tomarías el riesgo? —preguntó Juliet empinando su enorme trasero suculento y dejando ver sus tetas por entre el escote del vestido que llevaba puesto.
—Sí —respondió Rey.
—Bueno, el medicamento original es más suave, pero… por hoy no creo que sea un problema si usamos lo fuerte. El nombre es Meth.
“¿Desde cuándo eres adicta a esa drogas? Ya me extrañaba que tuvieras tantos problemas para dormir, depresión, cambios radicales de humor y paranoia.” Rey pensó en decir esas palabras simulando tener una cara de sorpresa, pero no beneficiaría en nada a la chica que se estaba volviendo a abrir. Ninguna droga tiene beneficios a largo plazo y no es que existan maneras seguras de usarlas. Pero las metanfetaminas son conocidas como ‘cristal’, pueden causar un incremento en la confianza y la motivación de los consumidores. Sensación de euforia. Elimina el sentimiento de duda cuando se está tomando decisiones. Aumenta los latidos del corazón. Reduce el apetito e incrementa la libido sexual. No era una mala droga por el momento. —No es del todo imposible, pero estás segura de que después de permanecer todo este tiempo sin recaer… vas a querer consumirla.
Lo que Rey había dicho de ‘recaer’ no era más que una asunción. Pero no lo decía por decir, sino que la conclusión era obvia.
—Será solo una vez… Además, estoy contigo en un lugar seguro… —dijo Juliet con carita de niña buena.
Rey hizo aparecer en las manos de la pelirroja dos pequeñas esferas redondas color azul mar.
“Si supieras que las drogas no hacen mucho efecto en mí. El cristal es altamente adictivo y si sobrevives a la adicción, tus dientes no dirán lo mismo.” Pensó Rey por un momento. Pensamientos personales que de seguro no se iba a atrever a decir, pero que sí creía muy ciertos. De todas maneras, dentro de aquella casa él era como un Dios.
El joven tomó una de las esferas con la mano y tras sacar su lengua se la introdujo en la boca. Juliet, por otro lado, empino aún más su cola y cuál si fuese un supositorio, se introdujo la esfera por el culo sin siquiera tomarse el tiempo de lubricar el objeto apropiadamente.
—De esta manera tardará poco tiempo en hacer efecto, pero supongo que podemos esperar. —dijo la pelirroja usando una voz ronroneante y mimosa.
—No —respondió Rey con seguridad.
—¿Qué dices? —preguntó Juliet algo intrigada.
—Más que ‘Meth’, lo que te acabo de dar viene integrado con otros diferentes componentes psicodélicos. La percepción de tu mente será afectada en los próximos diez segundos… Disfruta del viaje en tres, dos… uno.
Ante las palabras del joven, Juliet comenzó a agitarse. Se sentía paranoica, traicionada por estar recibiendo otra droga más de la que ella juró, nunca probaría. En su tiempo, cuando era más gordita, pesaba alrededor de doscientos kilogramos, ella aprendió que la adicción podía ser peligrosa cuando tuvo que pagar con su culo, por obtener más drogas, cuando todo había empezado por un regalo de un amigo que se la quería follar. Era tarde para sacarse del culo la esfera y cuando escuchó a Rey decir ‘uno’ sus respiraciones y pensamientos se desvanecieron en el aire.
En ese momento, para la pelirroja, ya nada que pudiera pasar, el presente, el pasado o el futuro le dejaron de importarle. Se sentía que estaba cerca y a la vez lejos de todo lo que tocaba y lo que no. Los cojines que estaban tendidos por el sofá tomaron vida y se pusieron a saltar como burbujas de jabón que reventaban en una danza de plumas blancas. La sala, alumbrada tan solo por la luz de la cocina y el resplandor del televisor, se sumergió en un mar de colores naciente. El blanco, el azul, el verde y el rojo, que eran los pequeños píxeles de la pantalla que conformaban la foto de Arte con el culo al aire, también salieron al mundo exterior.
Juliet tuvo la necesidad de quitarse toda la ropa que llevaba puesta, ya que las luces multicolores parecían estarle acariciando la piel junto con las diminutas partículas de aire. La pelirroja también podía jurar que todas y cada una de las fibras de hilo que componen el sofá en el cual estaba acostada tenían una pequeña mano con cinco dedos que le acariciaba y hacía cosquillas.
Con sus ojos cerrados, la chica podía ver un fuerte color rojo con cada latido que daba su corazón, divagando por las resonancias de todos los objetos que tenía la sala. En la oscuridad de sus párpados las cosas que estaban a su alrededor tomaban extrañas formas.
Sin darse cuenta, apenas abrió los ojos, pudo ver los ojos blancos de Rey y se perdió en el reflejo de estos por casi toda una eternidad. Ella divagaba en su mente mucho más de lo que había imaginado que la metanfetamina podría hacerle. La casa estaba transformada en un conjunto de luces flotantes, las cuales se sentían tan condensadas como si fuesen agua del mar.
—¿Y si el mundo no es como lo vemos y percibimos? ¿Y si esto es la realidad? ¿Si esta casa es una inmensa playa de colores fantásticos, arena de plumas…? ¿Si el agua son las luces y el viento, la respiración de Rey, de Samantha, de Elena… mi respiración? —La pelirroja respiró con profundidad y dejó salir todo el aire que había guardado—. Mmmm, puedo sentir el aire de mi nariz bajando por mi cuerpo, haciéndome cosquillas y jugando con mis pezones, con mi barriga, con mi pubis, mis muslos, rodillas y mis deditos… Mmmm, todos estamos flotando en las profundidades de este mar. Me siento como una sirena que se deja llevar por la corriente… puedo ver el sol, la luna y las estrellas. Se acercan y me hablan al oído, me dicen que nadie se puede dar cuenta. ¿Cuenta de qué? ¿Del riesgo que estamos corriendo? ¿Verdad? Si tengo estas drogas es porque le ofrecí mi cuerpo a Rey…
Al voltearse nuevamente en el sofá cama, Juliet se dio cuenta de que Rey tenía los ojos cerrados, se veía como alguien que estaba durmiendo.
Juliet no sabía qué hacer, pero tenía deseos de tocarle el rostro al chico. Debido a las alucinaciones que la pelirroja estaba convencida de que eran la realidad, su mano se acercó al rostro del chico y con suavidad le tocó.
—Juliet… Juliet… ¿Puedes escucharme? —preguntó la clara voz de Rey.
—Sí —respondió la pelirroja sin animarse a usar sus palabras, pues estaba intrigada en saber cómo alguien que dormía era capaz de hablar sin mover la boca.
—Estás viviendo un sueño con los ojos abiertos, si puedes escuchar mi voz es porque tienes el poder de escuchar mis pensamientos de manera telepática. Además, con ese poder podemos gemir cuanto queramos en nuestras mentes sin que nadie más nos escuche, puedes hablarme y yo puedo hablarte… puedes tocarme y yo puedo tocarte, podemos hacer todo y a la vez nada… —dijo Rey mientras pasaba su mano por enfrente de los ojos de la pelirroja, cuyas pupilas estaban completamente dilatadas y se habían quedado mirando al vacío por unos minutos después de que él llegó a la cuenta de uno.
Lo de poderes telepáticos que había dicho Rey era una mentira formulada para encajar su voz en la realidad que Juliet percibía sin asustarla.
Con mucha gentileza y delicadeza, Rey pellizcó el pezón derecho de Juliet con sus dedos.
En lo que para alguien normal el transcurso de un segundo no era mucho, para las nuevas leyes del tiempo dentro de la cabeza de la pelirroja parecían una eternidad. El placer que le provocó un simple pellizco le hizo sentir como si su cuerpo se convirtiera en agua. Viéndose a sí misma como la inmensidad de un océano, Juliet notó cómo de su pecho escapaban un millón de mariposas volando de dentro de uno de dos volcanes.
Rey, viendo lo sensible que se comportaba la chica ante cada pequeña estimulación, decidió tomar la mano de Juliet y con delicadeza adentrarse el dedo índice de la misma en la boca y hacer que su lengua jugara con este. Por último, él pasó su mano por el coño de ella, masajeando, amasando y recorriendo toda aquella vagina, dispersando los fluidos gelatinosos por el lugar y así terminar jugando con el clítoris de la chica.
Viendo cómo Rey le tomaba de la mano, Jul se vio a sí misma como un mundo que danzaba en el espacio entre las estrellas y miles de soles que de forma simétrica se separaban y juntaban. Con los cinco dedos de su mano derecha, la chica de cabellos de fuego se pudo ver a sí misma. Su reflejo tenía las manos cruzadas y los ojos cerrados, como alguien que se abrazaba a la vez que cantaba una canción de cuna para dormir. También vio cómo una gigantesca lengua le frotaba el cuerpo y la dejaba húmeda, provocando sensaciones sacadas de otro mundo.
Para Juliet ver era lo mismo que sentir y sentir lo mismo que ver. El calor, la humedad y la viscosidad que estaba sintiendo tan solo uno de sus dedos se había transformado en todo lo que cada centímetro de su piel percibió, aumentado por cien. Ella estaba sedienta y aunque abriera su boca frente a la inmensidad de los mares que tal vez podrían existir en el espacio, no era capaz de saciar su sed. Juliet fue capaz de jurar estar sintiendo lo que era el inicio de un orgasmo. Como si cada célula de su cuerpo estuviera compuesta por el mismo tejido que componía su clítoris, como si ella fuera en sí el botón de placer que estaba siendo succionado y absorbido por una inmensa boca húmeda que se lo tragaba todo.
Rey pudo sentir que su mano hacía más sonidos húmedos cada vez que la restregaba por encima de la superficie de los labios enchumbados de la pelirroja. De buenas a primeras, ya que veía como la boca de Juliet se abría y sacaba la lengua cuál si estuviera sedienta, Rey le dio de tomar a la chica sus propios fluidos vaginales después de agarrarlos entre sus dedos.
Juliet podía ser capaz de sentir sabor con su piel, escucharse a sí misma, chapoteando sobre el charco húmedo que quedaba sobre la lengua que le limpiaba y lavaba. Cabalgando sobre una lengua, el cuerpo de la chica abrió la boca a la lluvia y tomó cuanta agua pudiera. A su percepción cada sensación se le asomaba a la anterior y todas quedaban con constancia, la misma intensidad y renuentes a pasar. Su pezón aún se convertía en miles de mariposas, su cuerpo no dejaba de sentirse acariciado por una inmensa lengua, su piel transformada en lo que era el receptor de placer no diferente a un clítoris descapuchado que podía sentir su propio sabor.
Como un sol que revienta, violentamente llegó de manera permanente la tan intensa y casi insoportable sensación de orgasmo para la chica de cabellos rojos. A pesar de que ella estuviera en todo lugar y a la vez en ninguno, que se viera a sí misma y en su interior se miraba desde afuera. La sensación solo podía describirse como una caída permanente sobre una montaña rusa. Por mucho miedo que sintiera a la caída libre, la felicidad combinada con adrenalina sobreescribían su sistema provocando una sensación de euforia y bienestar. El vacío de su estómago se le corrió hasta llegar al espacio entre sus piernas mientras, de igual manera, los espasmos y convulsiones de entre sus piernas se le propagaron por todo el cuerpo.
Aunque quería dejar de sentir la sensación y bajarse con rapidez, Juliet no podía hacer más que sostenerse y tensar sus músculos con la intención de prepararse para el siguiente bajón.
Rey tomó a la pelirroja por la cintura, apenas pudo apuntar su verga al pequeño agujero de un coño, ya no condenado a reducirse cada vez que no era usado, y clavó su verga recién respuesta en dureza de forma lenta y constantemente hasta el final.
Aunque en el mundo interior de la pelirroja todas las estrellas se eclipsaron por lo que era una agradable sensación apasionante, acto seguido reventaron en diferentes estallidos de distintas ondas cada uno.
Ciertamente, no todos los orgasmos de una mujer se sienten con la misma intensidad, ni tampoco se puede sumar el placer de varios. Pero en el mundo que estaba viviendo Juliet, ese sitio en donde el tiempo no tenía presente, pasado o futuro, todas las sensaciones se volvían permanentes y apilaban unas encimas de las otras.
Perder la conciencia entre lo que era literalmente la explosión del big bang no liberó al cuerpo femenino de sentir el infinito cosquilleo que sentía. De orgasmo en orgasmo, Juliet era como una hoja que flotaba por todo un bosque en tiempo de tormenta. Cada árbol le impulsaba al siguiente y al siguiente, rebotaba y retrocedía en armonía con el viento.
Las embestidas de Rey fueron potentes. Con la intención de ahogar los gemidos que Jul daba inconscientemente, él cubrió con su mano la boca de la chica.
Sin poder estar bajo la influencia de la droga que había ingerido, Rey sintió que coger con Juliet le producía una sensación, algo peligrosa por así decirlo. Técnicamente, Juliet estaba incapacitada, no podía moverse, condenada a tan solo sentir sin poder resistirse. Coger a una chica indefensa tan duro como podía, junto a otras dos que ya estaban durmiendo y nada sabían sobre lo que sucedía le provocaba un morbo diferente. Le hacía sentirse como un depredador, alguien con el poder de hacer y deshacer según se lo propusiera.
“Este sentimiento de estar profanando un cuerpo carente de experiencia, saber que está incapacitada y que nadie la puede ayudar por más alto que grite…” pensó Rey quien abriendo su boca sacó los colmillos y mordió la parte expuesta del cuello de Juliet. “Se me hace irresistible.”
De regreso a la conciencia, Juliet se podía ver a sí misma crucificada. Con los brazos extendidos, ella buscaba agarrarse para no dejar que todo el peso de su cuerpo cayera sobre su coño o en su cuello. Con las tetas afuera y la boca vendada, aún sentía todas las sensaciones que antes había percibido, solo que esta vez estaba flotando sobre el espacio. De frente a los miles de soles que aún explotaban e irradiaban sus hondas, ella comenzó a caer una y otra vez, recorriendo todos y cada uno de los orgasmos que ya había tenido, para por último sentirlos a todos a la vez y terminar rendida en la ausencia de consciencia.
Tras embestir su cuerpo contra las nalgas de Juliet, Rey frenó sus movimientos, pues aún no se quería venir y terminar con el momento. De un movimiento, él sacó su verga de dentro del apretado coño y apuntó al culo de la pelirroja. Rey fue presionando lentamente para sentir cómo ese culo se iba abriendo de a poco.
La cruz que le sostenía ya no estaba más; sin embargo, ella caía sobre un tronco que le hacía presión contra su culo. Sin nada a lo que sostenerse, Juliet entendía que la gravedad se hacía más fuerte y, por ende, más se encajaba la estaca que tenía debajo de los pies. Gracias a que era toda una sensación nueva, la chica fue capaz de ignorar todas las explosiones de estrellas que tenía a su alrededor por un momento.
Rey podía ver los rostros durmientes de Sam y Elena, más, ahora que él lo pensaba, la carita linda de Juliet compartía similitudes con las dos primeras. Las tres chicas acostadas sobre un sofá cama tenían cuerpos frágiles, estaban desvalidas, solas e indefensas contra el depredador que estaba despierto. Dos chicas dormidas que tienen tanto el culo como el coño abierto, una tercera que era incapaz de moverse o gritar del miedo. “Esto comienza a gustarme demasiado”, se dijo con la boca entreabierta.
Con su mano desocupada, Rey recorrió el pecho de Juliet y estrujó el otro pezón de la pelirroja. Ya el esfínter de Jul comenzaba a ceder, casi al punto de romper, mientras que el orificio de la punta de la verga de Rey escupía pequeñas cantidades de líquido preseminal con el objetivo de mojar el camino por el cual iba a pasar.
Justo como estaba sucediendo en la realidad, Juliet en su mente no podía oponer resistencia alguna. Aunque se lo propusiera con todas sus fuerzas, ella siquiera lograría mover un dedo. En cambio, como en una montaña rusa, ella se veía encima de una estaca interminable, flotando en un espacio sin fondo abarrotado de explosiones orgásmicas. Partiéndose en dos, Juliet podía ver su propio culo siendo acariciado por la estaca que entraba y entraba sin parecer detenerse. La pelirroja gritó de placer por la sensación tan intensa que estaba sintiendo en su esfínter anal.
No tardó mucho tiempo para que Rey ensartara, hasta el fondo, su verga dentro de aquel culito estrecho y tibio, que le apretaba el tronco de su miembro viril. Como si el empuje tenía el objetivo de que su verga llegara hasta la garganta de Juliet. Llegado el momento, él hizo retroceder sus caderas con cuidado de no lastimar a la chica que casi catatónica no se movía de lugar y así él comenzó a bombear con suavidad, como si no quisiera despertar a las otras dos chicas.
Adentro y afuera, de un extremo al otro, la verga de Rey recorría todo el camino que existía entre las entrañas de Juliet. Sin poder evitarlo, él aceleró el ritmo de sus embestidas, lo más que le permitió el sofá que ya casi que comenzaban a moverse de un lado a otro. Los dos últimos latigazos de caderas del chico fueron un tanto violentos, pero lo suficientemente placenteros como para que él pudiera descargar copiosamente toda la leche que en tan poco tiempo ya se le había acumulado en las bolas.
Dejando de moverse, Rey cerró sus ojos y abrió la boca, liberando una mirada eróticamente pérdida que tal vez no hubiera sido capaz de hacer enfrente de alguien. La expresión de su rostro era porque él podía percibir las convulsiones de su verga mientras escupía un chorro tras otro de leche, lo cual hizo que el esfínter de Jul se cerrara y abriera de forma involuntaria.
Bueno, tomando en consideración que el culo de Juliet quería tomarse hasta la última gota de leche seminal del joven, sus movimientos involuntarios parecían tener el propósito de ordeñar la verga que le empalaba.
Rey se quedó en silencio, quería disfrutar de la sensación erótica, para él, en ese momento, más placentera que puede hacer una mujer en su existencia.
Juliet, dentro de su mundo, se transformó en un culo, uno que con brazos apretaba el trozo gordo y grande que le penetraba de dos formas y a la vez de una. Ella sentía la sensación más extrañamente placentera que había experimentado en su vida. Aunque se sentía sucia por aceptar sus pensamientos, ella era capaz de jurar que estaba cagando hacia adentro por su coño, mientras que al mismo tiempo defecaba normalmente. Pero dicho proceso se le sentía irreal, ella había tocado caca, olido caca y hasta probado caca. Por muy estreñida que pudiera estar, sus excrementos ni los de nadie pudieran estar tan sólidos como para no romperse. Si tuviera que ser descrito, ella diría que de alguna manera el tronco que le salía por el culo, acto seguido se le pasaba por el coño en un acto infinito. De pronto, entre los pensamientos de la chica, la abundancia de algo se le desborda en el interior. El peso de dicho contenido le hizo caer nuevamente entre todas las explosiones orgásmicas que esperaban recibirla. Hasta que, poco a poco, las luces se apagaron. Los colores que veía la pelirroja se fueron desapareciendo.
En un pasado, la sensación que más le atormentaba a Juliet era el hambre indescriptible en su estómago siempre vacío. Todas las píldoras que tomaba eran con el objetivo de olvidar. Ella necesitaba que el sueño le posesionara para así ya no pensar en comer. Cuando conoció el efecto de que proporcionaban los químicos más fuertes, ella empezó a hacerse adicta. De uno pasó a otro y no se dio cuenta en el mundo que había quedado sumergida. Lo que había hecho con Rey era la ruptura de su última promesa.
El glande de Rey comenzó a abandonar el recto de Juliet, hasta que lo hizo por completo. Por un momento el chico estuvo tentado a volverlo a meter y empujar hacia adentro, pero la flacidez no se lo permitiría.
Al parecer los efectos mágicos del fármaco que Rey le había dado a Jul se estaba acabando, con el vacío en su interior, la pelirroja fue capaz de menear las nalgas de adelante para atrás, casi como si le estuviera suplicando; Dejámela adentro.
—Waooo, ¿viste cómo Rey se estaba cogiendo a Juliet todo romántico? —preguntó Sam al aire.
—Sí, los pude escuchar desde que estaban planeando “tomar el riesgo de hacerlo”… —respondió Elena, quien pasó a tocarse el clítoris muy juguetona—. Ese culo y coño de Jul estaban bien dilatados, tanto como para que la verga de Rey entrara y saliera por completo, hasta que sus cuerpos chocaran.
—Él la tomó por la cintura y empezó a darle fuerte mientras le cubría la boca con la mano… como si la estuviera violando. Aunque la pobre no se podía mover, él siguió acelerando sus embestidas. Esos gemidos silenciados de Jul me hicieron querer cambiar lugares. —Terminó Sam.
—¿Y por qué no se quitan la calentura entre ustedes dos? — preguntó Rey quien se acomodaba lo mejor posible para quedarse dormido abrazando a Juliet.
—Mmmm —respondió Elena.
—Escuché que algo te daba energía y aumentaba tu libido si lo tomabas. Tal vez… con eso… no sé… podremos animarnos a hacer algo entre nosotras. Digo, si es que estás muy cansado. — dijo Sam.
A pesar de que no sería la primera vez de ver acción lésbica en persona, Rey podía saborear la emoción. Un nostálgico sentimiento semejante a la primera vez.
—Está bien. Tengan para que se diviertan… solo traten de no despertar a Juliet —dijo Rey tras hacer aparecer otras dos esferas con colores diferentes a las primeras.
—¡¿En serio?! —preguntó asombrada Elena—. A la estirada de Samantha se le antoja probar droga.
Sam levantó el torso de su cuerpo sobre el sofá y tras estirar su delicada mano agarró las esferas. Lo primero que hizo la trigueña fue llevarse los dos comprimidos a la boca y tras tragarse uno, seguido besó a su Elena antes de que empezara a protestar. En el beso de lengua, Sam le pasó la esfera de color a su amiga con la intención de provocar que esta se la tragara sin chistar.
De un beso boca a boca, la trigueña bajó por la barriga de Elena hasta hacer que se perdiera dentro del coño de Elena. La rubia no se quedó atrás y también se arrojó a succionar el coño de Sam. Los dos coños, a pesar de que eran diferentes, uno más claro y de agujero alargado que el otro, sí compartían en común lo mojado que estaban.
Rey podía entender la razón por la cual esas dos chicas estaban tan calientes. El mismo había sido víctima de lo excitante que resultaba ser el sexo escondido, cuando estuvo por un largo rato dándole verga al culo de Jul sin parar.
—… Mmm… parece que ya está entrando el efecto, Samantha ¿sabes que estamos haciendo Chemex? —dijo Elena, quien de a poco paraba de lamer el coño de su amiga.
Samantha ya tenía sus ojos dilatados a más no poder. La trigueña siquiera tuvo la capacidad de responder las preguntas de Elena. Al ser la que estaba encima, dejó caer su cuerpo y apoyó sus tetas sobre la barriga de la rubia.
Rey podía ver cómo las dos chicas se estaban mirando con intensidad la una a la otra justo en sus áreas genitales.
Ya las alucinaciones estaban haciendo efecto. La mente de aquellas dos chicas estaba abarrotada por preguntas de una persona que salía de la realidad; ¿Es esto tan lindo? ¿Será mi propio coño? ¿Podría regresar al interior de un coño y ser bebé?
¿Si yo de pequeña chupaba teta, entonces ya era lesbiana? ¿Por qué me gusta coger por el culo más que por mi coño? ¿Qué es el morbo?
Las alucinaciones comenzaron a responder de forma fantástica cada interrogante que las chicas inmóviles se hacían. De pronto, un pene de plástico comenzó a encajar su punta entre los dos pares de nalgas. ¿Era eso real?
Samantha sentía lo que veía. Elena también sentía lo que veía. ¿Y cómo era posible que las dos pudieran ver vergas plásticas que flotaban por el aire e intentaban aterrizar entre las piernas? Ellas pudieron sentir cómo sus culos iban cediendo. Los dildos flotantes presionaban su camino al interior, cada vez con más fuerza hasta seguir entrando de a poco. Sin llegar demasiado lejos, los dildos se detuvieron. Simultáneamente, los dos objetos decidieron salir para dar una vuelta por la sala y, con mayor velocidad y fuerza, volver a profanar el interior de los agujeros que ya habían dejado.
Para las chicas, quienes alucinaban en conjunto, el mundo dejó de ser mundo, el tiempo, los esfuerzos y sus intenciones carecieron de sentido. Con el nivel uno de dificultad vencido, “dildo humano” se presentó el nivel dos.
Otros dos juguetes falsos se hicieron presentes en la sala de aquella casa. Tenían un color rojo brillante, un tamaño considerable y al final una gran bola que parecía estar a punto de estallar. Tal vez a Sam no le pareció muy familiar a qué especie no humana pertenecía la nueva verga que volaba en círculos a punto de aterrizar. Sin embargo, Elena podía jurar que era la verga de un perro, lo que dentro de poco se le encajaría en el culo. Desde cierto punto de vista, hacerlo con un juguete no es lo mismo que hacerlo con un animal, o eso pensó Elena para calmarse. La zoofilia no estaba entre las fantasías de Samantha tampoco. Aun así, el morbo que sintieron las dos chicas aumentó junto a la impresión de que estaban haciendo algo que no debían. En pocos segundos los efectos alucinógenos aumentaron la intensidad y de entre la luz se creó el animal al cual pertenecía la verga.
Ante la percepción alucinante de dos hembras que podrían ser una, en corazón, cuerpo, alma, carne y sangre, las dos vergas pláticas con forma de pene que flotaban por el lugar pasaron a convertirse en dos sujetos sin rostro alguno. Sujetos que se habían detenido para mirar el trabajo que harían los caninos.
Elena y Samantha quisieron levantarse de donde estaban, pero no podían. No era que los animales no le estuvieran ya sujetando con fuerzas. Aunque los dos caninos le tenían sostenida por las caderas con sus patas delanteras, el efecto de las drogas era lo que les estaba reteniendo.
Obligadas a no moverse y observar, las dos chicas vieron cómo la verga animal adentro violentamente su punta al interior de sus coños. Ensartadas de una, Elena y Samantha sintieron el grosor y la textura caliente de algo tremendamente grandísimo y ancho que se abrió paso con rapidez y que con violentas embestidas después hizo su camino el interior de ellas.
“Naturaleza al natural,” pensaba Rey, viendo los tres cuerpos acostados. “Las drogas de Sama y Elena son ciertamente especiales, espero estén teniendo un buen viaje juntas”.
De regreso al mundo percibido por las dos, no era que las penetraciones les dolieran tanto como para gritar, aunque ambas dejaron escapar algún que otro gemido mientras cerraban sus ojos para disfrutar seguir sintiendo la escena que les poseía. Dejar escapar sus gemidos sexuales en una escena así de humillante daría de pensar, o eso era lo que ellas dos pensaban. ¿Acaso Rey estaba viéndoles disfrutando de estar haciendo esas cosas desagradables? ¿Al estar teniendo deseo con un perro se convertían ellas mismas en perras? ¿Cuál era la diferencia entre algo que era una ilusión y lo que no? La vergüenza a responder semejantes noticias las mataba tanto como excitaba.
De abrir los ojos por un segundo, en el coge que te cogen, Elena notó que la base del pene del animal ya le estaba chocando con los labios a Sam, así como pudo sentir lo mismo. Cada vez más y más dentro, con embestidas más y más fuertes, las dos chicas dejaron escapar sus más sensuales gritos de placer con la intención de anunciar el orgasmo que estaban sintiendo y que llegaría para quedarse.
En sus vidas ninguna de las dos había sentido un orgasmo tan intenso en el cual las cosquillas, los calambres, el entumecimiento y la sensación de placer se negaban a marcharse. Todo porque el bulbo del pene con forma diferente les chocaba con la entrada de sus coños. Desafortunadamente, para ellas, el orgasmo que estaban experimentando les había llegado prematuro, pues el verdadero orgasmo les tomó por sorpresa cuando, de una brutal embestida. La inmensa bola del final se les metió con fuerza al interior del coño, provocándoles la sensación de estar siendo abiertas en dos.
Sin medidas y sin contenerse, tanto Elena como Sam dejaron escapar de dentro de sus entrañas el grito de placer que desde hacía tiempo pretendían aguantar. Babeándose, con los ojos en blancos, expresiones de estar sintiendo la sensación más deliciosa del mundo, la rubia y la trigueña dejaron de importarle el sentimiento de humillación que cargaban. ¿Qué más daba si estaban siendo usadas por perversiones que cualquier sentido común rehusaría rotundamente? ¿Si hubieran dejado de ser humanas para convertirse en material sexual liberal del peor? De eso que en la perdición de los placeres no se pudieran encontrar a sí mismas jamás. Siempre y cuando se sintieran tremendamente feliz, nada más les importaba.
De pronto, dentro de la habitación fantástica de todo un palacio, el galopar de dos caballos que relinchaban furiosos se dio a escuchar. Los dos primeros dildos transformados en sujetos, quienes veían alzaron sus manos en un aplauso, mientras que los perros decidieron apartar el camino, pero no sin antes hacer que sus miembros giraran dentro de los cuerpos femeninos con la intención de extraerlos. Los dos coños no ayudaron mucho al desacoplamiento, pues por él placer que estaban sintiendo tanto Elena como Samantha contrarían los músculos vaginales tan solo para no dejar escapar la bola que tantos orgasmos les estaba dando.
Aun con sus vaginas palpitantes y deseosas de más, la rubia y la trigueña pudieron juzgar que quedaron cargadas de leche y aunque quisieron confirmar lo que sentían no pudieron hacer mucho cuando sintieron contra sus culos otra verga que les presionaba. La buena noticia para aquellas dos chicas era que semejantes miembros eran del mismo grosor que el del Rey, aunque tal vez no del mismo largo.
Elena y Samantha ni siquiera tuvieron tiempo para tomar un respiro apropiado. El glande de aquellos seres se les dentro al interior de sus culos y sin siquiera tomar mucho trabajo en dilatar, los dos esfínteres ya bien preparados recibieron las embestidas de las bestias. El suelo se volvió agua y del agua ocho pares de tentáculos caminaron por las pieles de los dos cuerpos. Los dos pares de lindos labios, tetas bien formadas, muslos tonificados, orejas pequeñas y vientres fueron invadidos por la babosa sensación que provoca la piel húmeda de un animal marino.
Las dos, ahora yeguas aprisionadas por leviatanes, gimieron de dentro de sus entrañas, pero no se quejaron en lo absoluto. Ambos orificios estaban bien dilatados por el trabajo que le había hecho Rey, ellas podían sentir el calor y la humedad de la verga animal en el interior de sus rectos. La sensación era la misma que se podía sentir cuando la piel húmeda y resbalosa chocaba con otra piel húmeda y resbalosa. Ellas dos sacaron fuerzas para moverse como si fuesen ellas quienes se estuvieran cogiendo, hasta dejarse adentrar más de la mitad de toda la verga que tenían encajada en el recto.
Preparadas para gritar en otro orgasmo, acompañado con los miles de besos que sus pieles blancas reciben por cada ventosa de los tentáculos, las dos chicas casi que se atragantaron con la primera verga de juguete que habían tenido dentro. Sí, los dos sujetos sin rostros se estaban follando las bocas de Elena y Sam. Con un par de embestidas cortas, las entidades ilusorias lograron adentrar sus miembros hasta casi la garganta de aquellas dos y un poco más.
Aunque sus culos ya estaban sumamente abarrotados con una verga colosal, las vergas perrunas hicieron su aparición justo en la entrada de los coños bien apretados de las chicas que se aferraban a las vergas como si quisieran tragarlas.
Los perros sacaban la punta de sus vergas, pero solo con la intención de volver a enterrarla. Ellos no podían meter ni la mitad de sus falos en los coños apretados, aun así, siguieron intentando e intentando. En el mete que saca, empezaron a hacerse más rápido y los coños que antes estaban apretados comenzaron a ceder.
Las dos chicas se aferraron a las manos del leviatán que las aguantaba, besaba y abrazaban en posición y aunque no podían siquiera respirar apropiadamente, soltaron tanto gemidos silenciados como pudieron. Gemidos por cada vez que se venían en un orgasmo explosivo.
Cuando en aquellos dos coños que ya se habían abierto lo suficiente, el bulbo que conformaba la base del falo canino comenzó a hacer presión contra los labios mayores. De un momento a otro, la bola de carne roja y palpitante entró hasta la mitad.
Los caballos relinchaban agresivamente, mientras que Elena y Samantha sintieron con sus entrañas el proceso de ser penetradas; sin embargo, dejaron de agarrarse a lo que podían para tratar de abrir bien las patas, el coño y el culo con sus manos. Creyendo una mínima separación entre sus piernas, lo suficiente como para que finalmente las dos chicas sintieran cómo se les enterró la bola carnosa hasta el final.
Las tres vergas comenzaron a convulsionar con toda potencia, lo que eran eyaculaciones.
Demostrando una expresión de que ya no les molestaba ser penetradas por atrocidades sexuales, las dos tensaron sus cuerpos como nunca. Mientras chupaban con ganas el dildo humano, ellas procedían a hacer garganta profunda cada vez que aguantaba la respiración mientras se veían una y otra vez.
Todos los fluidos vaginales de Samantha cayeron sobre la cara de Elena mientras que orina amarilla salió disparada contra la cara de Sam. Entre la abundante lluvia de fluidos, las luces comenzaron a dispersarse y las ilusiones también.
Tanto Elena, Sam y Juliet aún no habían pasado toda la noche, y ya podían sentir los incontrolados deseos de consumir más de las píldoras especiales que Rey les había dado.
—¿Qué días fue eso? ¿Alguien me quiere explicar? Un perro, un caballo, un pulpo, un humano… —dijo Elena en lo que fue un intento de gritar, destrozada por cansancio y fatiga muscular.
—¡¿Viste lo que yo?! —preguntó Sam asombrada.
—No, te vi a ti haciendo lo que me hacían a mí para ser más exacta —respondió Elena, levantando la mano, tocando su cuerpo, identificando que nada de lo sucedido había sido realidad.
—Yo también… —murmuró Sam, tragando en seco.
—Rey… ¿Qué fue eso? —reclamó Elena un poco mal humorada al tener que preguntar algo por segunda vez.
Tan pronto la rubia percibió que el aludido tenía los ojos cerrados, con una débil patada le dio en los huevos. Dando un salto en el lugar, el joven, pretendiendo no haberse dormido, respondió cosas sin sentido.
—Las alucinaciones tiene algo en específico, ¿fue eso lo que Jul experimentó? —volvió a preguntar Elena.
—Lo que le di a Jul era diferente, mucho más fuerte. — Respondió Rey como si estuviera explicando algo natural—. La conectividad de la sustancia que ustedes dos consumieron se desencadenó por el beso que se dieron. Y lo que vieron, experimentaron, y sintieron fue debido, probablemente, a su imaginación. Algo que vieron o escucharon en pasado y les hizo pensar, algo que no olvidaron.
—Sabes, tiene sentido… —dijo Elena, haciendo memoria—. Antes, siempre tuve la fantasía de comprarme un dildo y entre ellos existían los de diferentes formas.
—Creo, que lo del caballo, fue algo que alguien me contó que era posible. Y los tentáculos… supongo que lo veía constantemente en pornos.
—Quiero algo más fuerte, que dure más… —demandó Elena.
—¿Es esto a lo que llaman el principio de la adicción? — preguntó Sam un tanto aterrada.
—Bueno, siempre y cuando pueda pagar con sus cuerpos… yo podré darles cuanto quieran. Y por adicción o efectos secundarios no se deben de preocupar. Soy un dios después de todo.